Yohir Akerman
19 Enero 2025 03:01 am

Yohir Akerman

Uribe y las cuchas

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Documentos de la Fiscalía revelan que esa entidad ya conocía, desde el año 2021, la presencia de restos óseos en La Escombrera de Medellín, un lugar que la comunidad ha señalado durante décadas como camposanto de las víctimas de desapariciones forzadas. Uno de los casos emblemáticos es el de Arles Edison Guzmán Medina, un joven desaparecido el 30 de noviembre de 2002. Esta es la escalofriante historia.

Recordemos, porque esa es la manera de mantenerlos vivos. El 16 de octubre de 2002, bajo la administración del presidente Álvaro Uribe Vélez y el estado de conmoción interior, más de 700 efectivos militares y policiales ingresaron a la Comuna 13 de Medellín, en lo que se denominó la famosa Operación Orión. El operativo dejó un saldo de 16 muertos, decenas de heridos y 362 personas privadas de la libertad. Sin embargo, lo más inquietante fue lo que ocurrió después: la entrada de grupos paramilitares, que instauraron un control violento en la zona.

La Comuna 13, incluyendo La Escombrera, se convirtió en territorio dominado por Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don Berna, líder del Bloque Cacique Nutibara. Bajo su mando, y con la complicidad de sectores estatales, se instauró un régimen de terror que marcó profundamente la historia de Colombia. 

Este círculo de poder paramilitar ha sido vinculado a figuras políticas de alto nivel, incluyendo al mismísimo expresidente Uribe Vélez. Como decía mi abuelita, cuando al malagradecido se le olvida quién lo ayudó, la desdicha le refresca la memoria.

Por eso, ayudemos a recordar. Para eso está el informe de la Fiscalía del 1° de diciembre de 2014, que incluye la entrevista a Jorge Enrique Aguilar Rodríguez, alias Aguilar, desmovilizado del Bloque Héroes de Granada de las AUC. Aguilar, quien participó en la Operación Orión y otras actividades paramilitares en la Comuna 13 de Medellín, detalló cómo se planificó y ejecutó la infiltración paramilitar en esta zona. Todo bajo el liderazgo de Don Berna

Según Aguilar, el Bloque Cacique Nutibara coordinó acciones con altos mandos de la fuerza pública, incluyendo la entrega de listas con nombres de presuntos milicianos y colaboradores, quienes fueron secuestrados, torturados y, en muchos casos, ejecutados para ser enterrados en lugares como La Escombrera, La Arenera y El Cebollal.

Aguilar también confesó que, durante la Operación Orión, los paramilitares recibieron instrucciones para retomar la Comuna 13, con órdenes que incluyeron tácticas de terror como desapariciones forzadas y asesinatos selectivos. En la entrevista reveló la existencia de un camión usado para transportar a las víctimas hasta una casa específica donde eran interrogadas, torturadas y ejecutadas bajo la supervisión de alias King Kong y su escolta, alias El Gomelo. Un gorila con compinche gomelo: ni los creadores de los cómics Marvel pudieron inventarse un terror así.

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Según Aguilar, estas acciones eran justificadas por los paramilitares como una “limpieza social”, pero resultaron en el desplazamiento forzado de cientos de familias y la desaparición de decenas de personas, cuyos restos permanecen aún desaparecidos. 

Por eso vamos a las palabras del mismo Berna. En su declaración juramentada, presentada el 25 de febrero de 2009 ante la corte del Distrito Sur de Nueva York, en el caso Estados Unidos vs. Diego Fernando Murillo Bejarano, este confesó cómo las Autodefensas colaboraron directamente con las autoridades colombianas durante la Operación Orión. 

Este documento, parte de su proceso de extradición, detalla cómo el Bloque Cacique Nutibara trabajó en coordinación con la IV Brigada del Ejército, liderada por el general Mario Montoya. Según Murillo Bejarano, dicha alianza permitió la ejecución de una operación conjunta que resultó en la eliminación de las guerrillas en el área, la liberación de al menos 20 personas secuestradas y el establecimiento del control paramilitar en la zona. 

Sin embargo, también reconoció que se cometieron excesos bajo el mando de alias King Kong, y admitió que muchos de estos crímenes se justificaron bajo el pretexto de la operación y del apoyo del gobierno nacional. Mi profesor de derecho penal hubiera dicho que la conciencia es, a la vez testigo, fiscal y juez. Pero que no se cometieran excesos bajo el mando de alguien con el alias de King Kong sería un tris inusual.

Por eso, regresemos al reporte de la Fiscalía que nos deja saber que, desde 2021, restos de víctimas desaparecidas en esa operación sí estaban escondidos en La Escombrera, como decían las madres, aunque nadie les creía. El informe de campo elaborado por el Grupo de Exhumación e Identificación Humana de la Fiscalía, fechado el 26 de agosto de 2021, detalla los esfuerzos realizados para localizar los cuerpos, incluyendo el caso de Arles Edison Guzmán Medina.

El documento, obtenido de manera exclusiva por esta columna, revela la complejidad del proceso de investigación para confirmar esa hipótesis. Las actividades incluyeron entrevistas detalladas con familiares, análisis de mapas satelitales, reconstrucción de rutas y revisión de documentos históricos que ya en 2003 y 2005 apuntaban a la existencia de enterramientos clandestinos.

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Sin embargo, las dificultades técnicas, los obstáculos administrativos y la falta de voluntad institucional dejaron en silencio esos avances. O la cercanía ideológica del entonces fiscal Francisco Barbosa con el expresidente Uribe Vélez. Rescatando las palabras de Marguerite Yourcenar, “existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad”. 

Entre las entrevistas se destacan las realizadas a Henry Guzmán Medina, hermano de Arles Edison, y Luz Enith Franco, su esposa. Henry describió cómo, tras recibir información de un carnicero del barrio 20 de Julio, él y su hermana Rubiela intentaron localizar una finca señalada como el lugar donde los paramilitares mantenían cautivas a varias personas. Este carnicero, que posteriormente desapareció, suponemos que, en manos de terribles carniceros, les entregó un bosquejo rudimentario indicando un sitio cercano a La Arenera. Durante estas búsquedas, el grupo enfrentó condiciones adversas, incluyendo amenazas de personas que les advirtieron no continuar con la investigación. 

La señora Luz Enith Franco, o Lucy como cariñosamente llaman a la esposa del desaparecido Arles Edison, relató el impacto emocional de estas búsquedas en medio de un contexto de constante peligro. A pesar de las amenazas, Lucy nunca renunció. Participó activamente en el proceso judicial y ofreció detalles sobre las circunstancias de la desaparición de su marido. 

Su testimonio permitió a los investigadores corroborar varias pistas clave, incluyendo la descripción de una casa de dos pisos ubicada en la loma, señalada en múltiples relatos como un sitio donde los paramilitares torturaban y desmembraban a sus víctimas antes de enterrarlas. La Casa en la Loma se llamaría esta película de horror.

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El informe de campo detalla cómo las herramientas tecnológicas jugaron un papel esencial en la investigación. Imágenes satelitales de 2001 y 2021 permitieron reconstruir cambios en la geografía de la zona y confirmar las rutas señaladas por los familiares. Según el análisis, los caminos descritos por Henry Guzmán eran consistentes con los registros históricos de la época, lo que facilitó la delimitación de áreas prioritarias para futuras exhumaciones. Como reza el proverbio chino, si no quieres que algo se sepa, no lo hagas.

Además de las entrevistas y el análisis geográfico, el reporte incluyó la revisión de documentos judiciales relacionados con el caso. En particular, se destacan los registros de fosas comunes halladas en sectores como El Cebollal y otra denominada Los Doce Apóstoles, vaya usted a saber por qué apreciado lector, donde se identificaron cuerpos que coincidían con desaparecidos de la misma noche en que Arles Edison fue llevado allí. A pesar de estos hallazgos, la Fiscalía de Barbosa no avanzó de manera significativa en el esclarecimiento de estos crímenes hasta años después, ni le dejó saber a las madres que su búsqueda era justificada y correcta. Hijuemadres.

El impacto emocional en las familias quedó plasmado en el informe. Henry Guzmán expresó su frustración por la falta de acción de las autoridades, señalando que desde 2003, hace 22 añitos, había proporcionado información detallada que no fue investigada adecuadamente. Este sentimiento de abandono fue compartido por Luz Enith Franco, quien destacó cómo el proceso judicial se convirtió en un recordatorio constante de la ausencia de Arles Edison. Una reiterada manera de seguir volviéndolos víctimas.

Hasta que llegó la JEP. Por eso, sus enemigos de siempre, claro. Los equipos forenses de la Unidad de Búsqueda y de la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz han venido encontrando estructuras óseas, que han permitido identificar cuerpos y, más importante aún, confirmar esta teoría para que hoy podamos decir: las cuchas tenían la razón.

La JEP logró avances significativos al identificar restos humanos en La Escombrera, validando décadas de denuncias de la comunidad. Los hallazgos han confirmado que cuerpos recuperados pertenecen a víctimas de desaparición forzada, provenientes de la Operación Orión. Un avance que contrasta con los escasos resultados de las acciones de la Fiscalía en las últimas dos décadas, pese a las innumerables denuncias. Mal Oriontados nuestros pobres dirigentes, además de bien costosos nuestros exfuncionarios de la Fiscalía.

Así, La Escombrera se ha convertido en un símbolo de las desapariciones forzadas en Medellín. De la memoria de sus muertos. También en un recordatorio de cómo hasta la muerte se puede politizar, para generar dudas en las versiones de los familiares de las víctimas. 

De ahí el valor de otro símbolo. Del que el expresidente Uribe, retador como siempre ha sido, leyera su comunicado de prensa de diez páginas sobre los hallazgos de la JEP, desde la Comuna 13 en la zona de los hechos. El expresidente se quejó porque considera que lo que está haciendo esa institución a propósito de la Operación Orión es hacer campaña política electoral, pero con su desplazamiento al lugar, su negación de los hechos, y por las características del comunicado que leyó, queda claro que el que está haciendo campaña con el tema es él. Una basada en la muerte y la mentira. 

Porque ahora las cosas y los hechos son claros. Y es que, según informes oficiales, más de 4 millones de metros cúbicos de escombros fueron depositados en esa zona entre 2000 y 2008, para cubrir los cuerpos y dificultar las labores de exhumación, que es como buscar una aguja en un pajamilitar. 

No quedan dudas de lo que testigos y sobrevivientes han señalado por años, y es que esta zona es un cementerio histórico donde los paramilitares, con la complicidad silenciosa del gobierno de Uribe Vélez, enterraron a cientos de personas asesinadas, incluidas muchas de la Operación Orión. Su reiterada negación es desconocer la historia y tratar de reescribir una que no pasó.

Por eso la memoria se convierte en pilar fundamental para la construcción de paz y reconciliación en Colombia, en donde iniciativas como el mural en homenaje a las madres buscadoras de la Comuna 13, son símbolos de resistencia y recuerdo colectivo.

Este grafiti no solo honra su lucha, sino que también invita a reflexionar sobre la necesidad de preservar la memoria para garantizar que crímenes así, no se repitan. Porque no solo es honrar a las víctimas, sino también fortalecer el tejido social al ofrecer un camino hacia la reparación y la justicia. Más cuando la Fiscalía, dependiendo de quién la maneja, ignoró sus propias investigaciones y hallazgos porque no convenían a cierta agenda política. En palabras de una madre buscadora: mientras las historias permanezcan vivas, ellos nunca estarán completamente desaparecidos. Toda la admiración a esas cuchas berracas.


@yohirakerman; [email protected] 

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