
El presidente Petro tiene varias manías que se trasladan de inmediato a los funcionarios de menor rango dentro de su gobierno. Una de las más enfermizas es echarle la culpa de todo lo que sale mal –y muchas cosas están saliendo mal- a alguien del pasado; sin asumir ninguna responsabilidad propia del presente.
El espejo retrovisor es útil solo si se le maneja con prudencia y cuando es indispensable. Pero si se convierte en un arma arrojadiza para golpear a todo el mundo y se ignora la ventana panorámica que está delante, el conductor está llamado a estrellarse.
Esto es precisamente lo que le está sucediendo a Petro: de tanto utilizar el espejo retrovisor con imágenes distorsionadas o inventadas ha terminado por perder toda capacidad para reconocer las falencias de su gobierno que va de tumbo en tumbo.
Esto es lo que está aconteciendo por estos días con los temas de la energía. De tanto cuestionar a unos y a otros mirando siempre para atrás como Lot, el Gobierno Petro está convirtiéndose en una estatua de sal que no actúa con prontitud para evitar la crisis energética que se nos vino encima.
A los gobernantes los nombran para solucionar los problemas: no para actuar como meros historiadores despistados de sus antecesores.
Primero la emprendió contra las empresas generadoras de energía eléctrica, a las que trató de sanguijuelas que estaban imponiendo precios injustos a los consumidores. Llegó a comparar sus utilidades con las obtenidas por Pablo Escobar. Cuando alguien le explicó que la fórmula de las tarifas eléctricas no las fijaba las generadoras sino la Creg - que él ha mantenido inexplicablemente sin quorum- empezó a buscar nuevos chivos expiatorios.
Pasó a hablar -sin actuar- sobre las altas tarifas de la costa Caribe. Que evidentemente están muy altas. Empezó a hablar “urbe et Orbe”, es decir para la ciudad y para el mundo al estilo papal, pero sin resolver nada. Existe la necesidad de que el presupuesto nacional asuma los costos de la opción tarifaria o de las pérdidas técnicas que hoy recaen sobre los usuarios. Pero nada se ha hecho al respecto.
El ministro de minas y energía ha hecho mil foros; le echó la culpa a todo el mundo y se la sigue echando: pero no ha resuelto nada sustantivo todavía.
Esta manía de solo mirar para atrás es un truco que el mercado internacional está dejando de creer. Así ocurrió esta semana con la degradación que le hizo JP Morgan a Ecopetrol cuya acción ha caído 47% en la bolsa de New York durante los dos años del Gobierno Petro.
Dos de las principales razones aducidas por la banca internacional JP Morgan fueron, en primer lugar, el malestar causado por el hecho de que a la petrolera la pone el Gobierno a hacer malos negocios, pero no le deja hacer los buenos. Como sucedió con la frustrada participación para profundizar su participación en el Permian norteamericano en el fallido contrato con Oxi, que le hubiera asegurado magnificas utilidades.
También mencionó el banco internacional la insatisfacción que está cundiendo entre los observadores ante la evidencia cada vez más palpable de que la gerencia y la junta supérstite de la petrolera parecen creer que Ecopetrol es un apéndice de la casa de Nariño para tramitar los embelecos presidenciales. Cuando es una empresa con 250.000 accionistas privados los cuales, así no sean los mayoritarios, meren consideración y atención fiduciaria cuando se toman decisiones corporativas.
Lo que viene sucediendo con los comisionados expertos de la Creg es dramático: resulta que como ni a Petro ni al renunciado superintendente Quiroga les gustan los potenciales expertos si han adquirido alguna experiencia previa con el sector privado. Prefieren no designarlos. Dicen que pueden llegar al cargo contaminados de manías adquiridas en el sector privado. Han preferido entonces dejar sin quorum a la Creg antes que nombrar comisionados expertos sospechosos de haber tenido en algún momento de sus vidas profesionales algo que ver con el sector privado.
El consejo de Estado ha tenido que salir a recordarle al Gobierno que la ley exige “experiencia” de los comisionados que se designen y no solo formación “teórica”. Por esa simple aclaración del juez contencioso le han llovido rayos y centellas, acusándola de no dejar gobernar por el simple hecho de haber precisado lo que la ley ordena.
También le ha tenido que decirle el Consejo de Estado al presidente que las facultades regulatorias de la Creg no corresponden al presidente de la república. Sino que la ley las ha puesto en cabeza de un cuerpo independiente y técnico encargado de regular los servicios públicos.
¿Cuál fue la reacción del gobierno ante este recorderis del consejo de estado? Mirar para atrás, y con ideas distorsionadas y destempladas salir a decir que lo que pasa es que las altas cortes no lo dejan gobernar pues sus magistrados fueron nombrados por el uribismo y el Vargas Llerismo para ponerle palos en la rueda (que es como él llama ahora hacer cumplir la ley).
Muy sintomático también es lo que viene sucediendo con los subsidios energéticos. Al Gobierno le encanta anunciarlos, pero le molesta pagarlos a tiempo.
Las empresas distribuidoras del sector eléctrico están al punto del colapso financiero porque el Gobierno no les ha girado oportunamente los subsidios que ellas, a su turno, deben trasladar a los usuarios.
Algo parecido está sucediendo con las empresas distribuidoras del gas propano: tienen un millón de usuarios a los que hace más de un semestre no les han podido reconocer los subsidios pues el Gobierno no los transfiere.
El Gobierno está tremendamente atrasado en el pago de estos subsidios para los usuarios de los servicios públicos domiciliarios más desvalidos. Subsidios que, de nuevo: se anuncian con bombos y platillos, pero a la hora de la verdad no se giran. La caja de las empresas que simplemente trasladan a los usuarios los subsidios que debe pagar el Gobierno, se han resentido en grado extremo. Las empresas se quedan con los insultos del retrovisor gubernamental, pero sin el giro del dinero que necesitan para atender a los usuarios más débiles. Y como si fuera poco, ahora el Gobierno amenaza con liquidar las comercializadoras.
El espejo retrovisor es útil. Pero quien solo lo utiliza -dejando de mirar hacia adelante por el cristal panorámico- termina estrellándose.
