
La Eurocopa de Alemania 2024 arrancó con sorpresas no sólo en términos deportivos, sino políticos. La Selección de Ucrania trata de jugar pese a la guerra en Crimea y sus alrededores, Alemania enfrenta como local una ola de racismo contra sus propios jugadores y Serbia juega su primera Euro como país independiente e, incluso, podrían enfrentarse naciones que hasta hace dos décadas eran enemigas en la Guerra de los Balcanes. Ahora, quizá el mayor revuelo político lo terminó de armar el crack francés Kylian Mbappé en la rueda de prensa antes del debut de su selección frente a Austria.
La política francesa está convulsionada. Ante el éxito de la extrema derecha en las elecciones al Parlamento Europeo, el presidente Emmanuel Macron decidió disolver el Parlamento francés y citar a unas elecciones anticipadas para elegir a los diputados que compongan una renovada Asamblea Nacional. Los jugadores Ferland Mendy, Ousmane Dembelé y Marcos Thuram hicieron pública su invitación a los jóvenes para salir a votar y hacerlo en contra de los extremos. Mbappé, por su lado, alertó que “los extremos llaman a la puerta del poder”. Esto, bajo el entendido que el único extremismo latente es la extrema derecha encarnada por Marine Le Pen, es un llamado para no votar puntualmente por un partido.
La petición de los jugadores de Les Bleus no es descabellada si se tiene en cuenta que Le Pen encarna ideas xenófobas y de antimigración en país cuya selección de fútbol, por su lado, está compuesta en su mayoría por jugadores provenientes de migraciones de Camerún, Nigeria, Kenia, Argelia, Congo, Marruecos, Malí, España y Portugal. Solo seis de los veinticinco jugadores convocados por el director técnico Didier Deschamps tienen ascendencia 100 por ciento francesa; no estaría mal decir que la sociedad francesa actualmente está mejor representada en su selección de fútbol que en su Parlamento.
frase-destacada
Bien lo dijo Mezut Özil, jugador de ascendencia turca campeón del mundo con Alemania en el 2014: "Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos”.
En Alemania el racismo tampoco escampa: la cadena pública ARD publicó una encuesta en donde preguntaban si querían ver más jugadores blancos en la Selección Alemana, entendiendo que Antonio Rüdiger, defensa central y pieza clave del equipo, es negro y su madre nació en Sierra Leona. También preguntaron sobre la conformidad de tener jugadores de ascendencia turca; comentario polémico si se tiene en cuenta que Ilkay Gündogan, capitán del equipo, es hijo de padres nacidos en Turquía. La encuesta, que fue luego calificada -con razón- como una “encuesta de mierda”, no tuvo buena acogida y sólo un 21 por ciento de estúpidos votaron a favor de la misma.
Separar el fútbol de la política es una tarea imposible, así como lo es negar la migración en Europa. Cada vez es más común ver cómo deportistas hijos de una, dos o tres generaciones de migrantes representan a un país en el que nacieron y del cual son -y se sienten- parte. Ahora, lo triste es que si estos deportistas consiguen un logro son socialmente acogidos y admitidos, pero, en los casos en donde no se consiguen los objetivos, los deportistas son llevados a la hoguera pública. Bien lo dijo Mezut Özil, jugador de ascendencia turca campeón del mundo con Alemania en 2014: "Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos". Esto, entendiendo que en cualquier deporte son más frecuentes las derrotas que los triunfos, es un problema social que parece no tener una solución cercana.
Muy por el contrario, cuando la migración se da desde un país desarrollado hacia uno en vía de serlo, el beneplácito es total. Quizá la mejor lección de aceptación y filoxenia la trae la Selección Jamaiquina de fútbol con sus ‘jugadores UB40’.
UB40 es una banda de Birmingham, Inglaterra, que toca reggae o, por su procedencia, “reggae blanco”. De hecho, esta es una agrupación tristemente conocida en Colombia por los incautos que en algún momento creímos que iban a tocar en Ibagué en el 2022; una especie de Woodstock con lechona.
En cuanto al fútbol, así como UB40 es una banda inglesa con raíces jamaiquinas, por lo que se hace el símil con los jugadores que nacieron en Inglaterra pero que representan a la Selección de Jamaica, por esto se les ha puesto el remoquete de la banda.
Para la Copa América que comenzó ayer con el partido entre Argentina y Canadá, Jamaica es uno de los países que ganó el cupo de la Concacaf y hará parte del torneo de selecciones más importante del continente. Debutará mañana sábado contra México y tendrá en su nómina a 13 jugadores nacidos en Inglaterra y cinco son oriundos de Estados Unidos. No todos los jugadores UB40 han tenido raíces jamaiquinas, son varios los casos de jugadores sin raíces de la isla que se nacionalizaron por su gusto por el territorio caribeño o a manera de reivindicación por la colonización inglesa que terminó en 1962.
Mucho tiene por enseñarle esta selección caribeña al diario ARD y a la extremista Marine Le Pen. Sin la ayuda de jugadores provenientes de migraciones, ni Alemania ni Francia hubieran ganado las Copas del Mundo que tanto los enorgullecen. Quizá sea el inglés Ali Campbell, vocalista de la banda, el que mejor describa, a su manera, su gusto por el recibimiento jamaiquino y su sentido de pertenencia por un país con el que, en un primer momento, no tenía relación alguna:
The place I long to be
If I had the whole world
I would give it away
Just to see the girls at play
