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Colombianos, corruptos desde niños: ¿por qué somos así?
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El más reciente informe de Transparencia Internacional del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 180 países en 2023, reveló que Colombia ocupó el puesto 87 con 40 puntos sobre 100, indicando serios problemas de corrupción. En diálogo con CAMBIO, una psicóloga con 16 años de experiencia en población infantil explicó cómo la corrupción se manifiesta desde la infancia.
Por: Redacción Cambio
El más reciente informe de Transparencia Internacional reveló el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de 180 países en 2023. Lamentablemente, Colombia ocupó el puesto 87 con 40 puntos sobre 100, indicando serios problemas de corrupción.
El IPC asigna puntajes donde 100 representa alta transparencia y 0 extrema corrupción; cualquier puntuación inferior a 50 señala graves problemas. Para realizar esta evaluación, Transparencia Internacional utiliza 13 fuentes externas, como el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial, empresas privadas de consultoría y evaluación de riesgos, entre otros, para evaluar la percepción de corrupción en el sector público.
¿Cómo le fue a Colombia?
Colombia obtuvo una calificación de 40 puntos sobre 100, un punto más respecto a su evaluación en 2022. De acuerdo con Transparencia por Colombia, al contrastar este puntaje con las puntuaciones de los últimos cinco años, que se mantuvieron en 39 sobre 100, y con la marca de 36 sobre 100 desde 2012, se ve por primera vez una tendencia positiva en el índice. No obstante, aún se encuentra distante de alcanzar niveles aceptables de transparencia.
A nivel mundial, el promedio se mantuvo en 43 puntos, evidenciando que el 83 por ciento de los países enfrenta graves problemas de corrupción. Dinamarca (90), Finlandia (87) y Nueva Zelanda (85) lideran, mientras que Somalia (11), Venezuela (13) y Siria (13) ocupan los últimos puestos.
¿De dónde viene la corrupción en Colombia?
CAMBIO tuvo la oportunidad de dialogar con Ruth Lorena Lozano, psicóloga de la Universidad Surcolombiana, con una trayectoria de 16 años dedicados al trabajo con la población de primera infancia, infancia y adolescencia.
Según Lozano, existe una relación entre la corrupción y la educación tanto familiar como escolar. En la formación de los colombianos, se identifica una deficiencia significativa: la carencia de un sentido de pertenencia y la presencia del individualismo, factores que contribuyen de manera notable a este antivalor.
“Vamos a perseguir lo que individualmente queremos a costa de lo que sea, pero no tenemos un sentido de paz de comunidad, de cultura, que socialmente tenemos una responsabilidad con nuestro país. Por eso, para nosotros todos los días que salga una noticia de corrupción, es una noticia más”, explicó Lozano.
De acuerdo con la psicóloga, quienes fundan las bases de comunidad es la familia, donde todos sus miembros trabajan juntos, se comunican y se interesan por el bienestar de cada uno de ellos. Sin embargo, en la sociedad actual hay dos extremos viciosos: la sobreprotección y el abandono.
En el caso de la sobreprotección, se le vende a un niño que el mundo se tiene que ajustar a sus necesidades sin importar cómo y los padres hacen todo lo posible para eso.
“Ese niño no crece con principio de realidad y siempre va a querer que las cosas sean a su gusto. Pero también hay inseguridad en el fondo, hay sensación de abandono, porque cuando enfrentan la realidad, viene el sufrimiento, las enfermedades mentales y muchas situaciones en donde se refugian en la mentira y la mentira es corrupción”.
En el otro extremo está el abandono, en este caso, los padres están demasiado ocupados y dejan los niños solos ante dispositivos, celulares y redes sociales. “Ellos se crían con los valores del mundo, que en estos momentos no van alineados con lo que sería el mundo correcto”, agregó.
En la educación, Lozano resaltó la pérdida de autoridad del maestro y actos de corrupción entre estudiantes, como copias en los tareas y exámenes, que también contribuyen a este problema.
“Tenemos unos maestros más interesados en dar una cátedra, hay muchos profesores que no están interesados en la formación del ser. Entonces, hay profesores que, con tal de no meterse en un problema, simplemente se dedican a dar su clase a los estudiantes prácticamente en abandono, no se acercan a ese ser humano para poder formar a una mejor persona”, explicó.
Además, Lozano señala la influencia negativa de las redes sociales en la formación de los jóvenes, que los programan para desear un mundo irreal y fomentan comportamientos egoístas centrados en la búsqueda de dinero y experiencias instintivas, mas no en su formación como persona.