De las minas de Transilvania a la levitación magnética: así fue la evolución revolucionaria de los trenes

El tren más rápido del mundo es actualmente el Maglev, de Shanghái, el cual puede circular a una velocidad operativa de 460 km/h en distancias cortas.

Crédito: Fotos tomadas de San Bernardino History & Railroad Museum / Flickr: The Shanghai Transrapid maglev train

4 Febrero 2025 03:02 pm

De las minas de Transilvania a la levitación magnética: así fue la evolución revolucionaria de los trenes

El primer tren fue creado en 1803, en plena Revolución Industrial, gracias a la invención de la máquina de vapor. Conozca la historia de este medio de transporte, cuya invención significó un punto de inflexión en la historia de la humanidad.

Por: Paula Ricaurte

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Los orígenes del tren, también conocido como 'locomotora', se remontan al siglo XVI en las minas de Transilvania. Durante esta época, las personas construían carriles de madera sobre los cuales se deslizaban pesadas carretas de tracción animal. Un siglo más tarde, hacia 1738, estos carriles comenzaron a ser sustituidos por otros de material más resistente como el hierro fundido

Fue hasta la era de la Revolución Industrial, gracias a la invención de la máquina de vapor, que realmente se creó el primer tren de la historia, capaz de arrastrar bastantes toneladas y recorrer hasta 15 kilómetros de distancia sin necesidad de una cuerda o de caballos. Este invento, que hoy damos por sentado, revolucionó la historia a nivel tecnológico, industrial e incluso económico. Conozca los detalles de esta historia.

Locomotoras de vapor: un invento que revolucionó al mundo

La locomotora de vapor es un tipo de locomotora impulsada por la acción del vapor de agua.
La locomotora de vapor es un tipo de locomotora impulsada por la acción del vapor de agua. Crédito: Freepik

Para hablar sobre la historia del tren es importante referirse a la máquina de vapor, una de las invenciones más importantes de la Revolución Industrial. Gracias a ella, se pudieron crear vehículos con mayor capacidad para recorrer distancias, mayor velocidad y, por supuesto, sin la necesidad de utilizar animales.

La primera locomotora de vapor fue construida por el ingeniero inglés Richard Trevithick en 1803 y fabricada en 1829 por George Stephenson. Su llegada significó un avance tecnológico extraordinario, pues permitió que, por primera vez, se comunicaran regiones geográficas distantes en un tiempo demasiado corto para la época.

La locomotora de vapor también permitió el desplazamiento de grandes cantidades de pasajeros y mercancía, lo que significó un antes y un después en la era industrial, pues las empresas comenzaron a conectarse con nuevos mercados.

Ante los evidentes avances de la primera locomotora a vapor, en 1830 se inauguró la primera línea ferroviaria del mundo entre dos ciudades: Liverpool y Manchester. Para finales del siglo XVIII, la gran mayoría de trenes comenzaron a funcionar con locomotoras de vapor y no con la ayuda de animales o cuerdas.

Del vapor al diésel

En 1890, se construyó en Suecia la primera línea ferroviaria no ideada para locomotoras de vapor. Esta se constituyó como la primera línea electrificada diseñada para ferrocarriles de suministro eléctrico, lo que significó el inicio de las locomotoras con combustible diésel.

A partir de 1910, las locomotoras de vapor comenzaron a ser reemplazadas por las de combustible diésel. A pesar de que estas nuevas formas de propulsión eran más complejas y costosas que la energía de vapor, requerían menos mano de obra y eran más limpias.

En este tipo de tracción se utilizaba como fuente de energía aquella que era generada por un motor de combustión interna de ciclo diésel, el cual suele ser de dos o cuatro tiempos. El sistema fue inventado en 1898 por Rudolf Christian Karl Diesel, un ingeniero mecánico alemán.

En 1925 aparecieron las locomotoras diésel eléctricas. Fue así como la 'dieselización' de las locomotoras se completó en la mayoría de los países del mundo en la década de 1970, aunque las locomotoras de vapor se siguieron usando en los ferrocarriles patrimoniales operados en muchos países para el mercado de ocio.

Locomotoras eléctricas

Posteriormente, se crearon los trenes o locomotoras eléctricas, cuya fuente principal de energía es la eléctrica que proviene de una fuente externa.

Estas máquinas requieren de la instalación de cables eléctricos de alimentación a lo largo de todo el recorrido, los cuales están localizados a una altura por encima de los trenes con el fin de evitar accidentes. A este proceso se le denomina 'catenaria', dada la forma que adopta el cable del que cuelga el cable electrificado.

Hacia la década de los ochenta se integraron como propulsores de vehículos eléctricos ferroviarios los motores asíncronos, y aparecieron los sistemas electrónicos de regulación de potencia que dieron el espaldarazo definitivo a la elección de este tipo de tracción por las compañías ferroviarias.
 

Los trenes del futuro

Se espera que a futuro los trenes sean híbridos. Crédito: Freepik
Se espera que a futuro los trenes sean híbridos. Crédito: Freepik

En la actualidad, la gran mayoría de redes de ferrocarriles cuentan con locomotoras autopropulsadas dependientes del diesel. Sin embargo, el cambio climático y las nuevas preocupaciones del siglo XXI apuntan a la construcción de trenes más sostenibles y capaces de alcanzar una mayor velocidad.

Según la plataforma española Metroligero, en un futuro se espera que haya más trenes de tracción de pila de hidrógeno y gas natural licuado. De igual forma, se espera que a futuro los trenes tengan una mejor velocidad y puedan construirse a partir de materiales más ligeros que apuesten por energías verdes.

Uno de los referentes actuales en materia de velocidad de tecnología ferroviaria es el tren japonés Shinkansen L0, desarrollado por Japan Railways. Funciona a través de la levitación magnética por superconductores y puede recorrer hasta 603 kilómetros por hora. 

El Shinkansen L0 es un tren que pertenece al sistema de transporte de levitación magnética, el cual utiliza un gran número de imanes para la sustentación y propulsión a base de la levitación magnética. Estos tienen la ventaja de ser más rápidos, silenciosos y suaves que los sistemas que los sistemas de transporte público convencionales.

En cuanto a dimensiones y capacidad, este tren cuenta con vagones que miden 28 metros y tienen un espacio para 24 pasajeros. Asimismo, la ocupación total puede ser de hasta 68 personas y su 'nariz' llega hasta los 15 metros de longitud.

Hoy también la apuesta es de trenes híbridos diesel-eléctricos, los cuales reducen la emisión de óxidos de nitrógeno en un 60 por ciento con respecto a los trenes convencionales y un 10 por ciento menos de consumo de combustible.

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