Primer año de ChatGPT
4 Noviembre 2023

Primer año de ChatGPT

En artículo para CAMBIO, Eduardo Sánchez, profesor de tecnología en Suiza, habla del primer año de ChatGPT y de lo que se viene para la inteligencia artificial en el futuro cercano.

Por: Eduardo Sánchez

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El primer cumpleaños de ChatGPT está cerca: en efecto, aunque pareciera que hace ya una eternidad que convivimos con esta herramienta informática, fue solo el 30 de noviembre de 2022 que la empresa californiana OpenAI puso a disposición del público este “programa de inteligencia artificial” (IA, o AI en inglés), capaz de generar textos como respuestas a preguntas de todo tipo, formuladas a través del sitio web chat.openai.com o desde una aplicación independiente. Desde ese momento, el éxito ha sido enorme, no solo público sino mediático: aunque las estadísticas son difíciles de establecer a causa de la velocidad vertiginosa con que cambian, se puede decir que tiene casi 200 millones de usuarios, que lo utilizan más de mil millones de veces por mes y que genera casi 100 millones de dólares de cifra de negocio mensual.

Durante su corta vida, ChatGPT se ha introducido en la vida cotidiana de una gran parte de la humanidad industrializada y ha popularizado una tecnología mal conocida del gran público hasta hace muy poco. La IA ha estado destinada a transformar la industria desde la venta al detal hasta la salud. Microsoft, que se convirtió en el principal inversor de OpenIA, introdujo su propia versión de ChatGPT, inicialmente en su buscador Bing.  Pero muy pronto, como parte integral de su grupo de herramientas de oficina, Microsoft 365. Google, lanzó Bard, que sería integrado a su propia galaxia de aplicaciones (Gmail, YouTube, Docs, Maps, por ejemplo), con la intención de convertirlo en un super asistente personal, capaz de planificar las vacaciones, contestar los correos, proponer videos, músicas, itinerarios, etc., todo con base en las informaciones personales que cada usuario le entrega a Google, voluntaria o involuntariamente.

Por supuesto, OpenAI no ha permanecido inactivo ante la aparición de estos competidores. Una nueva versión está anunciada, Chat-GPT-4, con varias novedades con respecto a la versión inicial, que lo convierten en una herramienta más universal, en una especie de asistente para toda la vida cotidiana:

  • Las preguntas podrán hacerse visualmente, presentándole una foto: ChatGPT sería capaz de analizar la imagen y contestar, por ejemplo, cuáles son los sitios interesantes para visitar en los alrededores o, si es el interior de la nevera, hacer automáticamente el pedido de los productos faltantes;
  • Además de la visión, la voz ocupará también un lugar importante en la interfaz: si ya es posible hacer preguntas orales, ChatGPT podrá responder oralmente, con diferentes voces, que el usuario seleccionará a su gusto;
  • DALL-E, el programa de generación de imágenes propiedad de OpenIA, será integrado a ChatGPT, y podrá generar imágenes además de textos, con pedidos que describen las imágenes deseadas, hechos textual u oralmente;
  • La base de datos utilizada por ChatGPT será actualizada con accesos en línea al web, ya que los datos de la versión inicial llegaban únicamente hasta el año 2021.

Estas novedades estarán disponibles únicamente, en un primer tiempo, para los usuarios de la versión comercial, que deben pagar 20 dólares por mes. Y no lo estará en todos los países…

En paralelo a esta versión universal, habrá muchas versiones personalizadas de ChatGPT: OpenAI vende un kit de desarrollo que permite a terceras empresas la venta de productos que utilizan bases de datos reducidas y personalizadas para responder a preguntas en un dominio seleccionado. Un político suizo, por ejemplo, responde de manera virtual a preguntas que le puede hacer cualquier usuario de su sitio web, y las respuestas se basan en documentos _ discursos, artículos, etc._ escritos por el político.

Además, hay rumores de que, en un futuro cercano, habrá un nuevo producto revolucionario: un dispositivo equivalente a un smartphone, con funciones controladas totalmente con IA. El proyecto tendría una financiación de mil millones de dólares, suministrada por SoftBank, gran empresa japonesa que tuvo recientemente una entrada exitosa en bolsa y que es propietaria de otro gran actor de la informática: la empresa inglesa ARM, vendedora del diseño del microprocesador utilizado por un gran número de los productos clave de la informática actual. Los rumores dicen igualmente que en el diseño participaría Jony Ive, antiguo responsable de diseño en Apple de productos como el iPhone, entre otros.

Sin embargo, la posibilidad de obtener respuestas falsas (“alucinaciones”, como se les llama en la jerga de la IA) continúa, a causa del método utilizado para generarlas: el texto de la respuesta se genera palabra por palabra, a partir del análisis de una base de datos gigantesca, calculando la probabilidad estadística de la palabra siguiente. Y este método se aplica hasta para cálculos aritméticos, como se ve en el diálogo establecido por el autor con ChatGPT, donde se obtiene un resultado falso para una suma simple (ver la figura).

Foto de captura

Estos progresos tecnológicos no pueden esconder los problemas éticos, e incluso legales, que siguen sin solución. Veamos algunos: ¿Cuáles son las bases de datos utilizadas para entrenar el programa? ¿Cómo se pagan los derechos de los propietarios de esas bases de datos? ¿Cómo se evitan los problemas de manipulación de opinión creados por textos o imágenes falsos? ¿Cómo evitar sesgos en las respuestas en función de las bases de datos utilizadas? Y, aún más grave: ¿Cómo controlar el poder económico, social y político adquirido por unos pocos gigantes tecnológicos gracias al dominio de esta tecnología tan intrusiva? 

Como lo dicen Daron Acemoglu y Simon Johnson, eminentes profesores de economía de MIT, en su reciente libro Power and Progress, “el camino actual de la inteligencia artificial no es bueno para la economía ni para la democracia y, lamentablemente, estos dos problemas se refuerzan mutuamente”.

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