Podcast Somos Comunidad: Cambiar la cultura

Habla fuerte, enfatizando cada palabra con los movimientos terminantes de sus manos.

Al oír las vicisitudes personales y problemas comunitarios que Nelly Astrid Alba Durán ha debido enfrentar, se entiende por qué demuestra tanto temple en cada palabra y ademán.

Para empezar, no ha sido fácil ser mujer en su familia y en la población de Sardinata. Ahora sonríe un poco, pues sus treintaitrés años han echado un barniz de indulgencia sobre aquellos recuerdos tenaces.

Viene de una familia conservadora. “Goda”, dice con sarcasmo, en la que tuvo que soportar el papel secundario de las mujeres, el peso de los convencionalismos y tradiciones y la conducta machista de un padre y su malhumor, conducta a la que con frecuencia en aquella región se suele equiparar al carácter como una excusa.

La misma intransigencia que enfrentó dentro de su casa, la rodeó fuera de ella, en Sardinata, en donde la gente ha tenido que convivir con la violencia histórica de paramilitares, guerrilleros y demás grupos armados que operan en la región.

Dos problemáticas del municipio demandan buena parte de su tiempo en su propósito de transformar la cultura para impulsar el cambio de Sardinata. El primero, es el ambiental. Nelly Astrid no se cansa de repetir lo que explica en sus reuniones comunitarias: “para mí la evolución de la persona es aprender a vivir con el entorno”.

Incentivar un pensamiento ambientalista en una región tan rica, biodiversa pero atravesada por una problemática crítica que cuestiona la forma como grupos armados del Catatumbo se apropian de los recursos y la manera como muchos habitantes ven restringido su acceso a la tierra, suele requerir una particular tenacidad y estrategias a largo plazo. No es fácil hablar de preservación del medio ambiente en una región cuyas montañas sirven por igual para plantaciones de café y para cultivos de uso ilícito.

Con frecuencia recorre la región de Las Mercedes, tomada hace años por grupos armados que controlan el negocio derivado del uso ilícito de la tierra, como el narcotráfico y la explotación de recursos mineros. Allí ha constatado, por ejemplo, que los grupos armados han monopolizado los precios de la hoja de coca, al punto que pagan tarifas irrisorias a los labriegos que la producen. Para muchos campesinos este cultivo ya no es rentable. Nelly Astrid alza la voz y endurece el ceño para concluir: “un estado atento apoyaría a esos campesinos cansados de la coca y les propondría proyectos productivos de cacao que les daría los mismos ingresos”.

La otra problemática en la que ha volcado su empeño es el combate de la corrupción a través de la fiscalización de la administración pública y que ejerce como presidente del Consejo Territorial de Planeación del Municipio. En las rendiciones de cuenta por parte de la alcaldía de Sardinata ha percibido el miedo que siente la gente de ejercer control sobre las instituciones. Pero a ella no le ha temblado la voz. “No me da temor decirles a los funcionarios las cosas que están haciendo mal, y aquí me respetan porque siempre en nombre de la gente he ejercido esa autoridad”, reitera con el índice firme.

Gracias a la autoridad comunal que ha ejercido en Sardinata ha puesto en evidencia una situación que parece habitual en los territorios que hacen parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Muchas administraciones, de acuerdo a Nelly Astrid Alba, hacen pasar como logros propios de su gestión aquellos proyectos financiados con recursos del orden nacional dispuestos para regiones incluidas en los PDET, como Sardinata.

Su hermana, Vivien Alba, ha sido la responsable de que Nelly Astrid haya emprendido esta aventura de quince años de servicio social. “Ella me enseñó que para ejercer derechos hay que conocer la ley”, concluye agradecida.