Podcast Somos Comunidad: Invisible liderazgo
19 Noviembre 2022

Podcast Somos Comunidad: Invisible liderazgo

Crédito: Fotografía: Juan Acosta

"Desde que regresó a la vereda Bucheli, luego de estudiar tecnología del medio ambiente en 2010 en el Sena de Medellín (Antioquia), se propuso a cambiar su historia personal y la de las familias de su comunidad ante el panorama desolador que encontró", cuenta Eccehomo Cetina sobre la líder Sandra Quiñónez en la segunda parte del podcast Somos Comunidad.

Por: Eccehomo Cetina

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La camioneta sale al amanecer hacia la zona de Alto Mira y la frontera con Ecuador. Dos veces por día, el vehículo de plataforma con estacas se interna por las vías destapadas hasta los dominios mismos de los grupos armados que manejan las selvas de esta parte del pacífico nariñense.

El recorrido, a excepción del estropicio metálico del carro Mazda por los caminos llenos de cráteres, se hace con mucho sigilo. De este modo, atraviesa veintiocho veredas, como Candelillas, Bajo y Alto Jagua, Vuelta de Candelillas, Bucheli y otras.

Los habitantes cautelosos de tales veredas esperan la camioneta por una razón: es la encargada de recoger los desechos reciclables como el plástico, el cartón, el aluminio y la chatarra que, de otra manera, terminarían en los ríos y cañadas de una selva que hierve al fuego lento de treintaidós grados Celsius.  

Adentro, a través del parabrisas pringado de lodo, se alcanza a ver la melena afro de Sandra Quiñones Jiménez, quien a veces acompaña los recorridos que terminan en un centro de acopio en la vereda Candelillas. En una semana llegan a recoger hasta catorce toneladas de materiales útiles.

Desde que fundó Ecomira—una organización dedicada a la recuperación de materiales aprovechables—se adentra en la zona con suma precaución, acatando siempre las órdenes de los grupos armados que prohíben el porte de celulares para evitar que se hagan registros visuales de lo que ocurre allí. La obediencia a estas órdenes inflexibles es lo que la ha preservado en su trabajo diario, pero, además, la ha motivado a desarrollar un liderazgo estratégico que ha terminado convirtiéndose en una forma invisible de empoderamiento de las madres cabeza de familia y los muchachos que conforman su colectivo.

Desde que regresó a la vereda Bucheli, luego de estudiar tecnología del medio ambiente en 2010 en el Sena de Medellín (Antioquia), se propuso a cambiar su historia personal y la de las familias de su comunidad ante el panorama desolador que encontró.

Fotografía: Juan Acosta.
Fotografía: Juan Acosta.

Bucheli es un poblado que lleva el nombre glamuroso de Julián Bucheli Ayerbe—primer gobernador del departamento de Nariño (1904)—y cuya realidad está lejos de representar el linaje del ilustre apellido del prócer, pues sus 2.500 habitantes malviven entre la basura del relleno sanitario a donde llegan los desechos de Tumaco y otras zonas del departamento de Nariño.

El llamado relleno sanitario es un basurero a cielo abierto que, si bien afecta con sus malos olores y daño medio ambiental a la vereda, es el escenario de un paradójico drama, pues permite diariamente que el sesenta por ciento de la población, es decir, unas 900 personas se beneficien del reciclaje. Entre los desperdicios es habitual ver, incluso, a decenas de niños entre los 6 y 7 años recogiendo y separando inmundicias junto a sus padres, pues es la única manera como pueden tener un ingreso para sobrevivir.

Comenzó a hacer un trabajo de sensibilización entre los habitantes que debían, contra toda regla ambiental, convivir con el basurero a solo cien metros de sus casas.

Para profundizar

La apatía pública comenzó a vencerla con los mismos niños. Sonríe antes de explicar la manera como inició su estrategia de liderazgo invisible: “si un adulto trata de hablarte tal vez lo ignores, pero si un niño se te para enfrente con un mensaje, creo que lo oyes. De esta forma, usé la estrategia para que fueran los niños quienes transmitieran el mensaje. De mi parte, los he formado en temas y conceptos ambientales. Así salen a las calles a convencer a los adultos”.

El segundo obstáculo lo superó y lo sigue sorteando todos los días con mucho tacto, pues la presencia de los grupos armados—aunque no es tan manifiesta en Bucheli como en las veredas más alejadas de Tumaco—si requirió tomar una medida decisiva. Convenció a su colectivo de no consultar las determinaciones comunales con ningún cabecilla para restarles el poder que habían alcanzado sobre la gente. Pero, para que esto no fuese una medida desafiante, Sandra Quiñones debió ampararse en la palabra.

Es decir, comenzó a nombrar sus actividades y acciones de otra manera. “Aprendimos a manejar el lenguaje para decir lo mismo, pero con otras palabras”, explica. De este modo, las jornadas para prevenir el reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes—y que requerían reuniones y talleres con la comunidad—las llamó actividades de recreación para el empleo del tiempo libre.

La estrategia de liderazgo invisible dio resultado. El grupo pudo trabajar con la comunidad y los niños encontraron un espacio de formación y aprendizaje de valores que antes se perdía en su trabajo de separación de residuos en el basurero. Así formó, a la vista de todos, los primeros “Guardianes Verdes” de la vereda.

Por tal razón, esta lideresa de 29 años sonríe satisfecha. Su cara refleja la misma alegría que ella dice haber sentido hace algunos meses, cuando junto a la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD) terminó el más reciente taller con treintaiún pequeños.

Los niños me abrazan, me miran, me expresan su cariño y me dicen que sigamos. Se creó un grupo de baile y mi idea es generar sentido de pertenencia”, concluye llena de ilusión.

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