¿Cómo enfrentar un posible déficit de gas natural en Colombia?

La transición energética es un concepto más simple de traducir de lo que parece: se trata de pasar a un modelo productivo de bajas emisiones de manera rápida, eficiente y asequible para reducir el aumento del calentamiento global.

La Agenda 2030, la mayor sombrilla de desarrollo sostenible del planeta, trae consigo un desafío: los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que están interrelacionados, y no se puede sacrificar ninguno para cumplir otro. Esto, sumado a un mundo con recursos limitados, impone la necesidad de respuestas equilibradas en lo financiero y lo ambiental. 

Lo mismo ocurre con las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional en el marco del Acuerdo de París que se ha fijado Colombia para 2030. Teniendo en cuenta el presupuesto disponible y las brechas del país, no es posible pensar en saltos drásticos, sino que se impone la necesidad de pasos graduales.
Nadie prevé una matriz 100% de generación con renovables no convencionales ni siquiera para 2050, y al hidrógeno aún le queda un camino largo por recorrer para entrar a la ecuación en una proporción significativa por razones de costos, de mercado y de desarrollo tecnológico.

Adicionalmente, el gas natural no solo seguirá siendo esencial para clientes residenciales (por bienestar y economía) y comerciales (por competitividad), sino que ya tiene y tendrá un papel protagónico en políticas públicas de reindustrialización, que incluya reemplazo de carbón, generación térmica de bajas emisiones y movilidad sostenible de carga y pasajeros. 

Pero lo que es aún más: sin hidrocarburos, el país no irá hacia la electrificación, sino al carbón y la leña. De hecho, hoy nuestro país consume más carbón, leña y bagazo (21%) que electricidad (17%) o gas natural (16%). El primer desafío está en fomentar la sustitución de energías primarias de mayor impacto ambiental por gas natural. 

Lo que es aún más grave: actualmente, una de cada cinco personas está en situación de pobreza energética en Colombia, es decir que el 19 por ciento de la población del país, cerca de 9.6 millones de personas, cocinan con leña, carbón o desechos. ¿Cómo se resuelve esto sin gas natural?

Por otro lado, se trata de un energético que también es eje de la eficiencia energética gracias a su versatilidad. Debemos producir más consumiendo menos, y soluciones como la autogestión y la cogeneración a partir de gas natural son soluciones que aumentan competitividad al tiempo que reducen huella ambiental.

Finalmente, el gas natural es y será clave para dar respaldo y confiabilidad a la generación de las energías renovables no convencionales intermitentes. 

¿Qué pasa con el abastecimiento?

Según la última declaración de producción 2023-2032 publicada por el Ministerio de Minas y Energía, el potencial de producción en 2023 de los campos existentes es de 1.150 Millones de Pies Cúbicos por Día (MPCD), aproximadamente, que declinar paulatinamente hasta unos 700 MPCD en 2028, cuando se esperan incorporaciones importantes de recursos offshore.

Por ello, se deben aprovechar todas las capacidades nacionales de campos menores; optimizar la producción de campos tradicionales; hacer seguimiento y dar apoyo para que el offshore supere sus rutas críticas y se ponga a disposición de la demanda en el momento que se requiera; y facilitar nuevas capacidades de importación que apoyen el déficit transitorio 2026-2028, que posteriormente se conviertan en infraestructuras de confiabilidad para el sistema de gas.

El Ministerio de Minas y Energía debe acompañar a agentes e instituciones, buscando alineación a fin de resolver las diferentes rutas críticas y/o se tomen las decisiones de los proyectos de exploración y conexión de gas natural a la demanda. Igualmente, se necesita un marco regulatorio apropiado para un escenario de escasez contractual, a fin de lograr asignar toda la oferta de gas natural disponible de la manera más eficiente. No se puede castigar a la demanda con procesos de comercialización pensados para estimular la competencia cuando lo que se requiere es el aprovechamiento óptimo del recurso.

Para resolver un periodo de 3 a 4 años de déficit, se debe trabajar en 3 líneas: 1) apalancar proyectos transitorios de gas natural importado sobre infraestructura existente; 2) desarrollo flexible de nueva infraestructura y 3) tiempos cortos de desarrollo (agilidad en el licenciamiento ambiental y consultas previas), porque no sirven megaproyectos bien concebidos pero que no entren nunca o después del periodo de necesidad.

También se debe diseñar un modelo de estampilla nacional que viabilice la competencia de suministro con independencia de la distancia y apalanque el crecimiento del Sistema Nacional de Transporte, lo que ayudaría a viabilizar proyectos de confiabilidad.

Por ello, se necesita más claridad para la puesta en operación de algunos proyectos del Plan de Abastecimiento de Gas Natural de la UPME para atender la demanda creciente al interior del país ante una posible escasez.

Respecto de infraestructura en distribución, la CREG debe definir la metodología de confiabilidad para poder acometer obras claves para la continuidad del servicio, y también actualizar valores de unidades constructivas para que reflejen las nuevas realidades normativas y de mercado.

La prioridad debería ser el gas natural nacional. Recordemos el Principio de Responsabilidades comunes pero diferenciadas incluido en la Convención de Río de la ONU: todos los estados tienen una responsabilidad en abordar los desafíos del cambio climático, pero no todos tienen las mismas obligaciones ni responsabilidades al respecto. 

Colombia, como todas las naciones, tiene un compromiso de generar adaptación y mitigación frente al cambio climático. Pero si las emisiones le cuestan al planeta sin importar donde se generan, ¿Por qué sacrificar la producción local, que significa las mismas emisiones que si se hace en otro lugar, y con menos costos para las personas? Si el gas natural avanza, el país avanza.

Contenido elaborado con el apoyo de Vanti.