5G ¿para qué? Retos para una asignación exitosa del espectro

Crédito: Freepik

8 Noviembre 2023

5G ¿para qué? Retos para una asignación exitosa del espectro

“Decir que 5G reducirá a corto y mediano plazo la brecha digital es un error y no va a pasar en Estados Unidos, Chile o Colombia, en ningún lado” José Otero, vicepresidente de 5G Américas

Por: Contenido especial

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A finales de este año será la tan esperada asignación del espectro 5G, uno de los puntos más relevantes del plan de gobierno del presidente Gustavo Petro. Sin embargo, para los colombianos aún existen grandes interrogantes sobre el tema, quizás el principal es sobre los usos de 5G. ¿Cómo beneficiará esta red a la población en general y que significa para el país? 

De acuerdo con José Otero, vicepresidente de 5G Américas, es clave entender que 5G se destaca por las altas velocidades que permite, además de una importante disminución en la latencia, es decir en el tiempo que tardan los datos en ser transferidos. Teniendo en cuenta esto, Otero aclara que para soportar estas velocidades se necesitan los teléfonos adecuados y también unos planes de despliegue de red que estén acordes con los servicios que serán habilitados, dos factores que han sido desestimados en el debate y que le impedirán a la población aprovechar 5G como se debe. 

¿Para qué las altas velocidades? En un escenario ideal, la red de quinta generación permite el fomento de servicios de telemedicina, educación y teletrabajo, sin embargo, estas son iniciativas que no se logran solo brindando cobertura, “Pensar que haremos cirugías remotas de corazón o cerebro en una zona rural, por temas económicos, es una fantasía. Pero si se puede hacer telemedicina, por ejemplo una consulta remota con el paciente o consultar con expertos para obtener diagnósticos a distancia”, destacó Otero.

Aseguró, que para que los colombianos de las zonas rurales puedan explotar esta tecnología, es necesario que se identifiquen los objetivos que se quieren lograr con la conectividad, así será mucho más sencillo determinar las velocidades que deben implementarse. Por ejemplo, quizás en las zonas portuarias lo que se necesita es un esquema inalámbrico fijo de 5G para conectar vehículos autónomos y otros elementos avanzados; pero en Chocó, Vichada o Casanare, se requieren velocidades de 50 megabits por segundo, las cuales pueden lograrse expandiendo redes de cuarta generación, que son más baratas y funcionan con una gama de teléfonos asequibles.

En la experiencia de Otero, con poco software y poca infraestructura, una red de cuarta generación puede convertirse en una red de 5G autónoma o NSA, como se conoce a la fase inicial de implementación de 5G, caracterizada por aprovechar las redes 4G. Esta es la tecnología, que en su mayoría se está desplegando en América Latina, permite que una vez determinado el servicio que se quiere ofrecer a la población, se establezcan las velocidades necesarias. Esto les ayuda a los operadores a ofrecer un plan de negocios flexible, que no les impacte tanto a nivel económico, cumplir las metas del gobierno y llevar beneficios a bajo costo.

La segunda fase de 5G o 5G completo, requiere la instalación de gran cantidad de infraestructura nueva, bastante costosa, que no tiene como objetivo romper la brecha digital. De acuerdo con el vicepresidente de 5G Américas, hoy más del 100% de la población colombiana está cubierta bajo una u otra red, si se consideran los satélites de baja y alta órbita.

“Parte del problema aquí es de pobreza, de no poder pagar, por eso cuando vemos iniciativas como las de Estados Unidos, sobre el fondo de servicio universal para fomentar la demanda, vemos que son proyectos enfocados en el poder adquisitivo de las personas y ese el tema principal. 5G no es para cubrir la brecha digital, para cubrirla hablamos de 4G”, destacó Otero.

José Otero, vicepresidente de 5G Américas
José Otero, vicepresidente de 5G Américas.
Foto: Telefónica. 

Asimismo, reiteró que el tema de los precios de los teléfonos y de las recargas es fundamental y muy poco discutido. Las redes de cuarta generación, permiten ofrecer velocidades de 20, 50, 100 megabites por segundo a los habitantes de zonas rurales remotas en Colombia, con dispositivos con precios que oscilan entre los 150.000 o 200.000 pesos, mientras que en la red 5G el teléfono más barato cuesta alrededor de un millón de pesos. Estas son situaciones que, según Otero, hacen una evolución de 5G más lenta comparada con generaciones anteriores, una situación presentada prácticamente en toda América Latina y en regiones emergentes como el Sur de Asia y África.

Sector corporativo, el más beneficiado

Esta la primera generación móvil que apunta al sector empresarial. 5G eventualmente permitirá la conexión de un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, eso no le sirve mucho al consumidor, pero si a las empresas para el desarrollo de Internet de las Cosas, IoT, y la digitalización, sobre todo porque las latencias disminuyen de 20 mili segundos a un milisegundo. Según el experto de 5G Américas, es imposible que un ser humano note la diferencia, pero, por ejemplo, en transacciones financieras hay un impacto positivo al aumentar la velocidad. También los vehículos autónomos, los sistemas de Inteligencia Artificial, realidad virtual, aumentada, analítica, machine learning y blockchain también se verán potenciados, esto puede reducir su costo hasta en un 80%, es decir que los precios bajaran para masificar los servicios. 

“En los próximos años los smartphones irán disminuyendo de precio y veremos aplicaciones y servicios más sofisticados, mejores gráficos, realidad virtual, hologramas y esquemas en tiempo real. El mundo de los videojuegos será impulsado por el metaverso y la realidad virtual, esto será posible gracias a las redes de quinta generación”, declaró Otero.

Colombia hacia la asignación del espectro: retos y oportunidades

Para el vicepresidente de 5G Américas, es importante aclarar el contexto en el que se da el proceso de asignación del espectro, el cual se enmarca en varias condiciones atípicas en el país, la primera de ellas es que, debido a la pandemia, muchas de las obligaciones adquiridas por los operadores en la subasta 4G de 2019, se atrasaron más de un año. Esto quiere decir que la instalación de infraestructura en poblaciones rurales, que debió iniciar en marzo de 2020, inició en 2021 o 2022 y con ello las inversiones.

Recordemos que en 2019 se asignaron permisos para la cobertura de telefonía e Internet móvil 4G en 3.658 localidades de zonas rurales en los 32 departamentos del país, que equivalen a compromisos de inversión por 2,24 billones de pesos en los próximos cinco años. De acuerdo con Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, MinTic, de estos compromisos, Claro tiene 1.348 localidades a desplegar entre el 2020 y el 2025; Tigo 1.636 entre el 2021 y el 2025; y el resto 674 localidades entre el 2020 y 2021.

A esto se suma otro elemento financiero, y es la renovación de licencias del espectro, que ocurrirán este año y el que viene, más la renovación de las concesiones para seguir operando en Colombia sin disrupción de servicio, en tercer lugar, está la subasta de 5G el 20 de diciembre de este año, donde se adquieren nuevas obligaciones de inversión. En palabras de Otero, tener esta combinación, generará un impacto muy fuerte en las finanzas de los operadores, sobre todo en los de menor porte y puede ser perjudicial para su estabilidad financiera.

“Si es conveniente o no, dependerá de los pliegos de la subasta. Hasta el momento sabemos que el 90% de lo que se ofrezca por cada bloque del espectro radioeléctrico va a estar destinado al despliegue de infraestructura, sin embargo, no conocemos los requisitos para este despliegue o cómo será el proceso para determinar cuanta infraestructura va a estar desplegando cada operador que logre una concesión”, explicó Otero.

Agregó, que estos requisitos, más todo el escenario económico, son importantes para que los operadores logren cumplir los compromisos con la población sin tener un impacto negativo en sus finanzas.

¿Qué está pasando en Latinoamérica?

El espectro se puede entregar de varias formas: de forma directa sin costo, con costo, por medio de una subasta y en procesos híbridos; en la región las condiciones varían de acuerdo al país, sin embargo, la salud financiera de los operadores es muy importante, teniendo en cuenta que el precio del espectro en los países de América Latina es de los más costosos en el mundo. Un estudio de la GSMA en 64 países confirma que el espectro caro está provocando que millones de personas no puedan acceder a servicios de banda ancha móvil o experimenten una calidad de red reducida.

El tema de los costos ha provocado que, en varios países de la región como Brasil, México y Argentina, algunos operadores hayan tenido que devolver este recurso natural por falta de inversión para cumplir con los compromisos acordados.  Por ejemplo, en México el pago anual por uso de espectro representaba casi el 40% de los ingresos de un operador, antes de impuestos. “Con esa carga impositiva es imposible ser rentable en un mercado”, dijo Otero.

El costo de la infraestructura también es un factor determinante, para cubrir con 5G todo el territorio colombiano utilizando frecuencias medias y altas, es necesaria la instalación de cientos de miles de antenas, ante esta realidad, una de las alternativas más viables es la compartición activa de infraestructura, una iniciativa que hoy adelantan Tigo y Movistar ante la Superintendencia de Industria y Comercio.

“Si cada operador coloca sus propias antenas, sobre todo en las zonas apartadas del país, ninguno tendrá un retorno de inversión, Ante esto, se pueden dividir por ciudades y que cada operador cubra una parte y luego hacer roaming, esa es una forma de hacer despliegues más rápidos y sin tanta inversión” aclaró Otero.

Asimismo, aseguró que este es un modelo que lleva años en Brasil, en la zona de la Amazonía; en Chile, en regiones glaciales y en atacama. Según asegura el experto, también surgirán operadores neutros enfocados en el servicio de fibra óptica e inalámbrica. En sus palabras, forzadamente surgirán distintos esquemas ante una realidad donde se necesitará un incremento exponencial de infraestructura de telecomunicaciones, esta misma necesidad impedirá que, incluso el operador más grande del sector pueda cubrir todos los gastos.
 

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