Mi libro favorito: 'La luz difícil' y 'El fin del Océano Pacífico'

Me fascinan esos textos que caen dentro de la categoría de lo-que-piensan-los-hombres-cuando-están-callados. Textos que normalmente son profundamente íntimos en el fondo, y cotidianos en la superficie. Esos textos en los que un hombre en una hamaca, describe cómo las gotas de la ventana le recuerdan momentos felices, igual como cuando los niños buscan formas en las nubes. En esta categoría están Amis padre e hijo, y otros de su estirpe. Pero, según mi criterio de lectora desprevenida y bastante poco educada en literatura, están de primeras las novelas de Tomás González. 

En ese orden de ideas, me tomo la licencia de no escoger un libro, sino dos. El primero es La luz difícil, una novela corta que se lee rápido, pero se procesa despacio, en la que un hombre de esos que no le tienen miedo a llorar y a querer, cuenta la historia de cómo pierde a su hijo en la otra costa del enorme país en el que vive. Y dos, El fin del Océano Pacífico, una novela que espero releer cuando por fin logre ir a ver ballenas en Nuquí, en el que otro hombre, aunque tal vez el mismo, cuenta cómo va perdiendo su propia vida. En ambos libros hay amores bonitos, miradas desprevenidas, pero brutales de la realidad y una oda a la belleza de la vida, incluyendo todas sus tristezas. 

Me gusta tanto explorar la mirada masculina desde González, que hace un par de semanas me robé de la biblioteca de mi mamá Viaje a pie de Fernando González, pensando que podía ser el libro del que se tratara estos párrafos y no encontré ni las nubes, ni las gotas, ni la belleza, ni las tristezas. En la categoría lo-que-piensan-los-hombres-cuando-están-callados, me quedo con González, pero el joven.