Daniel Samper Ospina
14 Enero 2024

Daniel Samper Ospina

SI VERÓNICA ES PRESIDENTA

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Podría recostarme en la consabida columna de predicciones de comienzo de año y encarnar por un minuto a Regina 11, a Walter Mercado, incluso a Alejandro Gaviria, para aventurar una serie de vaticinios a todas luces evidentes:  no en vano es año bisiesto y los astros lanzan signos de lectura fácil. Mercurio está tan retrógrado como Enrique Gómez. Venus entra en la séptima casa si no del zodiaco, al menos del conjunto de Santa Ana de Chía (hablo de Venus Alberto Silva, copartidario del presidente) y pide velas rojas, muchas velas rojas, en parte para contrarrestar los efectos de Piscis, en parte porque puede haber apagón. Y ante tantas y tan evidentes señales, cualquiera podría clamar como profeta que a finales de año Pachito Santos logrará salir del ascensor desde el que envía selfies de emergencia; que Álvaro Leyva renunciará a la Cancillería y lo reemplazará el hijo de Thomas Greg; que Álvaro Uribe se acogerá a la JEP como última maniobra dilatoria para salvarse de la cárcel (y le impondrán como pena sustituta encerrarse en el ascensor con Pachito Santos, precisamente). 

En mayo Daysuris del Carmen Vásquez se cambiará el nombre ante notario: se hará llamar Daysuris María Vásquez y su testimonio llevará a la cárcel a Nicolás Petro. En septiembre, Nicolás Petro tendrá que compartir celda con David Zuluaga y ambos, a la vez, con Arturito Char, a quien las autoridades volverán a llevar a prisión ante el riesgo de que grabe un nuevo disco de salsa.

En octubre Petro organizará una marcha de protesta en contra de su propio gobierno, al cual culpará de haberle impedido hacer el cambio, y en diciembre promoverá un concierto en favor de Palestina: lo organizará en la frontera con Venezuela por sugerencia de Iván Duque, encargado de la operación logística con su recién fundada empresa de eventos. Pero el día del concierto el presidente no aparecerá porque la costra de la rodilla se le rasgará de nuevo y tendrá que controlar la hemorragia con emplastes de café surtidos por Armando Benedetti, su nuevo ministro del Interior.

Podría, digo, lanzar predicciones semejantes, vaticinitos menores, pero esta vez quiero dar mucho más de mí y anunciar de una vez lo que sucederá en el año del que todo el mundo comenzará a hablar desde ahora: el 2026, cuando Circombia hierva en elecciones y se anuncien las primeras candidaturas presidenciales.

Los protagonistas del tarjetón serán determinados por su popularidad en las redes sociales: ese es el nivel; eso, lo que somos. Por el Centro Democrático, el candidato será Diego Santos, luego de haber derrotado en un debate-reality conducido por Hassan Nassar desde el Ubérrimo a Andrés Felipe Arias, Miguel Polo Polo y el exfiscal Barbosita. (Indignado porque no hay candidato más preparado en su generación que él, y animado por su esposa, doña Walfa Constanza Téllez, Barbosita decidirá posteriormente lanzarse por el duquismo, previa consulta popular con Miguelito Ceballos, del Movimiento TU, a quien  derrotará. Doña Walfa Constanza, por su parte, se cambiará el nombre por el de Walfa María y se encontrará en la notaría con Daysuris). 

Por la tendencia del centro, el ungido será Jota Pe Hernández, cuya candidatura será determinada por el número de likes de un concurso en que participarán Ariel Ávila y la esposa de Ariel Ávila, Jorge Enrique Robledo y su vaki, y Claudia López y su muñeca, quien para sorpresa de todos será derrotada y buscará reacomodarse de nuevo en el petrismo, mi hermana. 

Pero la tendrá difícil porque en ese sector sobran candidatos. Por un lado estará Francia Márquez, cuya alternativa tomará vuelo, pero a bordo de un helicóptero, y Daniel Quintero, que hará lo mismo pero desde un avión (y en medio de rechiflas). Ambos tendrán que resignarse ante el mano a mano feroz de quienes en verdad tienen opciones: la primera dama Verónica Alcocer y Laurita Sarabia. 

Se dirá que Laurita arrastra el pesado fardo de haber maltratado a su niñera en el pasado, pero es un moralismo infantil: quien no haya ordenado a miembros de seguridad del Estado que sometan a una empleada doméstica a un polígrafo, en un sótano, en episodio en que una persona termina muerta, que tire la primera piedra. Mal que bien, además, Laurita es la única persona en la que confía el presidente: la mujer que lo levanta cuando se le pegan las cobijas, le prepara el caldo, le organiza la lonchera, le cuadra  la ropa desde la noche anterior: Laurita es, en fin, la Marelbys de Petro.

Para entonces, además, su nuevo amigo, Júnior Sarmiento, la habrá convencido en algún viaje a La Guajira de que se bancarice para que no siga manejando los viáticos en efectivo y escondiéndolos en maletas. Deberá pagar impuestos, sí: pero Júnior le explicará que gracias a ellos se financian obras que contribuyen a la equidad social, como la de sostener un séquito de asesores de imagen para la primera dama.

Que será la otra alternativa fuerte. 

Gracias a una investigación de la Silla Vacía, supimos que la Lady D del río Sinú ha gastado mil millones de pesos en un equipo integrado por maquillador personal, fotógrafo de moda, vestuarista propio y una suerte de dama de compañía, entre otros costosos colaboradores dignos de una producción de la revista Soho. Lo cual significa que nadie como ella ha promovido tanto el empleo, al menos en sectores tan golpeados como los del glamour y la imagen: ¡al fin un gobierno reconoce la importancia del vestuarista de moda, sustituido en el cuatrienio anterior por improvisados cortes de foamy!  Y lo hace con salarios y bonificaciones dignas: ¡hasta que la dignidad se haga costumbre! ¡Por el rescate de la economía popular!

A diferencia del maltrato laboral en que incurren copartidarios suyos como Hollman Morris, doña Verónica consiente a su brigada de confianza con generosidad: los llevó de viaje por medio mundo porque sabe, además, que nuestro talento es de exportación y merece ser mostrado en Europa sin mezquindades. Y, por si fuera poco, llevó a la realidad el juramento del cambio prometido por su esposo porque todos los influenciadores que antes se indignaban con noticias semejantes, ahora guardan silencio: ¡eso sí es cambio!

Semejantes pergaminos, entonces, la convertirán en candidata sólida para continuar el transformador trazado del petrismo. Siempre y cuando consiga ganar en segunda vuelta a Diego Santos, o a Polo Polo, o Jota Pe Hernández. O, ya pensando en grande, al mismísimo esposo de doña Walfa María. 

Feliz año para todos.

¡VUELVE CIRCOMBIA A BOGOTÁ EN MARZO!

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