Valeria Santos
26 Noviembre 2022

Valeria Santos

Gorgona

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Monstruo femenino, deidad protectora, mujer rodeada de serpientes y oro, pero también una isla en Colombia cuya belleza, exuberancia, frondosidad, diversidad e historia petrifican ––como lo hacía también Medusa, una de las tres Gorgonas–– a quienes han podido observarla. Es mujer y es el hogar de miles de especies, muchas endémicas, y el mayor arrecife coralino del océano Pacífico. Es nuestro tesoro oculto, nuestra riqueza inmaterial, nuestra magia y misticismo y por eso debería ser nuestro templo. Pero como no son capaces de vernos, entender quiénes somos, protegernos y honrarnos decidieron convertirla en una base militar patrocinada por los gringos.

Frustrante que una vez más el poder femenino de la naturaleza y la creación sea tan intimidante que deba ser aplastado por el gobierno de los padres.

El complejo militar, que no es un simple desembarcadero para guardacostas, tendrá un muelle de 170 metros y una torre de comunicaciones que ya construyeron. Además, habrá un edificio administrativo, uno de alojamiento para los militares, otro para la alimentación de estos y un tanque de almacenamiento de 5000 galones de gasolina. 

A pesar de que Parques Naturales halló en el proyecto limitaciones técnicas y estructurales, la Anla otorgó la licencia en tan solo 29 días, en diciembre de 2015, tiempo inusualmente corto. Según el comité científico del parque, los estudios de impacto sobre el medio ambiente no parecen haber considerado que, en la isla, en sus fondos blandos, habitan diferentes especies que hacen madrigueras, con esto aumentan la complejidad del sustrato, traen otras especies y “fertilizan” el agua circundante. 

O tal vez sí lo consideraron y por eso, como todo lo que da vida y es femenino, tenía que ser dominado.

La Anla tampoco tuvo en cuenta que según el comité científico allí “se encuentran las únicas komatiitas cretácicas del mundo, el primer registro en Colombia, Suramérica y el Pacífico oriental, de rocas asociadas al impacto del meteorito que extinguió a los dinosaurios”. Ni que el arrecife donde se plantea construir el muelle recluta el pargo lunarejo, que se encuentra entre las ocho especies más pescadas por las comunidades de pescadores artesanales de la zona. 

Tampoco se conoce el impacto del ruido, parqueo y navegación de barcos en estas costas donde viven delfines, marsopas, cachalotes o calderones, además de rorcuales, tiburones aletiblancos, tortugas y la yubarta, que regionalmente se conoce como ballena jorobada. Costas de lobos marinos y hasta orcas. Existen, además, unas 10 especies de tiburones, 237 de moluscos y 46 de gusanos marinos. 

Aunque el comité científico se ha opuesto en dos ocasiones a la construcción de la base, y esto hizo que el proyecto no avanzara desde que se promulgó la licencia, en este supuesto gobierno del cambio la construcción del complejo militar comenzó a toda máquina. En octubre de 2022 terminaron la torre de comunicaciones y en diciembre empezarán la construcción del muelle. El impacto ambiental hoy ya es irreversible. La comunidad científica además está preocupada por la creación de senderos improvisados para uso exclusivo de los militares.

El mismo gobierno que nos quiere empobrecer parando la exploración de nuevos contratos de hidrocarburos, lo cual nos haría depender del gas de Venezuela o volver a usar leña y carbón, cuando Colombia solo produce el 0,6 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero del mundo, es el mismo gobierno que está permitiendo que se destruya una de las 62 áreas protegidas que forman parte de la Lista Verde de la UICN (Unión internacional para la conservación de la naturaleza). 

Los discursos rimbombantes de este gobierno sobre el cuidado y conservación del medio ambiente en Naciones Unidas y la Cumbre Climática son pura retórica. El premio Goldman que recibió la vicepresidenta Francia Márquez en 2018, el premio más importante para una ambientalista, perdió cualquier significado con la destrucción en su gobierno de la isla Gorgona. Además, frente a las cámaras, tienen el descaro de culpar a las potencias extranjeras de la pérdida de nuestros ecosistemas, mientras les siguen entregando nuestra fuerza creadora, nuestro equilibrio y nuestra subsistencia. 

Porque eso es Gorgona. Nuestra isla que desde lejos parece un monstruo femenino que respira, cubierta por una selva mística que se parece más a la hiedra venenosa, protegida por serpientes y miles de especies que nos dan vida. Es nuestro lugar sagrado que está a punto también de ser conquistado y domesticado.

Más vale que nos indignemos. Que sus discursos no sean más puestas en escena para mostrar logros que hasta ahora son inocuos. Una base militar antinarcóticos patrocinada por los gringos en el parque natural Gorgona, uno de los más importantes del mundo, construida en el gobierno que quiere convertirnos en una potencia mundial de la vida y del medio ambiente no es el cambio. Es peor que lo mismo. 

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