Mauricio Cabrera
18 Noviembre 2022

Mauricio Cabrera

Petróleo y transición energética justa

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¿Cuál es el papel que debe jugar el petróleo en la transición energética justa en Colombia? Esta es la pregunta clave para definir el futuro de la política petrolera del país. Para responderla es necesario hacer dos distinciones fundamentales. La primera es que el objetivo de la política pública es la transición energética en Colombia, no la del mundo; la segunda es que una cosa es la demanda nacional de petróleo y combustibles fósiles, y otra muy distinta la producción en Colombia de los mismos.

Transición energética en Colombia y en el mundo

Transición energética significa consumir menos energía y sustituir los combustibles fósiles que emiten más CO2 por nuevas fuentes de energía renovables y menos contaminantes. Es una necesidad urgente e inaplazable porque el calentamiento global produce catástrofes ambientales, degrada los ecosistemas y amenaza las posibilidades de vida en el planeta tierra.

Pero para el caso de Colombia la transición energética justa también significa garantizar a toda la población el acceso a la energía que hoy no tiene, y que esta provenga de fuentes no contaminantes. Por lo tanto, a diferencia de los países desarrollados, en Colombia debe aumentar la demanda de energía en las próximas décadas.

El objetivo de disminuir las emisiones de gases invernadero es un compromiso que han asumido la mayoría de los países del mundo, aunque es claro que los países desarrollados son los mayores responsables de la contaminación, pues son los que más utilizan combustibles fósiles, tal como se observa en el gráfico siguiente:

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Mientras en Colombia cada habitante emite menos de 2 toneladas de CO2, países como China o Alemania emiten cuatro veces más, y Estados Unidos 14,2 toneladas por habitante, es decir ocho veces más que nuestro país. Esta comparación no implica que Colombia no deba descarbonizar su economía, pero sí reconocer que los esfuerzos que hagamos acá no tendrán gran impacto sobre la meta mundial de cero emisiones, si los grandes contaminantes no se comprometen en serio con ese objetivo.

El futuro de la demanda de petróleo

El problema radica en que la humanidad no puede vivir sin energía y hoy los combustibles fósiles son la principal fuente de energía y lo seguirá siendo por décadas. Mientras haya millones de vehículos a gasolina o diésel, mientras las fábricas necesiten energía para mover sus máquinas, mientras las plantas de generación de energía funcionen con hidrocarburos, mientras los consumidores sigan utilizando productos de plástico en toda su vida cotidiana, seguirá existiendo una enorme demanda por hidrocarburos y sus derivados.

Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) muestran que el consumo de energía seguirá creciendo por lo menos durante dos o tres décadas dependiendo de las políticas adoptadas por los países desarrollados, las que determinarán también si el consumo de petróleo se mantenga constante hasta 2050 o comience a disminuir en unos diez años.

El IEA proyecta tres escenarios del consumo mundial de energía, dos probables y uno deseable pero improbable. El primero (actual) supone que en el mundo se mantienen las políticas actuales de reducción de emisiones y estímulo a energías renovables; como no hay un esfuerzo adicional, no se logra el objetivo de limitar el aumento de la temperatura del plante a 1,5 grados.

El segundo escenario (compromisos) se construye a partir de los compromisos de reducción de emisiones anunciados por los países en foros como el COP 26, a pesar de que casi ninguno haya adoptado todavía políticas para cumplirlos. En este escenario la temperatura se incrementaría en 1,7 grados. El tercer escenario es hipotético y quiere mostrar como se debería comportar la demanda de energía y de combustibles fósiles para alcanzar la meta de cero emisiones en el año 2050.

En el escenario “Actual” (en azul en el cuadro siguiente) el consumo diario de energía en el mundo equivale hoy a unos 212 millones de barriles de petróleo (m/bd), y continuará aumentando hasta el año 2050, cuando alcanzará los 262 m/bd. La demanda de petróleo aumentará de 94 a 102 m/bd, mientras que la de gas se mantendrá casi constante, y la que sí disminuirá más de una tercera parte será la de carbón, por ser el combustible más contaminante.

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Si todos los países cumplieran sus compromisos (Escenario “Compromisos” en verde esperanza en el cuadro), la demanda mundial de energía se mantendría constante hasta 2040 y luego se reduciría un mínimo 1,5 por ciento en la década siguiente. Lo que sí se lograría en este escenario es la disminución de la demanda de combustibles fósiles que serían sustituidos por energía solar, de viento y agua.

Así para el año 2050 el consumo de petróleo bajaría una tercera parte, de 95 m/bd a solo 57 m/bd; el uso de gas natural tendría una reducción similar y de nuevo el carbón tendría la mayor caída, de 70 por ciento.

La dificultad de realizar este escenario radica en su costo. Un estudio del FMI estima que en la próxima década se necesitarán entre USD 6 billones y USD 10 billones anuales en inversiones mundiales adicionales, tanto públicas como privadas, para mitigar el cambio climático. Esto equivale a entre un 6 y 10 por ciento acumulado del PIB mundial anual. Los requerimientos para Colombia se estiman en una proporción similar del PIB.

¿Y la producción de petróleo qué?

En Colombia la transición energética implica aumentar las fuentes de energía renovables para que podamos disminuir el consumo de gasolina, diésel, y carbón; el uso del gas sí debe aumentar para sustituir la leña en los fogones campesinos y el carbón en las termoeléctricas.

Pero disminuir el uso del petróleo y sus derivados en Colombia no implica que acá debamos disminuir su exploración y explotación. Por el contrario, debe mantenerse y ojalá aumentarse, por dos razones, una económica y otra estratégica.

La razón económica es que la transición energética es muy costosa y se necesitan multimillonarias inversiones para producir hidrógeno como combustible o para aumentar la generación eólica, la solar y la hidroeléctrica. Los cuantiosos ingresos que genera el petróleo son indispensables para financiar la transición. De hecho, Ecopetrol hoy no solo aporta billonarios recursos al fisco, sino que además lidera la transición energética con sus plantas solares, sus inversiones para producir hidrógeno y combustibles más limpios.

La razón estratégica se fundamenta en que Colombia es un pequeñísimo productor de petróleo, que aporta solo el 0,7 por ciento de la oferta mundial, de manera que disminuir la producción de petróleo en Colombia no sirve para nada en la transición energética, ni en el país ni en el mundo.

Para reducir la emisión de CO2 se debe reducir la demanda de combustibles fósiles, porque mientras haya quien use petróleo, habrá empresas y países que lo produzcan. En la lucha contra el calentamiento global no se puede cometer el mismo error que en la guerra contra las drogas, que ha sido pretender ganarla combatiendo a los productores y tratando de reducir la oferta en lugar de disminuir la demanda. Si hacemos lo mismo con la explotación de petróleo también perderemos.

Por el contrario, podemos generar un círculo virtuoso: si mantenemos o aumentamos la producción de petróleo, y con la transición energética disminuimos su consumo en Colombia, tendremos más excedentes para exportar y más recursos para financiar esa transición.

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