El choco negocio

El choco negocio

El chocolate de origen es la nueva fuente de emprendimiento en Colombia. Algunos productores destacados cuentan su experiencia.

Por: Karen Krackow

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Por mucho tiempo Colombia exportó cacao hacia países del primer mundo. La ironía es que le tocaba importar ese cacao ya procesado en forma de chocolate a un precio mucho más costoso. Por eso, cuando María Camila Suárez empezó a exportar a Suiza los chocolates de su marca Sagu sintió que lograba llegar a una alta cima. “Como chocolateros, llegar a Suiza –un país famoso por sus chocolates–, con un producto 100 por ciento colombiano fue un hito".  

Eso lo logró ella junto con su hermano mediante un trabajo juicioso que comenzó hace más de 10 años, cuando su papá, un ganadero del Tolima, sembró 45 hectáreas de cacao en Mariquita. Al principio solo exportaban el grano a países como Holanda, República Checa y Reino Unido. Pero al saber que estos clientes ganaban premios en competencias internacionales con esa materia prima, se les despertó la curiosidad. “¿Qué tenía el cacao colombiano y por qué nosotros no lo estábamos transformando?”, cuenta María Camila.

En ese momento estaban las marcas tradicionales como Italo y Triunfo, más otro par de chocolate artesanal. Los hermanos Suárez buscaron una maquila para transformar el cacao de su finca en chocolate en barra y empezaron a venderlo en tiendas saludables de Colombia. 

Pero cuando la operación creció estudiaron chocolatería, compraron maquinaria y montaron su propia planta de producción. “Empezamos a combinar sabores que fueran acordes con el cacao y muy colombianos, y tuvimos que comprar cacao a campesinos de otras regiones, cada una con un sabor especial por los árboles frutales que hacen el efecto de sombrío”, dice María Camila. Hoy tienen sabor de piña, uchuva y uno que es muy apetecido: el chocolate blanco con maracuyá. Además, exportan a seis países en Europa y a Norteamérica, grageas, masa de cacao, coberturas para chocolateros y mix de cacao, entre otros.

Quién quiere cacao

La historia del grupo Sagu muestra la tendencia del cacao colombiano, que por alguna razón en el país tiene la característica de ser fino de aroma. En 2020, según Procolombia, el país exportó granos de cacao y sus derivados a más de 70 países, entre los que están Emiratos Árabes y los de la región Measa, que integran Medio Oriente, África y Asia Central. Y de acuerdo con datos de Legis, de enero a septiembre de 2022, las exportaciones colombianas de productos de cacao o sus derivados fueron equivalentes a 98 millones de dólares, con un crecimiento de 6,8% con respecto al mismo periodo de 2021.

Entre las marcas más conocidas está Evok, del Grupo Nutresa, que nació en 2014 como parte de un programa de investigación y desarrollo que el grupo adelanta entre sus trabajadores y empleados. Muchos se les han sumado. En la lista están Umamu Cacao, Fruto de Cacao, Aborigen Cacao, Lök y muchos más que hoy están en la mira de compradores colombianos e internacionales a quienes el cambio del dólar los pone en una competitividad interesante.

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Bueno para todos

El auge del cacao se da en parte porque las investigaciones científicas han encontrado que es muy saludable. El cacao tiene gran contenido de magnesio, un mineral que ayuda en el cuidado del corazón y el cerebro. Y así como el café tiene cafeína, el cacao tiene teobromina, una sustancia que ayuda a despertarse, pero sin aceleres. Por eso, es aconsejable para largas jornadas de estudio o trabajo y para sesiones de alta concentración. Pero para recibir estos efectos la barra de chocolate debe contener por lo menos 60 por ciento de cacao. Si la proporción es menor y aumenta la de azúcar o productos lácteos, los beneficios podrían borrarse. 

Además de eso, hoy los compradores quieren saber de dónde viene lo que comen y qué ingredientes tienen los alimentos. En ese sentido los chocolates artesanales colombianos son más puros, pues en lugar de grasas y sueros tienen pocos ingredientes y todos saludables. 

Eso, aunado a los diseños y a las opciones de combinación con frutas exóticas, representa un valor adicional que da competitividad. Un dato adicional es que se trata de un cacao con sello de sostenibilidad. En el caso de Sagu, los cultivos son orgánicos y tienen en cuenta otros árboles que crecen en la región para que los animales de la zona no pierdan su hábitat. “Procuramos que los otros productores a los que les compramos la materia prima tengan estas prácticas con el medio ambiente”, dice María Camila.

El negocio del cacao ha significado también una apuesta de los campesinos a la agricultura en tierras que antes estaban dominadas por el conflicto armado y, por lo tanto, un apoyo a programas del Gobierno como “Sembrando cacao cosechamos paz”, que buscan incentivar la sustitución de cultivos de coca.

Es el caso de Alejandro Gil Mogollón, fundador y gerente de Aborigen Cacao, quien ha impactado a las comunidades del Catatumbo y César. El modelo de Aborigen Cacao es pagarles hasta 20% más del valor promedio nacional por kilo, a cambio de obtener el mejor grano, pues los productos son desarrollados a partir de cacao premium.

Por su parte el padre de los hermanos Suárez está feliz y orgulloso. “Ya tiene más de 60 años y para él ver la transformación de su cultivo en esta empresa es muy bonito, Tenemos planta para hacer maquilas a otras personas en el mercado y hemos seguido las exportaciones con nuestros clientes iniciales. Esa es la mejor carta de presentación”, concluye.

Peso a Peso, Paso a Paso es una colaboración periodística entre Cambio y Bancolombia para la educación financiera.

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