El sistema de salud colapsó: ¿Y ahora qué va a hacer Petro? Por María Jimena Duzán

La Superintendencia de Salud intervino a Sanitas y a la Nueva EPS. Compensar solicitó liquidación voluntaria.

Crédito: Jorge Restrepo.

7 Abril 2024

El sistema de salud colapsó: ¿Y ahora qué va a hacer Petro? Por María Jimena Duzán

Gustavo Petro no es el artífice de la crisis del sistema de salud en Colombia. Sin embargo, si no actúa con responsabilidad, podría pasar a la historia, no como el presidente del cambio, sino como el hombre que hizo colapsar el sistema que había sin ser capaz de construir uno nuevo.

Por: María Jimena Duzán

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Hasta ahora el presidente Gustavo Petro ha respetado la Constitución y la independencia de los poderes públicos. Y aunque sus trinos, cada vez más incendiarios, sirvan de leña para avivar la polarización, según el Banco Mundial, la economía del país va por buen camino.
 
Sin embargo, es posible que el estado de las cosas esté a punto de cambiar tras la intervención a Sanitas, la mayor EPS privada que tiene Colombia y la filial de Keralty, la reconocida multinacional de salud española. Esa decisión, en apariencia tan ajustada a la lógica, tiene al Gobierno Petro al borde de cruzar una línea roja que no había traspasado. 

Aunque la intervención se sustenta en unos hallazgos de la Contraloría según los cuales esa EPS  incumple el requisito de las reservas técnicas, la medida se entendió como una represalia contra Sanitas por haber instigado el hundimiento de la reforma a la salud propuesta por el Gobierno. El propio presidente profirió esa temeraria acusación, sin ninguna prueba, en un trino horas después de la intervención: “En la Comisión Séptima del Senado nos derrotó Keralty, por ahora. No es cualquier cosa. Nos derrotaron no unos cuantos parlamentarios financiados por unos extranjeros. Nos derrotó una violación flagrante de la Constitución y de la ley ”.
 
Sin duda el país necesita una reforma a la salud. La crisis del sistema no solo era real, sino que se venía cocinando tiempo atrás. Para cuando Petro llegó al poder, se estimaba que su hueco fiscal era de entre 3 y 5 billones de pesos. Como lo ha dicho el presidente, es indudable que ese desajuste se produjo en gran parte porque muchas de las EPS utilizaron los dineros públicos de la salud para su lucro.

Sin embargo, nada de lo anterior justifica lo que está haciendo Petro. Eso de acusar sin pruebas a las empresas que están en desacuerdo con sus reformas y señalar de enemigos del pueblo a los congresistas que no las votan, o de corruptos a quienes las critican, es de un Petro inflexible y autoritario que hasta ahora desconocíamos. Un Petro que está haciendo lo que dijo que nunca haría. Él, que ha sido víctima de la intolerancia de los gobiernos de derecha, sabe más que nadie lo que le ocurre a una sociedad cuando quien la gobierna utiliza el poder para acallar a sus críticos.
 
Al Gobierno le sobró soberbia en la forma como presentó la reforma a la salud y en la manera atropellada como hizo la intervención de Sanitas. No solo le faltaron ministros que supieran navegar en el Congreso y dialogar con las EPS, sino que cometió el error de convertir la reforma a la salud en un asunto político e ideológico: en una pelea entre los contradictores de las EPS y quienes las defendían. En realidad la salud es un derecho fundamental que requiere de muchos tecnicismos.

El presidente ni siquiera pudo lograr un consenso dentro de su gabinete y dinamitó la coalición que lo había llevado al poder, acusando a varios de sus ministros de ser un palo en la rueda para su agenda de cambio. Sin embargo, esos ministros le pasaron la tributaria, la única reforma que el Congreso le ha aprobado a Petro. Después vinieron las amenazas y el gota a gota: la decisión de quitarle cinco puntos a la UPC, que es el dinero que el Estado entrega a las EPS por afiliado, aceleró el deterioro. Por otro lado, aumentó la amenaza de que, si el Congreso no pasaba su reforma, él procedería a intervenir todas las EPS del sistema. Petro reemplazó el consenso y el diálogo por el atropello. 

La verdad es que su reforma a la salud nunca fue viable en el Congreso porque todas las versiones del proyecto que se presentaron no reflejaban ni los diálogos ni los acuerdos logrados en las mesas de discusión. Sin embargo, Petro en su laberinto se convenció de que esa reforma iba a pasar. Cuando advirtió que no seria así, decidió anticiparse a hacer unas intervenciones aceleradas que terminaron por enterrar al sistema de salud. La salud era un enfermo crítico al que Petro le quitó la máscara de oxígeno.

La decisión de intervenir a Sanitas ha producido un efecto dominó que le permitirá al presidente hacer su reforma por la puerta trasera. Las EPS empezarán a pedir que las liquiden para evitar la intervención, como hizo Compensar, otra de las grandes que se va. “Las EPS se van a suicidar antes de que las maten”, me dijo un experto en salud. En cuestión de meses, el sueño del presidente Petro de tener un sistema de salud estatal será realidad.
 
La construcción de este nuevo sistema será difícil, y la pelota está ahora en la cancha del presidente. Lo que preocupa es la manera impulsiva del gobierno, que no parece tener un plan predeterminado ni una hoja de ruta. Es tal la avalancha de EPS que están en la misma fila de Compensar, que el ministro de Salud, que tanto ignoró a las EPS, le está pidiendo a Compensar que reconsidere su solicitud para ser liquidada. 

Hoy su gobierno tiene la responsabilidad de garantizar la salud a cerca de 26 millones de colombianos y todavía no sabemos qué hará la Nueva EPS para absorber a los afiliados de todas las prestadoras de salud intervenidas o en liquidación. La realidad es que, hacia el futuro, no hay ningún colombiano con la garantía de que va a tener una atención en salud. De ese tamaño es el problema. 

Ojalá que el Gobierno y su ministro tengan listo un plan diseñado para asumir este desafío monumental. Si no lo tienen y están actuando al son de la bulla de los cocos, es probable que Petro pase a la historia, no como el presidente del cambio, sino como el presidente que acabó con la salud en Colombia, colapsó el sistema que existía y fue incapaz de construir uno nuevo. Se avecina una crisis en los hospitales y mayores obstáculos en el acceso a los medicamentos y drogas, una carencia que ya están viviendo muchos pacientes con problemas de salud crónicos.

Según la ley estatutaria de la Salud, cualquier intervención en el sistema debe garantizar la mejora progresiva del servicio a los ciudadanos. Hoy ese derecho fundamental está en riesgo por la forma atropellada con que se actuó. No se conocen ni siquiera los planes de intervención de las EPS para garantizar que ninguno de los afiliados sufra interrupciones en su servicio de salud.

En medio de esta incertidumbre ha corrido el rumor de que el Gobierno está explorando varias fórmulas para ver cómo reorganiza este nuevo sistema y entierra el que teníamos. Una de esas fórmulas sería decretar la conmoción interior, una medida excepcional que está consignada en la Constitución y que le permite al presidente concentrar más poder, porque le da vía libre para expedir decretos con fuerza de ley y suspender leyes incompatibles con el estado de conmoción. 

También se ha barajado la idea de decretar una emergencia sanitaria, como la de Duque, otra medida excepcional que le permite al presidente legislar sobre un tema específico y que se expide cuando se considere que hay hechos sobrevinientes que pueden estar amenazando “el orden económico, social y ecológico del país o que constituyen grave calamidad pública”. Cobijado por esas medidas de excepción, el presidente puede expedir decretos por un tiempo preciso saltándose al Congreso, pero remitiéndolos a la Corte Constitucional para su revisión.
 
El último presidente en decretar la conmoción interior fue Álvaro Uribe, que la usó dos veces. La primera, al inicio de su gobierno, cuando argumentó que la nación estaba sometida a un régimen de terror en el que había naufragado la democracia. La segunda en 2008, para enfrentar un paro judicial que llevaba más de 36 días. 
 
Quizás Petro haya llegado a la conclusión de que la única forma de sacar adelante su agenda de cambio es concentrando más poder en sus manos. Se equivoca. Hacer los cambios a la fuerza nos devuelve en el tiempo, fortalece a la oposición y revive a los cadáveres políticos que ahora lo tildan de dictador. 
 
Este Petro enconchado de hoy dista mucho del Petro inspirador y visionario que llegó al poder a proponer un cambio esperanzador y un acuerdo nacional para sacar a este país de la desigualdad y las injusticias. De ese Petro cautivador que nos gobernó en las primeras de cambio, capaz de encontrar un consenso para pasar una reforma tributaria y un poderoso plan de desarrollo, no queda mayor rastro. 

El Petro de hoy parece escuchar cada vez menos y actuar movido por quienes alimentan sus teorías de conspiración. Esa es una manera de victimizarse y no de solucionar los problemas: lo que le corresponde a un jefe de Estado. 

Este Petro ensimismado debería escuchar lo que plantean las Asociaciones Científicas que están proponiéndole que se vuelva a sentar en la mesa para darle una válvula de escape a su agenda reformista y una salida a un nuevo sistema de salud de manera concertada. Hacer los cambios por la fuerza, sin tener una planificación ni un método para desarrollarlos, es una salida autoritaria.

Ojalá recuperemos a ese Petro que llegó al poder. El que creía en que los cambios se hacen a través del diálogo y del consenso, respetando los poderes públicos, así muchos de ellos hubieran abusado de su poder para hostigarlo: ese Petro que hablaba de la esperanza y de la necesidad de que la política sirviera para la gente. 

En todas las entrevistas que Petro me ha dado,  ha dicho que no quiere quedarse en el poder y que respetará el orden institucional. Yo siempre le he creído. Sin embargo, las últimas decisiones que ha tomado atraviesan unas líneas rojas que comienzan a romper la institucionalidad. El poder cambia, dicen los que saben. Y a Petro sí que lo ha cambiado. 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí