Velia Vidal
22 Marzo 2024

Velia Vidal

Absolución

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Llevaba ya un párrafo de mi columna de hoy cuando recibí el mensaje de una amiga diciéndome que estaba muy triste con lo de Alberto Salcedo y le pregunté a qué se refería, puesto que no estaba al tanto de las noticias. Rápidamente me enteré de que el afamado cronista que también consideré mi amigo durante años, fue absuelto por un juez en los casos que cursaban en su contra por abuso sexual. Me encontré en esa búsqueda con una publicación de Patricia Lara, a quien admiro y respeto, y de quien he recibido el respaldo completamente respetuoso y libre de censuras durante un poco más de dos años, para publicar ciento cinco columnas en esta revista. “Qué alegría la absolución de @SalcedoRamos ¡Con él se cometió una injusticia enorme que lo llevó al ostracismo literario! ¡No más, Alberto! Necesitamos leerte, disfrutar de tus crónicas y de tu pluma, ¡¡abrazarte!!”, dice el mensaje de Patricia.

Yo puedo comprender que los vínculos afectivos nos lleven a solidarizarnos con nuestros amigos y, por supuesto, a desear que salgan bien librados de los procesos judiciales que enfrenten, pero las conductas de Alberto Salcedo fueron, durante años, un secreto a voces en el medio periodístico y literario y, además, todos sabemos en este país que la absolución judicial no significa inocencia. Nada más maleable que las leyes, sobre todo cuando se trata de culpabilizar mujeres y absolver hombres. Ante las denuncias soportadas de tantas mujeres, y los testimonios documentados de al menos veinte, creo que bien valdría optar por el silencio si es que nuestras cercanías nos impiden darles crédito a las víctimas.

No tengo mucho más que decir en esta ocasión, solo que no me siento cómoda pasando por alto un asunto tan relevante. Quisiera que la propietaria de este medio no hubiera elegido dar la espalda a mujeres abusadas y acosadas, teniendo como opción el silencio. 

Seguramente tendré que pagar un precio alto por haber escrito esto, y estoy dispuesta a hacerlo. Si esto implica no seguir como columnista en CAMBIO, aprovecho de una vez para agradecer a los lectores, a María del Rosario Laverde por su edición y compañía durante este tiempo, a Simón Posada quien me invitó a esta revista, y celebro las muchas puertas que esta columna me ha abierto.

 

Nota: No tienes que despedirte de nadie, querida Velia Vidal. En Cambio Colombia seguirán las puertas abiertas para ti. Aquí solo admiramos tu pluma y te respetamos. De modo que bienvenida tu columna número ciento seis, y ciento siete y, así, ad infinitum.

Patricia Lara Salive

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