Velia Vidal
30 Diciembre 2023

Velia Vidal

Buen viento

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Entre los talleres que hago con niños y niñas hay uno que disfruto mucho y es famoso entre mediadores de todos lados, se trata de pensar en nuestra vida como si fuera un libro y crear el título y la portada que tendría. Con frecuencia uso como título Volver y dibujo en la portada alguna imagen que remita a un viaje, como una ventana de avión desde donde se divisa la selva, esto lo he hecho pensando en que salí del Chocó y volví a vivir allá como un encuentro con mi misión vital. Ayer, mientras regresaba de Cali, en un viaje de ida y vuelta en un mismo día, en el que además respondí un par de veces por qué estoy este fin de año en Medellín y no en Bahía Solano o Quibdó, pensé que mi libro actual debería llamarse Bucle y en inglés Loop, y le dejaría a una buena artista la tarea de representar estos cuarenta años de tránsito constante entre el Chocó, Antioquia y el Valle del Cauca, tres departamentos que amo, donde tengo un poco de mí porque tengo parte de mi historia, mi trabajo y mi familia. Antes pensaba que mis años en Quibdó, en Medellín o en Cali eran capítulos cerrados de los que podría saber cuándo habían empezado y terminaban cuando dejé de vivir en cada ciudad; ahora entiendo que no he dejado de vivir jamás en ninguna de ellas, como no dejo de vivir nunca en Bahía Solano. 

Que se trate del Chocó, Valle y Antioquia no es casual, corresponde a residencias físicas en períodos muy relevantes en mi vida, durante mi infancia y mi formación académica y profesional, tiempos en los que además tuve la fortuna de viajar más allá de Ciudad Mutis, Quibdó, Cali o Medellín. De Antioquia, por ejemplo, conozco 123 de los 125 municipios, y desarrollé un vínculo especial con Urabá, quizá por las relaciones naturales y culturales, porque pertenece al mismo Chocó biogeográfico o porque es imposible no enamorarse de esta zona tan especial. 

Mi residencia emocional la he ido haciendo más consciente con el tiempo, era fácil saber que de Bahía Solano jamás me había desprendido, pero ahora comprendo que tampoco me fui nunca de Cali, no me he ido de Medellín, no hay forma de irme de Quibdó y también habito Turbo o Apartadó. 

Una de las mayores evidencias de mi residencia emocional constante en estos lugares es mi preocupación por sus destinos, me duele cuando atraviesan momentos difíciles, procuro mantenerme al tanto de ellas y les deseo siempre lo mejor. El día de las elecciones regionales cargaba los resultados, uno tras otro, como en otro bucle, de las gobernaciones de Antioquia, Chocó y Valle del Cauca, las alcaldías de Quibdó, Cali, Bahía Solano, Apartadó y Turbo. Los resultados finales me dejaron unos cuantos sinsabores y unas luces de esperanza. Hoy, tramitadas ya las desazones, luego de leer las decisiones sobre gabinetes y alianzas, entre otras, la única certeza que tengo es un deseo genuino y profundo de buenos vientos para los gobernantes de estos lugares que amo. 

Hay quienes tenemos una esperanza grande en Nubia Carolina y en Rafael Bolaños (Teddy), líderes jóvenes y formados que podrían darle un giro importante al destino del Chocó y de Quibdó. Necesitan el apoyo de las demás instituciones territoriales y que cesen los ataques de quienes no tramitan la pérdida del poder, porque no admiten quedarse sin las minas de dinero en las que convirtieron nuestras entidades territoriales durante décadas. 

Alejandro Abuchar vuelve a dirigir Turbo, igual que Federico Gutiérrez a Medellín y Dilian Francisca Toro al Valle del Cauca, ya son políticos curtidos, de los que conocemos su estilo, aciertos y desaciertos. Queda la esperanza en la experiencia, confiar en que el paso de los años les permita ver con mayor perspectiva y les dé la capacidad de corregir los errores del pasado.

Héctor Palacios Rangel, Leonel Valencia (Leito) y Alejandro Eder querían ser alcaldes de Apartadó, Bahía Solano y Cali desde hace mucho, tienen la energía de quien ha deseado algo por largo tiempo, entonces esperamos que energía se traduzca en un trabajo comprometido y constante que permita que Apartadó y Bahía Solano sigan creciendo y que Cali sane las enormes heridas que le han dejado los últimos años.

Celebro las decisiones recientes de Alejandro Eder con relación a su gabinete, gente competente, con trayectoria y con perfiles acordes a la responsabilidad que se les ha asignado, un equipo diverso en el que parece primar la importancia de los resultados y no los compromisos políticos; esto es, sin duda, un inicio que refresca como las brisas caleñas del atardecer.

Andrés Julián Rendón, el electo gobernador de Antioquia, es nuevo en el panorama político para muchos, incluyéndome, y entró sembrando preocupaciones en quienes pertenecemos al sector cultural, al dejar el Instituto de Cultura y Patrimonio encargado a juventudes. Deja acéfala un área que ha sido motor de la movilización del departamento, en la que participamos miles de artistas, creadores, artesanos, gestores, organizaciones de base e instituciones del sector social; y sin la que es imposible que avancemos. También preocupan algunos matices del discurso de Rendón, que profundizan la idea de una Antioquia separatista y que se siente superior, discurso que ha hecho mucho daño a la mirada del resto del país hacia un departamento que en realidad todos deberíamos celebrar y sentir como aliado, en vez de competencia.

Muchos estamos particularmente preocupados por Medellín, dado que viene de una alcaldía cuestionada, con numerosos errores, que golpeó la ciudad física y emocionalmente, debilitó su tejido social, institucional y empresarial. Esto pone a la nueva administración en un lugar casi cómodo, que ha facilitado el olvido de los desaciertos y deudas que dejó el período anterior de Federico, que no fue precisamente ejemplar ni de altos niveles de calidad. En las dos últimas semanas él ha presentado un discurso de reconciliación y unidad, lo que es bienvenido siempre, especialmente después de un Daniel Quintero con un discurso lleno de mentiras, ironías y al servicio de la fragmentación. Pero las decisiones del gabinete de Federico no proyectan un intento de avance en lo técnico, pareciera estar repitiendo el equipo de la vez pasada, que durante estos cuatro años solo ganó experiencia en las campañas de él mismo a la presidencia y la alcaldía. Nos queda darles el beneficio de la duda, pero nos impide un arranque con optimismo. 

Finalmente, y muy a título personal, deseo para mis tres departamentos amados, mis residencias emocionales, donde tengo un lugar del corazón, esté donde esté, una verdadera apuesta por la equidad, por los problemas sociales de fondo; que en ellos se procure una mirada más horizontal con quienes hemos sido siempre los otros. Lo público está para equilibrar las balanzas sociales y no para perpetuar las estructuras clasistas, patriarcales, xenofóbicas, homofóbicas y racistas. Esto debería ser una premisa constante en las cartas de navegación de estos gobernantes a los que, insisto, les deseo solo buen viento y buena mar, para que dentro de cuatro años puedan hacer portadas de unos libros que merezcan ser celebrados por ser buenas historias en las que cupimos todos. 

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