Yohir Akerman
8 Julio 2023

Yohir Akerman

Carrusel de contratación 2.0

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En las últimas entregas de esta columna se ha venido develando una investigación que muestra cómo el condenado Emilio Tapia, a pesar de los procesos judiciales que enfrenta y de estar en la cárcel, ha contratado cerca de 1,2 billones de pesos en licitaciones de infraestructura. Todo en el último año. Con múltiples sociedades relacionadas con sus escándalos. Pues bien, otro nombre, o mejor, otro apellido, reconocido por su vinculación a millonarios desfalcos de recursos públicos, aparece en esta maraña de acuerdos que se han ido entregando a oscuras empresas en distintas regiones del país. ¿Les suenan los Nule?

El Grupo Nule, de propiedad de Manuel, Miguel y Guido Nule, recibió acuerdos multimillonarios durante la alcaldía de Samuel Moreno Rojas, en Bogotá, en lo que ganaría infame notoriedad como el carrusel de contratación, en donde estaba vinculado su socio Emilio Tapia. Ahí se perdieron 175.000 millones de pesos de los contribuyentes, y por esos hechos los Nule, Tapia y el mismo alcalde terminaron condenados y tras las rejas.

Todo demuestra que la prisión no cumple el proceso de rehabilitación social, sino que el que delinque una vez, aprende en la cárcel a hacerlo mejor. Ya que los montos entregados durante el carrusel de la contratación a estos grupos como los Nule o Emilio Tapia parecen un juego de niños comparados con las megalicitaciones que han recibido en varias regiones del país, utilizando una sofisticada estructura de compañías para acordar a través de varios consorcios.

Expliquemos de nuevo esto. Pese a que aparecen varios oferentes en un mismo proceso de licitación, esta columna ha podido determinar que en la mayoría de los casos son las mismas personas detrás de los diferentes consorcios, en los pliegos ganadores y los perdedores. Eso hace que, dependiendo de las composiciones accionarias y societarias, las mismas empresas figuren como socios en una puja y rivales en la otra. Esto ha hecho muy complejo el proceso de rastreo del entramado completo de estas compañías que se han quedado con las obras de infraestructura, pero como dice quien fue mi profesor de derecho penal: un buen delito, por bueno que sea, siempre deja un rastro.

Y ese es el que, con el equipo de investigadores, hemos perseguido y les vamos a profundizar, enfocándonos en una licitación particular en Santander, que sobresale por revelar la modalidad que han estado empleando estos oscuros contratistas.

Como ya contamos en una columna anterior, el 13 de diciembre de 2022, la Gobernación de Santander adjudicó la construcción, mejoramiento y mantenimiento de infraestructura para conectar territorios, gobierno y poblaciones nacionales, en una licitación que parecía hecha a la medida. Este contrato, extrañamente, venía dividido en dos lotes, lo que generó dos beneficiarios de los acuerdos.

En la entrega del Lote No. 1 que comprende el corredor Barichara - Zapatoca participaron dos consorcios: Conexiones viales Santander, y el ganador que se quedó con el botín de 134.000 millones, el ya conocido Consorcio Constructor GM Santander. Este estaba integrado por las empresas que hemos investigado en esta columna Constructora Manor SAS, Global Designs and Buildings SAS Zomac y Harinsa Navasfalt Infraestructura SAS. 

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Lo que sorprende de este contrato es que su oponente, el consorcio Conexiones Viales Santander, ha sido más cercano que lejano y más socio que rival. Revisemos.

Ese consorcio está compuesto por cuatro empresas: Constructora Montemariana SAS Zomac, Construmas de la Costa SAS, Constructora San Marino SAS y Lena Engenharia e Construcoes SA Sucursal Colombia.

La primera de ellas, Montemariana, fue creada en noviembre de 2019 y su domicilio está en San Jacinto, Bolívar, en una finca llamada La Bendición. Ahí viene la maldición, ya que entre sus accionistas se resaltan dos empresas, Paz Construcciones SAS e IGV Infraestructura.

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IGV Infraestructura era más conocida con su nombre anterior, pero el mismo NIT, Inversiones Grandes Vías e Ingeniería Ltda, una sociedad que de vieja data ha sido relacionada a los desfalcos de la familia Nule.

Para poner solo un ejemplo, esta compañía está involucrada en el escándalo de corrupción del acueducto La Mesa-Anapoima que sigue sin materializarse. Hace una década, en 2012, la Auditoría General y la Contraloría de Cundinamarca advirtieron sobre ese presunto detrimento patrimonial de más de 40.000 millones de pesos. En estas obras, que se vienen incumpliendo desde 2006, la Fiscalía investiga la participación de Miguel, Manuel y Guido Nule. La razón para eso es que el consorcio que se ganó el contrato estaba compuesto por varias empresas, entre ellas Inversiones Grandes Vías e Ingeniería Ltda.

Esta compañía que ahora es introducida con un nombre que responde a sus siglas, IGV Infraestructura, ha presentado como experiencia para ganarse otros procesos, sus relaciones con Aguas Kapital, otra de las empresas históricamente relacionadas con los polémicos robos de los Nule. 

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La Sociedad Aguas Kapital Bogotá SA ESP, constituida el 2 de diciembre de 2002, siguiendo el libreto, ha cambiado innumerables veces su nombre y objeto social, pero manteniendo su NIT, para esconder sus escándalos, pero conservar su experiencia, que es la parte clave en una licitación.

Por eso volvamos a Santander. Como es obvio, los Nule no se presentaron ahí para perder. Este mismo consorcio participó también para el segundo lote del contrato y, efectivamente, le fue adjudicada la construcción, mejoramiento y mantenimiento de las carreteras San Gil-Gonzaga- Santa Rosita, por la bicoca de 88.000 millones de pesos.

A esta puja también se presentó Consorcio Constructor G.M. Santander, quien se quedó con el contrato del Lote No.1. Es decir, para explicarlo en plastilina, ambos se presentaron a las dos partes de la licitación, las compañías asociadas a Emilio Tapia se ganaron el primero, y las sociedades históricamente relacionadas a los Nule se quedaron con el segundo. Una situación en donde estos convictos empresarios ganaban con cara, con sello e incluso si la moneda caía parada.

Vamos a eso. Entre las empresas que integran estos consorcios hay una relación de vieja data. Pongan atención que se pone más complicado.

Construmas de la Costa y Lena Engenharia e Construcoes SA Sucursal Colombia, dos de las empresas que integran el consorcio donde apareció la empresa relacionada a los Nule, ya se habían presentado en otra oportunidad para la licitación que mencionamos en una columna anterior, para la obra correspondiente a la construcción del nuevo Anillo Vial de Valledupar, que fue asignado hace pocas semanas a empresas asociadas a Emilio Tapia, con una inversión de 110.739 millones de pesos.

En esa ocasión, Construmas de la Costa y Lena Engenharia e Construcoes SA Sucursal Colombia se presentaron en compañía de Harinsa Navasfalt, la misma del Consorcio G.M Santander relacionada con Emilio Tapia, con quienes en esta ocasión se enfrentaron, y que en el caso de Valledupar perdieron ante una de sus mayores aliadas, Global Designs and Building, también de Emilio Tapia.

Pero para hacerlo más complejo y más difícil de rastrear, estos personajes buscaron un tercero, que participara en el proceso y le diera visos de pluralidad, y ahí entró el consorcio Vías San Gil, integrado por Ingeniería y Construcciones del Cesar SAS, Meyan SA, Meg Obras SAS y por Ingeniería y Obras de Colombia SAS.

De este grupo de empresas se destaca Ingeniería y Obras de Colombia SAS, que, cambiando su domicilio a Barranquilla en 2019 pero manteniendo su NIT, se presentó en compañía de Paz Construcciones, uno de los dueños de Montemariana SAS, miembro del consorcio adjudicatario del Lote No. 2 que otorgó la Gobernación de Santander y se quedó con un contrato de 6.200 millones con el Instituto de infraestructura y concesiones de Cundinamarca. 

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Esta maraña muestra que los tres contratos más altos por monto que ha entregado en su periodo el gobernador de Santander, Mauricio Aguilar, han sido para empresas relacionadas con los Nule y Emilio Tapia. La pregunta que eso genera es ¿cuál es el cuarto en tamaño? Pues ahí tampoco hay sorpresas.

El 21 de noviembre de 2022 fue asignado el acuerdo para el mejoramiento de la vía secundaria que comunica los municipios de Jesús María y Florián, beneficiando los municipios de Tununguá y Saboya, este último en el departamento de Boyacá. Esto se lo ganó la Unión Temporal Vial CI como único proponente por la módica suma de 54.000 millones de pesos.

La Unión Temporal Vial CI es un consorcio que lo componen dos empresas. Ingvias SAS con el 20 por ciento y Construcciones y Servicios SAS con el 80 restante. El dueño de Ingvias, en un 100 por ciento, es una empresa que hemos revisado en las columnas anteriores llamada Odeka SAS, conocida anteriormente como Suárez y Silva Ltda, ya que tienen el mismo NIT. El real dueño de Odeka es el señor, también condenado por el carrusel de la contratación, Juan Carlos Aldana, primo y socio de Emilio Tapia.

Lo más interesante es que Ingvias fue constituida el 11 de febrero de 2022, es decir que no tenía ni un año cuando se ganó ese contrato. Para demostrar experiencia, puso una licitación que se había ganado Suárez y Silva Ltda por más de 17.000 millones de pesos para construir el corredor del Paletará, que es un tramo que une San José de Isnos en Huila hasta Paletará en el Cauca. Una revisión de esos documentos demuestran que el ganador fue la Unión Temporal Corredores Arteriales.

Las empresas que conforman ese consorcio exponen lo más interesante. Son una compañía llamada Constructores Gayco SA, MNV SA, Gas Kpital GR SA y la conocida Suárez y Silva Ltda. Ya sabemos que esta última es asociada a Emilio Tapia, mientras que Gas Kpital GR, es uno de los nombres que ha tenido Sociedad Aguas Kapital de los Nule, y la otra compañía que se llama MNV, lo dice todo en sus siglas que corresponden a Miguel Nule Velilla.

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Todo esto revela una complicada red de empresas atadas a multimillonarios escándalos, que desde el carrusel de contratación nunca han dejado de licitar y contratar pese a que sus dueños reales están condenados. Lo único que han hecho diferente es cambiarles el nombre para maquillarlas con un color de legitimidad, y juntarlas con otras compañías que tienen la experiencia y con eso formar la composición exacta de cada consorcio a la medida justa de las licitaciones.

Lastimosamente la totalidad de esos caminos conducen a los mismos nombres: Emilio Tapia y los Nule. Y esos nombres conducen a un único camino en el que, como en el carrusel de contratación, nunca se terminan las obras y siempre se pierde la plata. En este caso mucha, mucha plata.

@yohirakerman; [email protected]

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