Yohir Akerman
13 Agosto 2023

Yohir Akerman

El atentado del fiscal

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“Que yo sea paranoico no quiere decir que no me estén persiguiendo”, es una frase de la clásica de la novela Catch-22 de Joseph Heller, que repetía con frecuencia mi profesor de derecho penal. Un abogado que, por su sabiduría popular y conocimiento del derecho, cito en varias situaciones de mi vida y en las investigaciones de mis columnas. Lo vuelvo a hacer para describir el anuncio del fiscal general de la nación, Francisco Barbosa, sobre el autoanunciado atentado en su contra por parte del grupo guerrillero ELN.

Me explico.

El pasado 8 de agosto, la Fiscalía anunció que tres fuentes de información señalaron que se realizaría un atentado terrorista en contra de Barbosa. Una de ellas suministrada por la inteligencia militar de las Fuerzas Militares, otra que llegó a través del CTI de la propia Fiscalía, y una tercera suministrada a un funcionario de Policía Judicial que apoya a la Dirección Especializada contra las Organizaciones Criminales. Todas en temporalidades distintas.

Según los datos de estas fuentes, el pasado mes se llevó a cabo una reunión en Venezuela entre cinco altos mandos del ELN, en la que se realizó una capacitación a integrantes de ese grupo armado organizado para producir un crimen con francotiradores, bajo la coordinación de José Benigno Guzmán, conocido como alias el Rolo.

Este es el jefe del Frente de Guerra Urbano Nacional y está señalado como uno de los responsables de la acción que realizó la guerrilla en enero del año pasado en contra del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía, en Cali, así como de otros ataques en Cúcuta. Es un hombre muy peligroso.

Rápidamente, a través de un hilo de trinos, la guerrilla desmintió el comunicado del ente investigador y agregó que, con el anuncio, Barbosa estaba utilizando técnicas para sabotear el proceso de diálogo de paz que se está desarrollando entre el Gobierno y el ELN.

A lo que la guerrilla se estaba refiriendo es que Barbosa ha sido un público amigo del expresidente Iván Duque y al mismo tiempo uno de los mayores críticos a la política de paz total de Petro. Se ha enfrentado con el mandatario en varias ocasiones y se ha negado a levantar las órdenes de captura de otros grupos armados con los que se negocia la paz.

Por eso el comisionado para la paz, Danilo Rueda, le pidió mesura al fiscal Barbosa, y criticó el procedimiento para informar sobre el anunciado plan del ELN, sin antes haber reportado el hecho al presidente Gustavo Petro y a otras autoridades del país. La respuesta de Barbosa no dijo nada y a la vez explicó mucho: “El comisionado de paz es un canalla, es un miserable. Me está poniendo una lápida en la cabeza”.

La verdad es que no.

Esta columna tuvo acceso a dos fuentes militares que manejan varios agentes de campo infiltrados en diferentes niveles de esa guerrilla. Estas fuentes confirmaron que hasta ahora no han oído de ese supuesto plan que el fiscal denunció. Para tener clara la magnitud de la contradicción, estas son las mismas fuentes que han indicado, en el pasado, con antelación, acertadamente, planes del ELN, como el carrobomba a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. Así como se oye.

Por eso es curioso que el comunicado de la Fiscalía mencione precisamente esa acción, ya que, en ese suceso, esas mismas fuentes consultadas por esta columna que desmintieron la información de Barbosa, advirtieron de los planes de la guerrilla con mucho tiempo de anterioridad, conociendo incluso quién era el suicida que lo iba a ejecutar y la estrategia específica. Ese fue un caso donde no falló la inteligencia sino la acción militar para detener a tiempo el lamentable hecho terrorista. Fue la crónica de un atentado anunciado por cuenta de algún general perdido en su laberinto.

Por esto es claro que estas fuentes militares e infiltrados tienen autoridad y credibilidad para hablar de este plan en contra de Barbosa y, se hace obvio, que hay que mantenerlas anónimas para no ponerlas en riesgo, ni tampoco generar problemas en los trabajos de inteligencia en proceso, ni en los objetivos de alto valor estratégico. Ni más faltaba.

Ahora, no solo hay que quedarse con esa versión. Vamos al proceso. Según la estructura de manejo de información, este tipo de temas tan delicados se tratan en unas juntas de inteligencia entre las agencias del Estado y se presentan en informes de carácter urgente. Sorprende que, en este caso, eso no ocurrió, sino que fueron presentados mediáticamente y las agencias del Estado se enteraron por un comunicado de prensa.

Sigamos. Los receptores de productos de inteligencia y contrainteligencia, es decir quienes con ocasión de sus cargos y funciones deben recibir información de inteligencia y contrainteligencia, son el presidente de la república, el ministro de Defensa, los miembros del Consejo de Seguridad Nacional y, en lo relacionado con las sesiones a las que asistan, los invitados al Consejo de Seguridad Nacional y los miembros de la Comisión Legal de Inteligencia y Contrainteligencia. 

Anexo A
Anexo A

Esta columna pudo establecer que, del macabro plan para atentar en contra del fiscal, ninguno de estos funcionarios, ni sus equipos, fueron informados, únicamente la víctima que es el fiscal.

Eso no quiere decir que el plan sea falso. Lo que sí demuestra, es que, en el reporte y manejo de una situación tan delicada y urgente, no se respetó el conducto regular en cuanto a informar superiores como son la junta de inteligencia, el ministro de Defensa y el mismo presidente Gustavo Petro.

Pero el tema no solo es político. Es también psicológico.

Es obvio que siempre hay objetivos de alto valor en la mira de los delincuentes y la guerrilla, sin que necesariamente se conozca de una estrategia definida contra ellos. Y por supuesto que hay sectores del ELN que tienen animadversión hacia ciertos personajes públicos que están permanentemente en la mira, como el fiscal, y que por la naturaleza de su cargo son considerados de alto riesgo. Eso es claro.

Y hay que agregar que los delincuentes siempre están buscando fallas de seguridad que puedan aprovechar para realizar acciones de impacto contra la fuerza pública. Pero también es cierto que la relación con la Fiscalía siempre ha sido más bien de interés, y en algunos casos de corrupción, para poder sacar por debajo de cuerda a los cuadros de mando capturados.

Las fuentes de esta columna han establecido que según los datos de inteligencia que han conseguido, los miembros de la guerrilla prefieren comprar un fiscal local que amenazarlo. “Así hicieron con la fuga de Gustavo Aníbal Giraldo, conocido en la guerra con el alias Pablito, y cuando han sacado otros cuadros de mando por medio de corrupción en los procesos penales”.

Esto finalmente nos lleva al objetivo del supuesto plan terrorista: el fiscal Francisco Barbosa y su constante paranoia, puesto que no pierde oportunidad para decir que todo se convierte en una amenaza para su seguridad y que siempre está en altísimo riesgo inminente y continuado.

Así lo hizo cuando desde esta columna se publicó una investigación que determinó que sus perros, Bell y Laica, tienen esquema de seguridad asignado, salen a tomar sus paseos diarios de la mano de funcionarios de la Fiscalía, y los transportan en un vehículo oficial asignado.

La respuesta de Barbosa fue que esas mascotas eran parte de su familia, del entorno de protección que él tiene, y que él era la persona más buscada para ser asesinada en el país. Igual sucedió para la justificación de las siete camionetas de lujo blindadas y 44 escoltas que están en dos turnos para cuidarlo. Eso sin contar con los hombres y mujeres que cuidan a sus familiares y perros, que, si se suman todos, se llega a la escandalosa cifra de 150 guardaespaldas dedicados para la seguridad de esta familia.

Para terminar, vamos a donde empezamos. Así como dijo que el comisionado de paz es un canalla, un miserable, y que le está poniendo una lápida en la cabeza, el fiscal Francisco Barbosa, también responsabilizó al presidente Gustavo Petro por su seguridad y la de su familia, tras la desafortunada declaración del primer mandatario en la que aseguró que es el jefe de la Fiscalía. El episodio fue lamentable y errado para el presidente Petro, pero decir que de ese choque de trenes se desencadenaba un atentado contra él es, para decirlo claro, un sinsentido. Además, agregó que su familia saldría del país por seguridad por este episodio, pero que él se quedaba porque no es un cobarde. Con 44 escoltas yo tampoco lo sería, la verdad.

Pero paranoico es otra cosa. Y en esto hay que traer la famosa frase de Winston Churchill: “Cuando me encuentro en preocupaciones, recuerdo la historia del anciano que dijo en su lecho de muerte que había tenido demasiados problemas en su vida, la mayoría de los cuales nunca sucedieron”. Como todas las veces que el fiscal Barbosa responsabiliza a alguien más de su autoanunciada inseguridad y de los maquiavélicos planes para matarlo.

@yohirakerman; [email protected]

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