María Jimena Duzán
18 Febrero 2024

María Jimena Duzán

El día en que la Corte Suprema de Justicia perdió su camino

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El próximo 22 de febrero, la Corte Suprema de Justicia tiene prevista una nueva sesión para ver si elige a la nueva fiscal general de la nación de una terna integrada por tres mujeres preparadas y valientes, dueñas de unas hojas de vida muy superiores a la del mediocre exfiscal Francisco Barbosa. 

Sin embargo, a pesar de que la terna es de lujo, no parece que vaya a haber humo blanco en este tercer intento. 

La verdad, aunque duela, es que hace rato la Corte Suprema de Justicia cambió sus criterios morales para elegir fiscal general. En el papel sigue contando la idoneidad para el cargo y la preparación para asumir los desafíos, pero en la trastienda, donde el poder se compromete, lo que más aprecian los magistrados a la hora de elegir a un fiscal es la capacidad que tienen los candidatos de darles puestos en la Fiscalía. El que satisfaga su insaciable apetito burocrático, debe ser el coronado. Ese criterio tan dañino es el que se ha venido aplicando sobre todo en las últimas elecciones para fiscal general, -léase la de Néstor Humberto Martínez Neira y la de Francisco Barbosa-. 

Los efectos de esta pésima práctica han sido desastrosos, pero la Corte Suprema de Justicia ni siquiera se ha dado por aludida. Les tiene sin cuidado que Barbosa, el fiscal que eligieron hace cuatro años, haya terminado utilizando la Fiscalía para posicionarse como el candidato antipetrista. Tampoco les importó que montara un discurso peligroso que fue endureciendo el último año de su mandato dirigido a incentivar la percepción entre los sectores de derecha de que Petro, por ser de izquierda y haber sido guerrillero, era indigno para ocupar la presidencia. Barbosa acusó al presidente una y otra vez de haber acabado con las instituciones, y, en un hecho sin precedentes, se dio el lujo de comparar su poder de destrucción con el de Pablo Escobar. La Corte Suprema de Justicia miró para otro lado y no solo se quedó callada, sino que tampoco vio razones para agilizar la elección del sucesor de Barbosa, ni siquiera cuando supo de la posibilidad de que fuera a quedar de encargada Marta Mancera, su cuestionada vicefiscal. La Corte Suprema de Justicia sabía que Mancera traía a cuestas serias denuncias que la señalan de haber protegido a funcionarios de la Fiscalía que formaban parte de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, pero, al parecer, esa información le pareció irrelevante porque no hizo nada para agilizar la elección de la nueva fiscal. Difícil creerlo, pero todo indica que la CSJ prefirió callar porque de por medio estaban sus puestos. 

Ahora tiene todas sus energías concentradas para ver si logra forzar la negociación en la trastienda con la esperanza de que alguna de las candidatas suelte prenda y puedan empezar a negociar sus puestos en la Fiscalía.

Como las ternadas se han rehusado a caer en esa celada, la CSJ anda inventándose molinos de viento para ocultar la verdadera razón que los tiene en capilla. Un día dicen que no eligen porque no se han podido poner de acuerdo, otro porque están siendo presionados y otro porque no tienen garantías para cumplir con sus funciones. La verdad es otra y es tan vergonzosa que es mejor no decirla. La única razón por la cual la Corte Suprema de Justicia no ha elegido a la nueva fiscal es porque todavía no han podido cuadrar con ninguna de las ternadas cuál es la tajada del ponqué que les toca.  

A Petro se le puede criticar por muchas cosas. Por sus reformas, por sus discursos cósmicos, porque no gobierna, porque no ejecuta, porque llega tarde a todo y porque utiliza la protesta social que debe ser libre y espontánea para ponerla al servicio suyo. 

Pero en esta puja por la elección de la fiscal tiene la razón. Esa elección no se puede convertir en una operación clientelista porque de por medio está la legitimidad de la Fiscalía y la probidad de la justicia. Pero además la elección del fiscal no se puede pactar en la trastienda ni en la penumbra, porque la Fiscalía no puede convertirse en una pocilga del clientelismo y de la corrupción ni las Cortes se pueden olvidar a quién es que en realidad sirven. Haber elegido a un mediocre como Barbosa y haberle permitido hacer y deshacer sin que la CSJ lo hubiera llamado a cuentas no habla muy bien de este Alto Tribunal. 

Es cierto que en la Corte Suprema de Justicia hay magistrados probos que entienden la dignidad del tribunal que representan. Ojalá esos se impongan en esta noche oscura de la justicia.

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