Mauricio Rodríguez Múnera
11 Diciembre 2023

Mauricio Rodríguez Múnera

El libro del año

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Mundo, del destacado historiador británico Simon Sebag Montefiore, es a mi juicio la mejor lectura de 2023. Es un libro fuera de serie: en casi 1.400 páginas cuenta la vida de la humanidad a través de las asombrosas familias y personajes que han detentado el poder a lo largo de los siglos. 

En 23 actos, como si fuese una obra de teatro, el autor nos cuenta fascinantes episodios en los que se evidencia que “el impulso humano no es únicamente un camino de progreso sino también una sucesión tambaleante de contingencias. Es una lucha no solo entre Estados e ideologías que se enfrentan, sino entre facetas contradictorias de la naturaleza humana”. 

A través de relatos muy curiosos sobre lo que hicieron individuos, familias y clanes tan distintos como los Médici, los incas, los Habsburgo, los Rockefeller, Alejandro Magno, los Kennedy, Atila, Putin, Sócrates, Miguel Ángel, Shakespeare, Siddartha Gautama( Buda), Carlomagno, Tamerlán,  Gengis Khan, Mozart y algunos menos conocidos -como Hongwu (fundador de la dinastía Ming, quien ejecutó a un ministro con 30.000 personas de su clan; solo la señal mística de un rayo que cayó en su palacio detuvo el horror) y Kamehameha, monarca de Hawái, este gran escritor nos presenta una variedad de comportamientos que recorre todo el espectro de las conductas humanas, desde las peores hasta las mejores. 

A lo largo de los siglos se mezclan la crueldad sin límites (guerras y guerras y más guerras; por ejemplo, yo no sabía de la masacre en pocos días de 1,2 millones de personas por parte de soldados mongoles en Gurganj- Turkmenistán), la genialidad que ha producido maravillosas obras de arte (“La sensibilidad es un don precioso” afirmó la escritora japonesa Murasaki Shikibu en el siglo XI en la primera novela registrada – La historia de Genji), la egolatría llevada a los excesos más inverosímiles, el amor por la familia (pero el asesinato de los hijos y cónyuges si era necesario para seguir gobernando, como Abderramán –califa de Córdoba que ejecutó en público a su propio hijo), la explotación inmisericorde de los más débiles, crímenes frecuentes de la élite mediante envenenamiento y suicidios forzados, la obsesión por ser inmortales (Calígula declaró ser Dios), la creatividad que logró inventos fabulosos, la tremenda adicción al poder, la intrepidez, el coraje y la codicia que llevaron a exploradores y conquistadores a todos los rincones del planeta, la diversidad de religiones (algunas con prácticas tan curiosas como en Tikal, donde los gobernantes se tenían que perforar el pene con el aguijón de un pez raya como ofrenda a sus dioses), la locura total por acumular riquezas materiales (tierras, joyas, obras monumentales), la magia de las antiguas Grecia, Roma, el Renacimiento y la Ilustración, la pasión desenfrenada por el sexo (en sus manifestaciones más excéntricas, como el caso del eslavo Valdemar, quien a finales del primer milenio tenía siete esposas y un harén con 800 mujeres; orgías y bacanales en todas las culturas) y el creciente deseo por las drogas (en múltiples versiones, desde los tiempos más remotos). 

Me llamaron la atención además, varios hechos: el inmenso poder –directo o indirecto– ejercido por las mujeres en todas las épocas (múltiples casos muy interesantes narrados en detalle); las tragedias de la peste bubónica del siglo VI (que cobró la vida del 25 por ciento de los europeos) y la peste negra (que causó 200 millones de muertes en el siglo XIV); la ocurrencia de desastres naturales por cambios climáticos del pasado, el probable descubrimiento de América por los vikingos y polinesios mucho antes de que llegase Colón.

Impactante esta cita de Hegel que aparece en el epílogo del libro: “A menudo se aconseja a los gobernantes, los estadistas y las naciones que aprendan lo que la experiencia histórica les puede enseñar. Pero la lección de la historia es que las naciones y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia”. 

Sin embargo, en estos momentos en que no pocos creen que estamos cerca del fin, destaco esta otra frase del libro, describiendo lo que acontecía en el siglo VII: “El mundo parecía estar a punto de irse a pique”. Cuando hemos estado a punto de naufragar, la humanidad logra no solo salvarse sino avanzar. Ojalá así siga sucediendo.     

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