Yezid Arteta
26 Octubre 2023

Yezid Arteta

Izquierda real y digital

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El joven millonario Estéfano Kaselakis, exejecutivo de Goldman Sachs —la poderosa banca global y de gestión de inversiones— se convirtió desde el pasado septiembre en el máximo dirigente de la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) de Grecia. Derrotó en las primarias del partido a una mujer que milita en la izquierda desde que estaba en el vientre de su madre. La campaña de Kaselakis se hizo a través de las redes sociales. Sin pisar la calle, sin librar una sola lucha. El activista digital acaba imponiéndose al militante de toda la vida. Esto no parece que vaya a cambiar. Los ciberactivistas quitan y ponen.  

Corren tiempos en los que cuenta más la militancia en Instagram o Tik Tok que lo hecho en la vida real. Desconocidos que de la noche a la mañana se convierten en figuras públicas. En los laboratorios de marketing se fabrican candidatos. A figuras siniestras, incompetentes o con un dilatado prontuario de corrupción les cambian la envoltura para expenderlas como el remedio contra todos los males. Basta con echar una mirada a las cuatro grandes capitales de Colombia para comprobarlo. Los considerados “favoritos” son los viejos conocidos. Políticos al uso que no traerán nada nuevo a sus ciudades. Más de lo mismo. Para ellos la política es un negocio. En la trastienda del candidato están los contratistas. Los que mueven los hilos. Los que se verán beneficiados del dinero público.   

El 29 de octubre Colombia elige. Serán unas elecciones locales en las que, salvo Bogotá y algún pueblo remoto, no habrá sorpresas. Los asientos están escriturados. Los medios proestablecimiento y las derechas mainstream han vendido la idea de que los comicios del domingo son un plebiscito al gobierno que preside Gustavo Petro. Nada más lejos de la realidad. El mapa político municipal y departamental, sometido a los caprichos de los sempiternos caciques locales, es una foto fija desde los primeros años de la República. Una buena parte de electores del domingo votarán a cambio de una contraprestación inmediata. La izquierda, en general, ha estado al margen de este juego. Hay que hacer un esfuerzo mental para encontrar entre los 1102 alcaldes actuales de Colombia, uno que pueda tacharse puramente de izquierda. Quizá lo sea el mandatario de Turbaco, el ex guerrillero Julián Conrado, considerado como uno de mejores alcaldes del país por su diáfana y reformista administración. 

El Pacto Histórico tiene poco que arañar en la contienda del 29 de octubre. En un año de curso político la confluencia progresista no ha podido vertebrar territorialmente. Sin ramificación territorial no es posible disputar y conseguir poder local. Sin vertebración territorial la izquierda está condenada al rol de furgón de cola de las agrupaciones tradicionales afincadas en los departamentos y municipios. Una parte de los congresistas del Pacto Histórico no parecen mostrar interés en la organización territorial del proyecto político que capitaneó Petro. Se han vuelto simples ciberactivistas, individuos sin contacto con la realidad, empeñados en cuidar y vender su imagen, como si estuvieran desfilando sobre una pasarela de modas. Queda un poco más de dos años para apuntalar el Pacto Histórico en el territorio nacional. Sin Gustavo Petro y sin vertebración territorial no hay curules.  

El domingo iré con Gustavo Bolívar para la alcaldía de Bogotá como reconocimiento a su lealtad con el presidente. Para el concejo de la capital voy con Donka Atanassova y Heidy Sánchez, dos mujeres con las manos limpias y los pies sobre la tierra. Quisiera también que Jaison Murillo Pachón de los Comunes, salga electo al concejo, un espléndido y honesto intelectual con quien compartí años de prisión. Gustavo, Donka, Heidy y Jaison no son activistas digitales. Son militantes reales.   

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