Johana Fuentes
10 Agosto 2023

Johana Fuentes

La misma historia

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Cambio y renovación son dos conceptos que no existen cuando de elecciones regionales se trata. Cada cuatro años vemos cómo los mismos clanes políticos mueven sus fichas –así sea desde la cárcel– para quedarse con el poder que por años han ostentado en sus zonas de influencia.

La contienda de octubre no es la excepción, todo lo contrario. La entrega de avales dejó al descubierto las alianzas y el tejemaneje para fortalecer o resucitar a esos barones electorales que históricamente han estado detrás de los hilos de la política local.

Un territorio condenado a este tipo de prácticas es Córdoba. No solo los mismos de siempre se disputan un botín en las elecciones, sino que detrás de varios de esos nombres, está la corrupción que ha desangrado al departamento. Sin embargo, Colombia es un país en el que un escándalo tapa al otro rápidamente y los ciudadanos parecen olvidar pronto cuando de dar un voto se trata. Hoy, la Gobernación de Córdoba estaría entre Erasmo Zuleta y Gabriel Calle. Ambos pertenecientes a familias poderosas de la región.

Quiero centrarme en este último. Gabriel Calle es hermano de Andrés Calle, el actual presidente de la Cámara de Representantes y lo apoyan dos viejos conocidos: Musa Besaile, condenado por concierto para delinquir agravado por aliarse con paramilitares, y el Ñoño Elías, condenado por cohecho y tráfico de influencias dentro del escándalo de Odebrecht. Inicialmente Besaile –desde su sitio de reclusión– quería poner a su esposa Milena Flórez en la gobernación, pero luego cambió de planes y Flórez desistió de esa candidatura para apoyar a los Calle a cambio de obtener respaldo en las legislativas de 2026.

Gabriel Calle Demoya, padre del candidato y jefe de esa casa política, tiene una investigación por corrupción cuando fue alcalde de Montelíbano en 2012, pero como los políticos juegan con nuestra mala memoria y no conocen la vergüenza, Calle Demoya aspira por tercera vez a la alcaldía de ese municipio con el aval del Partido Liberal. La cosa no para ahí, Ramón Calle, sobrino de Calle Demoya, busca quedarse con la Alcaldía de Montelíbano. Al final, lo importante es que todo quede en familia.

Este clan también cuenta con el apoyo de la representante a la Cámara Ana Paola García y un importante sector del Pacto Histórico –sí, del gobierno del Cambio– en Córdoba. No la tienen fácil, por lo menos en la gobernación, pues Erasmo Zuleta cuenta con el respaldo de la casa Bechara, a la que también pertenece su prima la representante a la Cámara Saray Robayo. Además, tiene el apoyo de Marcos Daniel Pinedo, Fabio Amín, el clan Jattin, liderado por la condenada por parapolítica Zulema Jattin, y de los hermanos de Musa, Edwin y John Besaile.

Mientras tanto, la ñoñomanía sigue moviéndose por el departamento. Musa ––que podría quedar libre antes de las elecciones–, pretende quedarse con las alcaldías de Buenavista, Montería, San José de Uré, Tierralta y San Antero. Mientras que el Ñoño no quiere perder Sahagún, su tierra natal y el lugar donde hace pocas semanas fue recibido con bombos y platillos. Allí, el candidato José Hugo Restán, sin pena alguna, contrató a un actor parecido a Elías para mostrar la cercanía que tienen y apostarle a ganar votos con esa figura. Seguramente eso le sumará.

Lo doloroso de todo esto es que veremos otra vez a los mismos rifándose el poder en un departamento en el que han nacido escándalos como el cartel de la hemofilia y educación, es decir, los mismos de siempre haciendo un festín con los recursos públicos y con la certeza de que en cuatro años nadie se acordará. Tal parece que en Colombia tener una investigación o condena por corrupción, en vez de ser un castigo, es gasolina en época electoral.

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