Johana Fuentes
15 Junio 2023

Johana Fuentes

La paja en el ojo ajeno

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Es cierto que Gustavo Petro ha endurecido su discurso contra los medios de comunicación –lo que le ha valido varios llamados de atención de la Flip– e incluso ha puesto en tela de juicio investigaciones periodísticas, invalidando a quienes se atreven a controvertirlo. Sin embargo, decir que ha sido el presidente que más ha atacado a la prensa no es cierto. 

Hace unos días, Iván Duque hizo referencia a este tema en su cuenta de Twitter: “El matoneo a los medios de comunicación que hemos visto hoy, no tiene precedente y amerita que la comunidad internacional se pronuncie al igual que los poderes independientes”. Duque estaba reaccionando a las palabras de Petro en contra de los medios, durante el discurso que dio en la plaza de Bolívar, en el marco de las marchas de respaldo a las reformas del gobierno. Ya sabemos que los políticos se aprovechan de nuestra mala memoria, por eso vale la pena recordarle al expresidente que su gobierno no se distinguió por ser garante de la libertad de prensa. 

Un informe de la Flip publicado al final de su mandato, relata cómo Iván Duque “implementó una estrategia lesiva contra la libertad de prensa”. Esa estrategia se habría dividido en dos frentes: segmentar al periodismo entre amigos y enemigos y controlar la narrativa de su gestión, posicionando su versión de los hechos por encima de todo. 

“Duque y sus asesores etiquetaron como ‘negativo’ a un amplio sector de la prensa y construyeron un muro inquebrantable, que bloqueó a los medios que anticiparon como incómodos”, dijo la Flip. Las preferencias eran claras y notorias. Durante su gobierno, según el informe, concedió 272 entrevistas. Una de cada seis era para RCN radio y televisión, diecinueve para Blu Radio, mientras que para medios más críticos como El Espectador hubo una sola entrevista y para La Silla Vacía, ninguna. 

Su actitud hacia quienes lo cuestionaron se vio reflejada en la famosa frase: “¿De qué me hablas viejo?” Respuesta despectiva que le dio a un reportero de El Heraldo cuando le preguntó por el bombardeo del Ejército en Caquetá que acabó con la vida de varios niños. Ese día no solo evadió la pregunta, su equipo de seguridad impidió que el periodista continuara indagando y le pidieron borrar lo que había grabado. 

Otro episodio que vale la pena recordar fue el protagonizado por Juan Pablo Bieri, quien fue gerente de RTVC hasta que se conoció que intentó censurar al programa Los Puros Criollos por haber criticado el proyecto de ley Tic. En un audio se escuchaba a Bieri decir que el programa debía salir del prime time y pasar a un horario de madrugada para “desaparecer o matar la producción”. Aunque salió del cargo, poco tiempo después fue premiado con un nuevo contrato por 468 millones de pesos, para cumplir funciones como asesor de comunicaciones de la Casa de Nariño. 

Hay que hablar también del programa presidencial Prevención y Acción, creado inicialmente para informar cómo avanzaba la pandemia en Colombia, pero que poco se fue desdibujando para convertirse en un show en el que el presidente alardeaba de los logros de su gobierno mientras inflaba su ego y vanidad. 

En 2021, durante el paro nacional, Duque realizó una penosa autoentrevista en inglés. Allí calificó las protestas como vandalismo y trató de controlar la narrativa desconociendo los válidos reclamos de la gente que estaba en la calle. 

A todo esto, se suma el aumento de las agresiones a los periodistas durante su gobierno. De acuerdo con la Flip, de agosto de 2018 a junio de 2022 se documentaron más de 628 casos. “Los agentes de la fuerza pública (302) son los segundos mayores atacantes de la prensa, de manera violenta, por encima de particulares con 207 casos”. 

 

Es claro que a los poderosos les molesta que los critiquen y cuestionen, pero el periodismo no es un comité de aplausos, el periodismo debe ser contrapoder. Termino esta columna con una frase que dijo el expresidente Duque en su crítica al actual gobierno: “Cuando en una democracia se amenaza la libertad de prensa, la democracia misma está en riesgo”. Infortunadamente, esa reflexión llega al ver la paja en el ojo ajeno. Qué bueno hubiese sido haberlo aplicado durante su mandato. Qué bueno sería que todos los que llegan al poder lo tengan en cuenta. 

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