Mauricio Rodríguez Múnera
19 Febrero 2024

Mauricio Rodríguez Múnera

No es prematuro hablar del 2026

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Dentro de dos años estaremos entrando en la recta final de las próximas elecciones presidenciales. En ese momento faltarán tan solo 100 días para la votación de la primera vuelta. Parece prematuro hablar del cambio de gobierno, pero lo cierto es que para que se dé un verdadero cambio –indispensable para enderezar el rumbo equivocado del país, hay que empezar ya a hacer varias cosas. Estas son mis sugerencias para que el sucesor de Gustavo Petro sea una persona de centro, alejada de los nocivos extremos de la derecha radical y la izquierda fanática. 

  • Se debe seguir apoyando con vehemencia a las instituciones de Colombia, que han demostrado su fortaleza en la contención de las intenciones de un gobierno que en numerosas ocasiones ha intentado –y seguirá tratando– desconocer la separación de poderes y varios otros mandatos constitucionales.
  • No se debe confundir la imagen desfavorable del presidente Petro, que girará alrededor del 65-70 por ciento en lo que le resta del mandato, con un supuesto deseo de muchos de volver al pasado. No; la aspiración de cambio –en muchos frentes de lo económico, social y político, sigue vigente en la mente de la gran mayoría de colombianos. Muchos de los votantes por el Pacto Histórico están decepcionados por la muy mala gestión del presidente y su equipo, pero votarán en 2026 por alguien comprometido con las transformaciones que necesita el país; él o ella y sus colaboradores deberán tener conocimientos, experiencia y capacidad ejecutiva.
  • Los varios aspirantes del centro ideológico (Tercera Vía - economía de mercado hasta donde sea posible y Estado hasta donde sea necesario) deben aprender de las muchas equivocaciones cometidas por los que representaron esa posición -con matices diversos, (unos inclinados un poco a la derecha, otros a la izquierda) para que los colombianos no tengamos que escoger entre las dos opciones de las antípodas políticas. Hay que definir lo más temprano posible unas reglas de juego muy claras y exigentes para que hacia el final del proceso electoral se pueda dar su unión frente a sus rivales. 
  • La situación económica jugará un papel decisivo en las preferencias de los colombianos. Dado el muy pobre desempeño de la economía el año pasado y la gran caída del nivel de inversión (es ahora apenas la mitad del promedio de la última década) lo más probable es que el crecimiento en los siguientes dos años será bajo y el desempleo mayor al de hoy. La gente entonces apoyará a quien tenga la mayor credibilidad, evitará caer de nuevo en las manos del populismo. No será fácil hacer esa tarea pedagógica para contrarrestar la demagogia, pero lo sufrido en este cuatrienio será terreno fértil para que fructifiquen las propuestas serias. 
  • Por último, pero no menos importante, los candidatos de centro deben liderar la gran batalla contra la corrupción. Esa lucha, en la que hemos retrocedido significativamente en las pasadas décadas, no es un asunto político. Porque lo cierto es que los delitos contra las arcas del Estado no son exclusivos de uno u otro partido, son una terrible plaga que se ha extendido por doquier, incluido el sector privado y los ciudadanos del común.       
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