Yohir Akerman
30 Julio 2023

Yohir Akerman

No estaba enfermo, andaba de parranda

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El exmagistrado de la Corte Constitucional, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, no ha empezado formalmente a cumplir su sentencia de seis años y medio de prisión, y ya está haciéndole trampa a la justicia. Unos días después de su captura se conocieron 11 enfermedades, entre las cuales están unas que claramente lo tendrían en cuidados intensivos o muerto. Todo para evadir la prisión y buscar una celda en una cómoda guarnición militar.

Vamos a la línea de tiempo para entender el escándalo. El 4 de mayo de este año la Corte Suprema de Justicia encontró culpable a Pretelt por pedir 500 millones de pesos de soborno para influir en el trámite de una tutela. Dos días después, agentes del CTI lo capturaron en Montería, en la madrugada del domingo, en medio de una parranda vallenata y un fin de semana de celebración de su cumpleaños número 61. 

La fiesta que ofrecía Pretelt, en un apartamento de lujo en el barrio El Recreo, fue interrumpida por los funcionarios de la Fiscalía, luego de que no fuera encontrado en Bogotá y se descubriera que estaba farreando en la costa, sin conocer la orden en su contra. 

En las imágenes de su captura se observa al corrupto exmagistrado salir de la fiesta, caminando muy tieso y muy majo, sosteniendo una botellita de agua para bajar los tragos de la parranda que había iniciado el día anterior, y vestido con un pantalón de jean, camisa blanca y tenis de moda. 

Pretelt llevaba todo el fin de semana celebrando, ya que 24 horas antes, el 4 de mayo, mismo día que se firmó su captura por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema, se conoció que estaba en otra fiesta con su familia. Esta vez con collar de flores de colores en estilo hawaiano, muy sonriente y rozagante. 

No solo eso, pocos días antes de estas fiestas, el 27 de abril, fotografías obtenidas por esta columna muestran al expresidente de la Corte Constitucional en una amena cabalgata, paseando entre un cultivo de plátanos de la región, saludando más que reina ‘e pueblo, mientras disfrutaba de unos buenos tragos con unos amigos y su hermano Luis Fernando Pretelt. Familiar que también estuvo involucrado en el escándalo de la tutela de Fidupetrol, ya que, presuntamente, sirvió como mediador en el pago del soborno. Dicen que quienes delinquen juntos, cabalgan unidos. 

Anexo A

Envidiable brío, estamina y aguante la del togado de 61 años, y eso nos lleva a su captura, puesto que las evidencias documentales muestran que el condenado exmagistrado estaba muy activo montando a caballo, en fiestas y de buenos tragos, pero todo eso cambió tan solo un día después de ser puesto en prisión. 

El 7 de mayo, Pretelt Chaljub, encontrándose en las instalaciones del CTI en la ciudad de Montería preparándose para ser transferido a un calabozo en Bogotá, tuvo que ser trasladado de urgencias a la Clínica San Sebastián, donde fue hospitalizado. ¡Como anillo al dedo!

El 9 de mayo, el médico delegado por el Inpec, de la ciudad donde Pretelt es muy poderoso, realizó una valoración de salud del condenado extogado, encontrándolo en mal estado general, deprimido y con temblor en extremidades superiores, ordenando que no podía volar.

“La impresión diagnóstica del paciente es de un cuadro de depresión aguda, trastornos cardiacos, mialgias generalizadas, tiene recomendaciones urgentes de valoración por medicina interna, cardiología y psiquiatría (…)”. Increíble, ya que solo tres días antes andaba de juerga. 

Por esto, mediante resolución número 004015 del 8 de mayo, la Dirección General del Inpec, entidad famosa por sus escándalos y corrupción, fijó al Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Montería, como lugar de la detención de Pretelt. Una victoria, ya que pasaba de una prisión de alta seguridad en Bogotá a un establecimiento de mediana seguridad en Montería. 

Pero la defensa de Pretelt no quedó contenta y siguió presionando. Mediante acción de tutela estableció que el Inpec no estaba teniendo en cuenta la calidad de aforo constitucional del señor condenando, por lo que solicitó a la División Séptima del Ejército, a la Dirección de Centros de Reclusión del Ejército, Dicer, y a la Dirección General del Ejército Nacional, se ordenara el traslado a una guarnición militar. 

Fueron más allá y específicamente solicitaron la Brigada 11 del Ejército de Montería por “cuenta del fuero constitucional, sus problemas de salud, y los riesgos que corre por motivos de seguridad”. Tras de cotudo con paperas, el condenado exmagistrado escogiendo su sitio de prisión como si se tratara de un hotel.

Mientras se definía eso, se quedó durante dos semanas diciendo que estaba enfermo en un cuarto de la Clínica San Sebastián con un guardia en la puerta. Sin embargo, en vista de que los médicos no daban parte real de la salud del condenado, la defensa logró su traslado a la Clínica Universitaria de Medicina Integral de la misma ciudad. Para mayor control de la valoración. 

Por estos hechos, el pasado 15 de junio el Juzgado Primero Administrativo Oral de Circuito de Montería, extrañamente amparó los derechos del exmagistrado corrupto y ordenó al teniente coronel Hernán Daniel Narváez Torres, en su calidad de director de los Centros de Reclusión Militar, que dentro del término de cuarenta y ocho horas siguientes a la notificación de esta decisión, le asignara un cupo dentro de una Unidad Militar con sede en la ciudad de Montería, como sitio de reclusión del exmagistrado.

Anexo B

Frente a esta decisión del juez, la Dirección de Centros de Reclusión Militar se pronunció manifestando la improcedencia de la tutela, sustentada en la reiterada jurisprudencia en la que se ha indicado la discrecionalidad que tienen el Inpec y los Centros de Reclusión Militar para asignar los centros de reclusión de sus presos. Habrase visto.

Adicionalmente, la respuesta de la Dicer negó al Juzgado la facultad de interferir en dichas decisiones, ya que en el caso de Pretelt no se estaba dando una arbitrariedad o vulneración de los derechos fundamentales. Finalmente, dio el argumento más importante y es que la Dirección de Centros de Reclusión Militar no tenía espacio y el establecimiento de reclusión donde habían asignado a Pretelt y su ubicación física, para la justicia, eran acordes al perfil delictivo del procesado. Evidentemente no pa’l togao condenao.

La defensa de Pretelt se puso más agresiva con esta respuesta y, por medio de otro supuesto médico de la región, interpuso una nueva acción con un diagnóstico de 11 enfermedades, entre las cuales se acreditaron, según las historias clínicas y los informes médicos obtenidos por esta columna, unos males que nos llevan a concluir que es un milagro que el togado esté vivo, ya que, entre otras, sufre del síndrome coronario agudo sin elevación del segmento vs angina inestable. Grave. 

Como si eso no fuera poco, el pobre Pretelt también padece de un desequilibrio hidroelectrolítico tipo hipokalemia, lo que puede provocar ritmos cardíacos anormales. Raro para alguien que hace un mes andaba de parranda vallenata hasta al amanecer y montado a caballo. 

El diagnóstico también encontró trastorno de ansiedad generalizada. Ese es más entendible para quien ha sido hallado culpable de pedir un soborno. Al igual que insomnio, mialgias y depresión aguda, porque es que el delito deprime. Y más la sentencia. Todavía más la culpabilidad y como dice el que era mi profesor de derecho penal, el dolo, doloroso.

El médico también le detectó, desafortunadamente, pero de manera conveniente, granulomas pulmonares por secuelas de covid-19, hipertensión, antecedentes de cáncer de colon, lumbociatalgia crónica, que es una dolencia aguda y crónica de la espalda baja que a duras penas deja caminar, y aunque no lo crean, obesidad. Es un milagro que el señor Pretelt pueda moverse si a tan solo semanas atrás se le veía radiante en libertad. 

El parte médico no paró ahí y fue incluso a decir que Pretelt se ha intentado suicidar tres veces. Tan extraño, ya que no se conocen ninguno de estos desafortunados eventos. Según el expediente que esta columna obtuvo, el doctor dijo: “Es de anotar que el paciente tiene pendientes resultados de exámenes cardio vasculares por su delicado estado general, pero sobre todo vigilancia profesional pus (sic) tiene antecedentes de ideas suicidas y daño autoinfligido en 3 ocasiones por lo tanto la valoración por Psiquiatría debe ser estricta y permanente”. 

Anexo C

Por esto, el miércoles de la semana pasada, el 19 de julio, el Tribunal Administrativo de Córdoba, en su Sala Cuarta de Decisión, corrió para sacar un colorido fallo, confirmando la sentencia del 15 de junio y ordenando a la Dirección de Centros de Reclusión Militar encontrarle una cómoda habitación en una guarnición militar en Montería, para que el señor Pretelt pueda pasar su sentencia de seis años y medio con toda comodidad. 

Pese a su supuesto delicado estado de salud, horas antes de ese fallo, se conoció que, Pretelt Chaljub agredió físicamente a un guardián del Inpec por no permitirle una visita en su habitación de la Clínica Universitaria de Montería. Pretelt le lanzó golpes e improperios al oficial luego de que este se negara a permitir el ingreso a un militar que iba a visitarlo. Qué interesante que en el mismo día que se decidía el espacio en la guarnición oficial, pasaba por ahí un militar de la zona para saludarlo. 

Esa visita fue clave, ya que el 26 de julio, pocos días después de quedar en firme la decisión del Tribunal Administrativo de Córdoba y la respuesta de la Dirección de Centros de Reclusión Militar, el magistrado Pretelt se mejoró como por arte de magia de todos sus males. Se desconectó de la camilla para salir, muy tieso y muy majo, caminando del hospital hacia su nueva y cómoda habitación en las instalaciones de la Brigada 11 del Ejército Nacional en la capital de Córdoba. 

Ahí comenzará a pagar su condena de seis años de prisión por el delito de concusión, en amistosa compañía de su compadre el excongresista Musa Besaile que se encuentra recluido en esa misma guarnición militar. 

Pese a todo esto, logrado por medio de chancucos con médicos de Montería, donde Pretelt y su familia son muy poderosos, con tutelas falladas por juzgados y tribunales donde el togado todavía tiene muchos vínculos e influencia, su defensa ahora busca el beneficio de casa por cárcel, alegando nuevos problemas de salud. 

Enfermedades que sabemos no existen ya que cuando no está deprimido, suicida, ansioso, o con inmovilidad de espalda o infartos de corazón, se encuentra en cabalgatas, de fiesta hasta al amanecer o agrediendo físicamente a los guardias que lo protegen. Un preso que no está enfermo, sino que se toma la justicia de parranda. 

@yohirakerman; [email protected] 
 

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