Velia Vidal
29 Septiembre 2023

Velia Vidal

Pobreza

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¿Qué significa ser afro? Es la primera pregunta que le pido responder a los maestros y maestras cuando inicio los talleres de enfoque étnico diferencial en entornos bibliotecarios y escolares, que durante estas dos semanas realizo en Turbo, Necoclí, Apartadó y Chigorodó. Llego preparada para conversar y debatir sobre las muchas respuestas estereotipadas que suelen dar los participantes: color, alegría, sabor, cocina, música, danza; desconociendo que se trata de compartir una raíz y sus efectos en el presente. 

Noventa y ocho por ciento de pobreza, afirmó una maestra con tono firme. Una respuesta que no esperaba y en la que solo me podría detener a discutir el porcentaje, porque es irrebatible que ser afro en Colombia está íntimamente ligado con ser pobre. Y no me refiero con esto a la pauperización como forma de racismo principalmente usada en los medios y las artes. Me refiero a datos estadísticos contundentes, como los que justamente había puesto en evidencia la reciente publicación de las cifras oficiales de pobreza monetaria, pobreza monetaria extrema y el coeficiente de desigualdad de Gini del 2022, por parte del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) y del Comité de Expertos en Pobreza.

Según el informe, las noticias para el país, al menos en términos de pobreza multidimensional en el nivel nacional, fueron positivas, en 2022, la tasa de incidencia de pobreza multidimensional a nivel nacional fue del 12,9%, (se redujo 3,1 p.p. con relación a 2021); en las cabeceras del país fue del 8,7% (-2,8 puntos porcentuales) y en los centros poblados y rural disperso fue del 27,3 % (-3,8 puntos porcentuales). Todas las variaciones son estadísticamente significativas.

Cuando vamos a los detalles empezamos a notar las particularidades asociadas a la población racializada, por ejemplo, si bien la región Caribe tuvo una disminución importante en la tasa citada, esta, al igual que la región Pacífico, al menos duplican la tasa nacional de pobreza multidimensional. Más específicamente, expresa el informe de forma categórica que para 2022, en el total nacional, las personas que pertenecían a un hogar donde el jefe del hogar se reconoce como negro/a, mulato/a, afrodescendiente o afrocolombiano/a presentaron una incidencia de pobreza multidimensional del 22,4%. Esto es casi diez puntos porcentuales (p.p.) por encima de la tasa nacional.

En cuanto a la pobreza monetaria, en 2022, el 36,6% de los colombianos estaba en condición de pobreza monetaria, lo cual representa una disminución de 3,1 puntos porcentuales frente a 2021, cuando fue del 39,7 %. Nuevamente una aparente buena noticia para el país, no obstante, es de suma gravedad que, en 2022, en el total nacional, 6.904.501 personas estaban en situación de pobreza monetaria extrema y en 2021 había 6.773.594 personas en dicha situación. 

Lo anterior significa que 130.907 personas entraron a la pobreza monetaria extrema. Para tener una dimensión de este número, diré que corresponde casi a la totalidad de habitantes de Quibdó. Justamente es nuestra ciudad capital, la que encabeza estas dolorosas cifras. Dice el informe que, en 2022, las ciudades que experimentaron mayor pobreza monetaria fueron Quibdó con el 62,3 %, seguida de Sincelejo, con el 49,5 %. (…) La ciudad con mayor incidencia de pobreza monetaria extrema en 2022 fue Quibdó, con el 31,7 %, seguida de Riohacha, con el 23,3 %.

Hubiera querido decirle a la seño que se trataba de un estereotipo, que su información era sesgada, pero no tenía cómo hacerlo, los años siguen pasando, los informes se siguen publicando, y mientras en general se habla de un país que avanza, nosotros, afros e indígenas continuamos retrocediendo. 

Ya sumo varias columnas sobre estos informes del Dane u otras instituciones, que evidencian nuestra terrible situación en materia de empleo, de pobreza, de seguridad alimentaria, de muertes por desnutrición, y es inevitable que me sienta repetitiva y agotada por escribir de los mismo, pero tal como le insisto en los talleres a los maestros y maestras, tendremos que seguir nombrando el racismo hasta que se acabe, y estas cifras, así a muchos les cueste entenderlo, no son más que la prueba del racismo estructural. 

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