Velia Vidal
1 Septiembre 2023

Velia Vidal

Progresistas y muy racistas

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Vimos circular esta semana un video en el que el señor identificado en redes sociales como Milton Fabiani, hostiga y agrede con insultos racistas al congresista Miguel Polo Polo. Cada vez está más blanco. ¿Cuánto le valió la operación? Dizque cada vez más blanco este popopó. La vergüenza de los negros, la mascota de Polo Polo, la basura esta. Cada vez más blanco. Vean a la basura que me acabo de encontrar. Y se operó la nariz la reina esta. Porque se avergüenza de los negros. Basura inmunda. Popó. 

Ese video me hizo recordar un trino que pocos días antes había puesto el periodista Daniel Samper Ospina en el que pedía ayuda para identificar un famoso influencer petrista que había lanzado insultos racistas contra Polo Polo. Los seguidores de Daniel citaron muchos casos en los que se repetía la conducta. Recordaron, por ejemplo, este de Mafe Carrascal: sigan haciendo tendencia al negro vergonzante… Si lo llamo negro vergonzante es porque lo es. O cuando Róbinson Díaz dijo qué indolencia la de este esclavo

Uno de los mayores éxitos del proyecto racista, base para sostener la esclavización y, en consecuencia, el colonialismo y el capitalismo, es que se convirtió en una ideología universal, no exclusiva de las clases sociales altas, de las personas blancas o de quienes políticamente están alineados a la derecha. En todos los niveles socioeconómicos y en todas las tendencias políticas hay gente racista a quienes, además, su incapacidad de manejar las diferencias les pone en evidencia, creyendo que su progresismo, su feminismo, su socialismo, su estoicismo o cualquier tendencia de estas que se valoran a sí mismas como positivas o superiores, justifica alguna de las formas de su racismo. 

Ninguna forma de racismo es justificable. No hay razón suficiente para seguirnos reduciendo, a las personas negras, a una escala de valoración relacionada con el tono de nuestra piel y nuestro origen. Nadie tiene derecho a cuestionar la negritud de Miguel Polo Polo relacionándola con su apariencia física o sus decisiones estéticas, esto es colorista, una forma de racismo que insiste en limitar nuestra definición o nuestras identidades al fenotipo y a la apariencia de nuestros cuerpos. 

En mi ejercicio pedagógico en asuntos de racismo suelo poner el ejemplo simple del partido de fútbol en el que los seguidores gritan negro hijueputa al afro que ha cometido un error, una mala juagada, le pregunto a mis interlocutores cómo insultarían a los jugadores que no son afro, evidentemente no se remitirían a su piel. 

Definitivamente si lo que le sale de la mente, los labios o las manos, ante la molestia o las diferencias con una persona afro, por el motivo que sea, son comentarios asociados a su origen étnico racial, usted es un racista. Esto también aplica para casos de supuesta valoración positiva o crítica constructiva.

La categoría de raza –como construcción social– no debe mediar la valoración de la gestión de ningún político, aplica para Piedad Córdoba, para Francia Márquez y para Miguel Polo Polo.

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