Rodrigo Botero
6 Agosto 2023

Rodrigo Botero

Realidad local supera la ficción política. Entre las llamas y los discursos

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Volando esta semana sobre la Amazonia colombiana venían a mi mente varias imágenes.  La primera, la llegada de las delegaciones de los países de la cuenca a la reunión de Belem do Pará, donde se van a discutir los compromisos sobre políticas para reducción de la deforestación, financiación de la acción climática y control a las economías ilegales transfronterizas. Tremendo desafío en medio de las llamas que consumen los bosques de los países del hemisferio sur, a pesar de la noticia de una reducción del 30 por ciento en la deforestación brasilera. Las imágenes de la NASA contrastan con la desactivación del botón de fuegos en la plataforma del Instituto Nacional de pesquisas espaciales de Brasil -Inpe- según cuentan algunos amigos.

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Mapa puntos de calor. INPE, Agosto 2023.

Las noticias sobre muertes de policías y miembros de grupos delincuenciales organizados en las favelas de Río y Sao Paulo nos llevan directamente a la expansión del Primer Comando Capital y el Comando Vermelho sobre las fronteras en Perú, Colombia y Brasil. Coincide con la presencia de grupos armados colombianos en las mismas fronteras, incluyendo la ecuatoriana. El presidente Lula ha propuesto la conformación de un grupo de trabajo conjunto entre los países amazónicos para enfrentar una poderosa economía ilegal, que incluye la extracción de oro, producción y tráfico de drogas, de armas, fauna silvestre, maderas, migrantes, y cuanto negocio se puede configurar en la misma cadena.

Lo cierto es que, con la llegada de Lula, de nuevo la cooperación internacional vuelve a poner sus ojos en Brasil, y se relaja, pensando que, enfocándose allá, se resuelven los problemas estructurales del bioma. Gran equivocación. El problema de la deforestación en la Amazonia brasilera tiene su análogo en la degradación de aguas, suelos y bosques en la región noroccidental de la frontera continua de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela, Guyana, Surinam y Brasil, ese gran corredor de ilegalidad, cooptación y amenaza de las democracias subnacionales. Colombia tiene una gran oportunidad de llamar la atención sobre este fenómeno, y liderar una acción conjunta, con apoyo de los países vecinos, y participación de organismos multilaterales, fondos internacionales, banca y sector privado. Es el momento, el tema está servido, la información existe y el apoyo social en fronteras es más vigente y necesario que nunca. Veremos.

Llegando al primer año de Gobierno, en el escenario nacional, vemos una política que necesita despegar en la ejecución de acciones para consolidar la economía forestal, de la mano de los derechos de la tierra para campesinos principalmente. En lo financiero, ya hay una partida de recursos nacionales nunca antes vista, que requiere llegar a los territorios y marcar una tendencia de largo plazo, complementada con pagos por servicios ambientales y otros instrumentos. Esta es una acción directa para familias vulnerables en transición productiva. Para los grande ganaderos, la política de reconversión productiva hacia sistemas silvopastoriles en zonas habilitadas en el interior de la frontera agropecuaria, que ha sido anunciada públicamente por la ministra Mojica y el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, significa liberar cientos de hectáreas en zonas restringidas, para el manejo forestal sostenible; y, consolidar modelos ganaderos en silvopastoreo y concentración del hato, en la zonificación productiva que señala el ordenamiento. Ministerios de Agricultura, Ambiente, sector privado y entes territoriales tienen allí la responsabilidad de trabajar de la mano, lo cual no ha sido la constante en el país y menos en esos territorios.

Al revisar los esfuerzos regionales en el piedemonte, me encuentro con el escenario en “calma chicha”. De una parte, un paisaje difícilmente antes recordado, donde no hay cicatrices visibles de incendios, o grandes zonas deforestadas del último verano. La gente en terreno nos cuenta cómo están “peleando” con los comandantes de zona, para que los dejen volver a tumbar, así sea en pequeñas áreas. Pero otros, grandotes, se ven acuciosos, cercando potreros nuevos, metiendo pastos, pintando los techos de los saladeros, haciendo corrales que podrían ser un “polideportivo” en cualquier pueblo o vereda. Las miles de cabezas de ganado que han entrado en estos últimos años, requieren de infraestructura, vías, insumos, vacunas, entre otras, y ojalá, legalidad. No es lo que vi.

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Tepuy en Área Natural Protegida afectado por fuegos provocados. Agosto 2023.

En algunas zonas, la coca aún sigue verde, otra recién cosechada, nuevos lotes se ven expandiéndose; sitios de alto valor cultural y biológico siguen siendo epicentro de esta economía. Pareciera que no todos los mercados están en “crisis”, y algunas rutas siguen siendo un camino abierto al paraíso carioca. Veía un tepuy incendiado, quedando totalmente calcinada su vegetación, al lado de los cocales. ¿Cuántos años se demorará su recuperación? ¿Podría ser una oportunidad para hablar francamente sobre la necesidad de definir una política en las áreas protegidas, que no solo requieren de sustitución? ¿Será parte de la agenda en los diálogos con el EMC? Parece que la política de frente a cultivos de uso ilícito requiere un empujón para emparejar la velocidad de la realidad local.

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Trocha recién abierta en medio del bosque. Reserva Forestal de la Amazonía . Agosto 2023.

Con la idea de que la actividad de deforestación es en el verano, venía tranquilo observando el paisaje, cuando de repente veo una línea roja bajo el bosque que no era ni más ni menos que una gran carretera nueva que se abre paso bajo la vegetación. No fue la única, pues minutos más tarde, la misma cicatriz, las mismas huellas de gran maquinaria, y una precisión geoespacial milimétrica para unir lotes, vías, pedazos de selva. Bien planificado todo, cosa que el Estado nunca logra y la población valora.  Hasta candidatos regionales que renuncian a la fuerza, nos avisan que viene la “renovación”.

Los pueblos en aislamiento voluntario están amenazados por vías que son reivindicadas por víctimas de la violencia y funcionarios en la ficción del “reconocimiento de derechos”. Otro punto para la agenda de diálogos. Al bajar a tierra, me queda la sensación, nuevamente, de que la realidad local supera todas las ficciones de la política nacional e internacional.

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