Yezid Arteta
16 Febrero 2024

Yezid Arteta

Sergio: no digas nada

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Michelle O’Neill, la nueva ministra principal del Ejecutivo Autónomo de Irlanda del Norte, jamás levantó un arma contra alguien. Michelle, hija de un prisionero político, se reivindica como republicana, nacionalista y católica. Pertenece al Sinn Féin, el ala política del Ejército Republicano Irlandés (IRA, por su sigla en inglés), la organización armada que libró durante años una guerra de guerrillas contra la Corona británica. Para entender las aristas de este conflicto recomiendo leer No digas nada de Patrick Radden y visionar El viento que agitó la cebada, el filme de Ken Loach que en 2006 se alzó con la Palma de Oro en Cannes. 

Sergio Jaramillo —alto comisionado de paz durante las negociaciones con las Farc-EP en La Habana— en una reciente entrevista al diario El Tiempo devaluó el papel de Naciones Unidas, amén de comparar la eficacia del Acuerdo de Viernes Santo en Irlanda del Norte, con la improvisada y mezquina implementación de lo acordado por el gobierno de Juan Manuel Santos con la guerrilla que fundó Manuel Marulanda Vélez. El Acuerdo de La Habana se volvió papel mojado. Lo único que quedó funcionando fue la Jurisdicción Especial de Paz, instancia que nada tiene que ver con la transformación territorial que se pactó con los rebeldes.

En Irlanda del Norte, luego del Acuerdo de Viernes Santo, las diferencias entre republicanos y unionistas se tramitan sin asesinatos y bombas. En Colombia, Sergio, esto no ha ocurrido. La atomización territorial de la violencia y el asesinato de cientos de firmantes de paz, no es un invento del presidente Gustavo Petro, sino el resultado de un proceso de paz mandado al garete. Basta con ir hasta un Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), verbigracia Caño Indio en el Catatumbo, para apreciar la decadencia física y moral del medio centenar de firmantes de paz, cuyas ilusiones, como en la novela de Balzac, se perdieron. 

La paz total que, comenzó hace poco más de un año, es un intento del presidente Petro por salvar la reputación de un Estado que le ha faltado a los firmantes de paz, pero sobre todo a millares de labriegos que habían puesto su esperanza en los acuerdos de 2016. El diálogo con los que siguen armados se torna espinoso, pero no por ello hay que renunciar a él. Se avanza entre la penumbra. Por un terreno minado. Son los riesgos que hay que correr, hasta encontrar una claraboya por la que se filtre una luz tenue. Se trata de vencer el maldito pesimismo que predomina en la cultura colombiana. 

Saliendo de la selva, se titula el libro escrito al alimón por Dag Nylander y la periodista Tove Gravdal. Dag fue el hombre que designó el Reino de Noruega para que capitaneara las negociaciones de paz con la Farc. La colombo-noruega Andrea Ramírez Stangeland lo está traduciendo al español para que pronto el lector colombiano conozca una versión más allá de la contada por Sergio Jaramillo. 

Para que Michelle O’Neill, hija del Acuerdo de Viernes Santo, se convirtiera hoy en la ministra principal de Irlanda del Norte, fue porque la gente de allí supo hacer bien las cosas. Sin prisa y sin arrogancia. 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas