Velia Vidal
5 Agosto 2023

Velia Vidal

Trabajo y empleo

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Si algo ha sabido la población afro es trabajar. Uno de los estereotipos más distantes de la realidad es que somos perezosos; es fácil darse cuenta de que la asignación de esta característica fue más que nada una forma de justificar los maltratos, golpizas y exigencias durante la esclavización. Bien lo describió la británica Mary Prince en su texto autobiográfico que circuló en dos ediciones de 1831, en una agitada Londres que debatía fervientemente sobre la abolición de la esclavitud en el mundo y en particular, en sus colonias del Caribe, donde aún era legal.

Era la primera vez que se publicaba a una mujer negra en Reino Unido, y se trataba de una que había nacido en Bermudas, dentro de una familia esclavizada, y que llegó a Londres al servicio de su último amo quien, pese a los enormes esfuerzos que hizo Mary para juntar dinero y comprar su libertad, jamás accedió a dársela. Su único camino fue huir en una ciudad que le era completamente ajena, donde el frío le agravaba los horribles dolores por un reumatismo y otros malestares derivados de las inhumanas condiciones a las que fue sometida por sus distintos amos.

Este texto fue publicado por primera vez en América Latina en 2022 como La historia de Mary Prince. Una esclava de las indias occidentales contada por ella misma. En un trabajo conjunto de Ediciones del Lirio, Centauri Press y el Instituto de Historia de Cuba con su Editorial Historia.

Lavar grandes cantidades de ropa, cuidar niños, criar cerdos, ordeñar vacas, extraer sal, entre muchas otras, fueron labores asignadas a Mary desde niña, en jornadas extenuantes, sin derecho a descanso ni un solo día, y muchas veces ni una sola noche. Aún así, Mary expresa a lo largo de su texto una gran disposición a trabajar. Se sobrepuso cada vez a los azotes, al abandono en la enfermedad, a los maltratos diarios. Cuando pudo, trabajó al doble o al triple, con el único deseo de conseguir su libertad.

Revisando las cifras de empleo en Colombia para junio de 2023, presentadas durante esta semana por el Dane, es inevitable pensar que tras 172 años de la abolición legal de la esclavitud en nuestro país; nosotros, descendientes de familias como la de Mary, las comunidades negras, particularmente en Quibdó, seguimos sometidas por asuntos de trabajo y empleo.

Nuestra ciudad es un caso extraordinario de la diáspora africana: una capital donde más del noventa por ciento somos afro. Esto nos da la fortuna de no sentirnos extraños y crecer entre maestras, médicos, servidores públicos que son como nosotros, inmersos en nuestras prácticas culturales, valoradas y respetadas entre todos, porque somos lo mismo. Una capital y un departamento que podrían ser un caso ejemplar de reivindicación de derechos a unas poblaciones históricamente excluidas y cometidas, incluyendo a los pueblos indígenas con quienes cohabitamos. Contrario a esto, somos la más fehaciente prueba de la relación directa entre raza, pobreza y exclusión.

Colombia tiene cada vez menos desempleo, la cifra llegó a un dígito: 9.3 por ciento, algo que no pasaba desde 2019, cuando llegó a 9.7 por ciento. Otra de las cosas positivas en las cifras nacionales es que cada vez se cierra más la brecha entre hombres y mujeres.

Mientras tanto, Quibdó tiene cada vez más desempleo, 26.7 por ciento es la tasa. Casi triplica la nacional.

Las estadísticas de empleo, al menos estas regulares, no presentas diferenciaciones étnicas, pero no es difícil colegir que, dentro de los desempleados, un altísimo porcentaje son personas racializadas; pero en Quibdó, a diferencia de Mary, la mayoría de la gente no tiene ninguna oportunidad de huir.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas