Juan Camilo Restrepo
18 Abril 2024

Juan Camilo Restrepo

Un reversazo oportuno

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Informó el exministro Juan Carlos Echeverry, en uno de sus comentarios de esta semana en Caracol, que todo indica que el ministro Bonilla dará marcha atrás en la idea de renegociar los plazos de la deuda contraída por Colombia con el Fondo Monetario Internacional en el llamado crédito flexible que se contrató para complementar los recursos que necesitó el país en su lucha contra el coronavirus.

De confirmarse esta información, el reversazo del ministro Bonilla es prudente y oportuno.

Era muy improbable que el FMI –de concretarse la solicitud en Colombia– hubiera aceptado reprogramar el crédito de la línea flexible que tiene Colombia, que es quizás la más barata que tiene contraída nuestro país con la banca internacional: 1 por ciento.

Cerca de 90 países utilizaron las ventanillas de emergencia del FMI para obtener recursos con los cuales hacerles frente a los gastos enormes que exigió la pandemia. Para el FMI hubiera sido un pésimo precedente acceder a esta solicitud colombiana, pues en las mismas condiciones de Colombia o aún peores se encuentran cerca de 90 países deudores del organismo multilateral por el mismo motivo.

Hay que recordar que este crédito flexible no solo se contrató a una tasa extremadamente favorable, sino que, contra lo que es usual en el FMI, no tiene condicionalidades. Si hubiéramos insistido en la solicitud de reprogramarla y en el hipotético caso de que el FMI la aceptara, lo más probable es que cualquier modificación habría venido acompañada de gravosas condicionalidades para el país. Seguramente muy fuertes.

Pero lo que ha sucedido es aleccionador: desde Caucasia, Antioquia, en el Bajo Cauca, el presidente Petro anunció con voz perentoria que era necesario reprogramar esta deuda que tenemos con el FMI pues estamos ahogados financieramente hablando (lo que no estamos); ante ese anuncio presidencial los mercados se mosquearon porque el mismo presidente de la república anunciara con ligereza un mensaje equivocado, a saber; que estamos al portas de un default (que obviamente no lo estamos); y ocho días después el ministro de Hacienda colombiano de visita en Estados Unidos se echa para atrás afortunadamente.

No se sabe si el presidente Petro va a regañar al ministro por este reversazo de no acolitarle su idea, lanzada desde las cálidas orillas del rio Cauca.

Pero el desenlace que parece estar teniendo esta nueva improvisación en la manera como se anuncian delicadas políticas económicas en Colombia, es bueno para el país. 
 

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