Pedalear, caminar y levitar: el diario de Alejandro López
23 Abril 2024

Pedalear, caminar y levitar: el diario de Alejandro López

Alejandro López (izquierda) e Iván Domínguez, su compañero en el viaje en bicicleta entre Atenas y Ámsterdam,

'Pedales, picos y posturas' es un diario en el que Alejandro López, su autor, cuenta tres experiencias que vivió en 2023. Un viaje en bicicleta de Atenas a Ámsterdam, una travesía a pie por el Himalaya y un curso de yoga que tomó en la India.

Por: Eduardo Arias

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Cuando estaba en el colegio, Alejandro López era negado para los deportes. “Yo nunca fui deportista. En el colegio siempre llegué de último en todas las carreras. Era un deportista teórico. Yo sabía un poquito de fútbol pero nunca fui buen futbolista. Fui siempre suplente de todos los equipos en los que jugué”. Ahora que está jubilado, decidió medírsele a realizar un viaje en bicicleta de Atenas a Ámsterdam, una caminata por el Himalaya y tomar un curso de yoga en la India. Esas tres experiencias las convirtió en un diario al que tituló Pedales, picos y posturas. A pedalear por Europa, la primera parte del libro, cuenta el día a día de los preparativos de la travesía desde el Egeo hasta el Mar del Norte y el transcurso de un viaje que lo llevó a él y a su amigo Iván Domínguez (y a Catalina Pizano y Felipe Noguera en una parte de la expedición) por Grecia, Italia, Suiza, Austria Alemania y Holanda. En A caminar por el Himalaya cuenta su experiencia de cinco días de caminata en los alrededores de la ciudad de Dehradun, en el norte de la India, aventura que comenzó a 2.200 metros sobre el nivel del mar y terminó a 4.000. Esta caminata fue el preludio de los cursos de yoga que tomó en la India y que están documentados en A levitar en Yoganga, la parte final del libro.
Escrito en un tono relajado y con bastantes pinceladas de humor Pedales, picos y posturas es una gran crónica de viajes pero también es una inmersión dentro de sí mismo,  viaje al pasado del autor, a sus recuerdos y reflexiones acerca de lo que hasta ese momento había sido su vida. También es un libro en el que devela su profunda espiritualidad, a la que él ha logrado darle forma y sentido a través de su cercanía con la India y con el yoga. Además es una invitación para que los lectores no le presten atención al paso de los años y, como López señala, “mantengan una actitud aventurera”.

 

India
 

 

Egresado del Gimnasio Moderno, López estudió economía en la Universidad de los Andes y empezó su carrera profesional en el Banco de la República, donde escribió una historia de la entidad de la que dice estar muy orgulloso. Luego viajó a Londres para estudiar Historia Económica. Apenas llegó allí decidió que no quería ser historiador porque es muy complicado y exige mucho trabajo, entonces decidió dedicarse a la macroeconomía. Regresó al Banco de la República, donde fue subdirector de Estudios Económicos. Su siguiente escala fue Washington, donde aún vive. Durante 25 años trabajó en el Fondo Monetario Internacional hasta que comenzó a aburrirse. “Estaba como estancado en la carrera, no quería seguir limitando el trabajo a la gente más joven y me jubilé con la idea de irme a hacer yoga tres meses al año en la India”. Entonces llegó el covid-19 y sus planes se truncaron. Compró una bicicleta para ir a hacer diligencias y poco a poco empezó a hacer más que diligencias, a realizar recorridos de 30 kilómetros, luego 40. “Un día Iván Domínguez, un amigo mío de casi toda la vida, me dijo que que si me le unía a hacer un viaje en Europa. Originalmente era Istambul - Londres y después terminó en Atenas-Ámsterdam. En ese momento ya tenía una bicicleta mejor y había hecho muchos paseos". 
Desde que era muy niño, López tuvo mucho contacto con el mundo espiritual. Su padre, que murió cuando él tenía nueve años, iba a misa. “Recuerdo que yo me escondía para no tener que ir a misa con él”. En cambio, su mamá y su abuela materna no tenían nada que ver con la espiritualidad. “Yo me crie, no sé si ateo, pero sí como agnóstico. Pero tenía un tío, hermano de mi papá, que era yogui. Había estudiado virología en el Instituto Louis Pasteur y poco a poco se fue metiendo en lo oriental y él me inculcó la curiosidad por esa cosa medio esotérica que no tenía nada que ver con la religión católica”. Fue a la India por primera vez en 1990 y le encantó el ambiente tan espiritual que allí se respira.. Leyó libros de la tradición budista e hinduista. “Recuerdo que cuando vivía en Londres mi esposa me dijo que fuera a hacer yoga con ella y yo le dije que ni por el carajo”. Luego llegó a Washington. Allá tuvo principios de dolor de espalda. “Intenté de nuevo con el yoga y también me aburrí como una ostra”.
Sin embargo, en 2009 tuvo un dolor de espalda muy complicado y esta vez sí le prestó atención. Empezó a ir a una academia con tradición clásica del yoga, asistió a seminarios y tomó cursos. “Incluso traté de entrenarme para ser profesor, pero no un profesor con 90 horas de estudio sino estudiar tres años y aprender sánscrito”. Sin embargo, no siguió porque siempre le ha aburrido hablar en público. De todas maneras allí conoció a unos profesores y comenzó a ir a la India con cierta regularidad a partir de 2017.

 

Yoga


Alejandro López nunca pensó que iba a escribir un libro. “Cuando salió la idea de este paseo en bicicleta simplemente pensaba que iba a pasarla bueno, montar en la bicicleta, gozarme los paisajes y sufrir un poquito porque es parte de la gracia del asunto”. Entonces la esposa de Iván Domínguez le propuso escribir un diario de viaje. Luego se encontró con Fidel Cano, director del diario El Espectador, y López le propuso que le publicara sus notas. Cano aceptó inmediatamente y poco a poco fue entusiasmándose con la idea. “A medida que iba escribiendo me di cuenta que lo estaba gozando. No solamente describir el paisaje sino también desahogarme de mis traumas. Hubo momentos en que Iván decía. ‘Alejo, no digas esas cosas tan personales’ y a mí me importa un carajo porque eso está como en el tono del libro”, dice López.
Pedales, picos y posturas es un libro que ha generado comentarios muy diversos entre sus lectores. Como manifiesta López, “a unos les ha parecido buenísima la parte del ciclismo y que han detestado la parte del yoga. Otros, tal vez con una inclinación más espiritual, les ha gustado mucho más lo del yoga, lo del ciclismo no tanto”.

 

Con el libro

 
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