El empleo se recupera, pero el trabajo calificado sigue siendo bajo
31 Mayo 2022

El empleo se recupera, pero el trabajo calificado sigue siendo bajo

Aunque el país está a 500.000 empleos de recuperar el nivel de trabajadores previo a la pandemia, preocupa que apenas el 30 por ciento de los empleados tiene algún tipo de educación superior al bachillerato.

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El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) calculó que en abril la tasa de desempleo llegó a 11,2 por ciento. Esto se traduce en que 21,9 millones de personas tienen un empleo. Sin embargo, solo el 29,1 por ciento de estos trabajadores cuenta con formación técnica, tecnológica, profesional o posgrado. El 70 por ciento restante está conformado, en su mayoría, por quienes solo tienen la básica primaria (4,1 millones) y básica secundaria (7,4 millones).

El bajo porcentaje de empleados formados coincide con la preocupación del Consejo Privado de Competitividad, según la cual en 2020 el 70 por ciento de los empresarios se quejó de no encontrar perfiles para contratar que se adaptaran a sus necesidades. 

El director del Dane, Juan Daniel Oviedo, advirtió, durante la presentación de las cifras: "Esta es una realidad importante de reconocer en materia de las condiciones de afinidad que existe entre las competencias que se requieren en el mercado laboral y las capacidades de formación del recurso humano en el país". 

De acuerdo con otros expertos, el mercado laboral tiene un problema en la pertinencia de la educación y en el acceso a educación de calidad. Jaime Tenjo, economista laboral y profesor de la Universidad Javeriana, explicó que, por ejemplo, "el desempleo en técnicos y su diferencia salarial con los profesionales demuestra que, aunque las empresas hablan de la necesidad de tener más técnicos, estos no están siendo demandados y eso podría ser por un asunto de pertinencia en la educación". 

Germán Machado, profesor de economía de la Universidad de los Andes, agregó: "Es terrible que una de cada tres personas no terminen el colegio. Eso es una tremenda condena para ellos y el país. Si salen a buscar empleo, la tienen muy difícil. Están en desventaja, en especial cuando la vida va hacia cosas cada vez más tecnológicas o especializadas".

Al respecto, Ana Fernanda Maiguashca, directora del Consejo Privado de Competitividad, señaló: "Lo que se requiere es que los colombianos tengan la formación pertinente para el trabajo que tienen que desempeñar. Tenemos que lograr que la oferta de programas de ciclos cortos se concentren en las capacidades que las empresas necesitan que aumenten, pero también tenemos que abandonar el lenguaje de la 'profesión' y pasar a buscar las capacidades que necesitan".

Para el 29,1 por ciento de técnicos, tecnólogos, profesionales y posgraduados que logran un empleo formal, "hay un desfase entre formación y necesidades. Tenemos mucha gente profesional, pero para la que no hay empleo. Por un lado, hay menos empresas que hace unos años. Por otro, tienes abogados y economistas, digamos, y estás buscando ingenieros de sistemas", destacó Machado.

Luz Karime Abadia, codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE), de la Universidad Javeriana, explicó que “en Colombia la mitad de los jóvenes entre 17 y 21 años logra acceder a educación superior y de cada cohorte que ingresa, la mitad deserta. Además, la tasa de cobertura en educación superior viene cayendo desde 2019”.

Las razones principales por las que cada año menos jóvenes logran llegar a una institución de educación superior (IES) son económicas, pues muchos no tienen cómo pagar la matrícula de una IES privada ni los costos de sostenimiento, como los materiales de la clase, alimentación y, en muchos casos, alojamiento, cuando salen de sus ciudades o municipios natales. Y en las instituciones públicas, el cupo es limitado.

Abadía añadió: “Para acceder a las mejores universidades públicas hay que demostrar un muy buen rendimiento académico en el colegio, lo mismo ocurre con las mejores opciones de becas; sin embargo, si la mayoría de los jóvenes en Colombia egresa de colegios oficiales, que en promedio son de menor calidad que los privados, hay menos posibilidades para los más pobres”. 

Todo esto termina reflejado en el desempleo y la informalidad. Muchos terminan creando su propia fuente de ingresos ante la imposibilidad de conseguir un trabajo formal dada su baja educación o la baja calidad de la educación que lograron alcanzar. 

“Aquellos jóvenes de condiciones socioeconómicas desfavorables tienen menor desarrollo de habilidades digitales, bilingüismo, entre otras habilidades claves hoy día para una rápida inserción laboral”, señaló la economista. 

A este panorama se sumaron las interrupciones de las clases durante la pandemia y una temporada larga de clases virtuales que excluyó, justamente, a los estudiantes de menores ingresos, por la imposibilidad de acceder a una conexión a internet o dispositivos móviles para asistir a las clases y realizar las tareas. 

Estas condiciones, además de dificultar su llegada al mercado laboral, tienen un efecto sobre sus ingresos, que serán inferiores a los de trabajadores de su edad que pudieron acceder a educación de mejor calidad y, por lo tanto, a empleos formales, lo que quiere decir que, en general, los ingresos del país serán menores.

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