11 Junio 2022

'La Mata', un cortísimo poema ilustrado que concentra el horror del país

Eliana Hernández, escritora, y María Isabel Rueda, ilustradora, relatan en este breve poema la histopria de la violencia en los Montes de María. Esta obra ganó la beca para publicación de libros de autores colombianos del Ministerio de Cultura.

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Por Diana Castro Benetti
Cerca de 500.000 visitantes pasaron por la Feria del Libro de Bogotá. Ver el mercado, contradictorio y lleno de matices, después de dos años de virtualidad, fue una experiencia vivificante. Entre las lluvias y las obleas, la feria es una puesta en escena que hace de los días de abril en Bogotá un regocijo combinado de buen español, lectura y ansiedad de consumidor. Vimos lo de rigor: el pague dos y lleve tres, la impudicia de las góndolas con baratijas y las reproducciones tipo póster de la Virgen de Guadalupe en su doradito kitsch y centelleante. El comercio es implacable.
Son muchos los libros que pasan desapercibidos, pero, como aguja en un pajar, vi La Mata: un libro objeto, ilustrado, un cortísimo texto donde se concentra todo el horror de este país. La autora en voz de sus personajes nos dice: “Te quiero contar lo que pasó ese día”. En realidad, es poco lo que nos cuenta porque de la masacre de El Salado ya lo sabemos casi todo: “Cómanse las gallinas y los carneros y gocen todo lo que puedan este año porque no van a disfrutar más”, decían los papelitos que, unos días antes del 16 de febrero del año 2000, caían como amenazas sobre el pueblo. Fueron 105 las personas asesinadas con balas y motosierra en una cancha deportiva, un hecho animado con ron y música de tambores a todo volumen, una fiesta de tres días con sus noches. Ahí nació lo horrendo.

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La literatura como redención: atreverse a narrar y ver de frente lo macabro en el ser y la sociedad porque es ahí, desde la absoluta abyección, cuándo todos recuperaremos dignidad


Julia Kristeva, la reconocida semióloga y psicoanalista búlgara, diría que solo el lenguaje nos redime de esta castración social, de esta rara melancolía que nos hace llevar puesto un veneno común, profundo y autodestructivo. Al parecer, nuestra reparación tardará siglos en llegar, pero algo de sanación traerán la verdad y la justicia, la voz de las víctimas. Sin embargo, es el hecho de reconocer lo espeluznante como lo hace Eliana Hernández que otro estado del alma puede surgir. La literatura como redención: atreverse a narrar y ver de frente lo macabro en el ser y la sociedad porque es ahí, desde la absoluta abyección, cuando todos recuperaremos dignidad, no solo Pablo o Ester o la mata sino la escritora y los lectores. Es en este sentido que el ejercicio literario y novel de Eliana Hernández es valioso: se atrevió a contar su tiempo. Ithaca, ciudad donde vive y estudia, le da lejanía e itinerario para hacer de La Mata un escrito de supervivencia social. Es dejar atrás la indignación y la rabia para nombrar lo posible en la acción poética: el regreso y el volver a empezar. “Para quienes volvieron: un manojo de flores del totumo, piñuelas con sus pulpas jugosas, su tomento estrellado de blanco color”.
Un libro poema que bien podría ser un texto de las clases de literatura y de historia contemporánea colombiana. Esa tarde en que compré La Mata, al pasar por el salón de las editoriales independientes en la Feria del Libro, salí reconfortada y llena de orgullo por sobrevivir al gentío y a la tentación de comprar lo inútil. No sabía que, en mi bolsita, me llevaba el dolor de toda una región: entre 1999 y 2001 hubo 42 masacres y 354 víctimas en los Montes de María. Que nunca se olvide.

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