El covid y el sector salud: dos años de insatisfacción
14 Enero 2022

El covid y el sector salud: dos años de insatisfacción

Jornada de vacunación contra el covid.

Crédito: Colprensa

A casi dos años de la muerte del primer médico por covid, estos son algunos de los reclamos que aún tiene el sector salud.

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Por Enrique Santos Urzola

“¡Ánimo!”, “¡Vamos con toda!”, y “¡Pongámonos la diez!”. Esas son algunas de las frases que los compañeros de Carlos Fabián Nieto, el primer médico que falleció en el país a causa del covid-19, escribieron en el mural que en honor a su memoria se instaló en una de las entradas de la Clínica Universitaria Colombia. 

Esas expresiones de optimismo y resiliencia no llegaron ahí por casualidad. Sus colegas quisieron dejarlas escritas, a vista de todo el mundo, justamente para enaltecer el espíritu de un hombre que se echó al hombro la difícil tarea de animar a los suyos, de poner buena cara, y de mantener arriba la moral de su equipo durante las implacables jornadas que con la llegada del coronavirus le cayeron encima al personal de la salud. “Él era el que los empujaba, quería que dieran lo mejor de ellos”, asegura Sandra Rojas, madre de Carlos Fabián.

Mural en la Clínica Universitaria de Colombia en memoria de Carlos Fabián Nieto.

La familia de este médico fue una de las primeras que en Colombia tuvo que enfrentar la muerte de un ser querido en condiciones que rayan con la deshumanización. Nada de lo que estaba ocurriendo resultaba normal. Atrás quedaron las misas, los entierros y las funerarias como hasta entonces se habían conocido. El 6 de marzo de 2020, el Ministerio de Salud confirmó el primer caso de coronavirus en el país. Apenas un mes después, el 11 de abril, los familiares de Carlos Fabián tuvieron que despedirse de él despojados de cualquier proceso de duelo tradicional. Paola Cruz, su esposa y madre de sus dos hijos, recuerda con tristeza lo sucedido. “No nos dejaron acercarnos al ataúd. Solamente vi cuando lo bajaron del carro y lo llevaron al crematorio”. 

A Paola no le tocó nada fácil. Al dolor por la pérdida de su esposo, se sumaba ahora la angustia por la salud de su hijo menor, contagiado también de coronavirus. Fueron días duros para la familia, obligada a vivir el duelo entre la soledad, la incertidumbre y el encierro. Las restricciones que por esos días operaban en el país le impedían moverse de su casa. Pero cuando Paola recibió la llamada de su padrastro para contarle que iban a hacer una misa en nombre de Carlos Fabián, no fue capaz de controlarse; simplemente tenía que ir, tenía que estar presente. “Todo fue de lejos. No recibí ni un abrazo. Me senté en un andén, lejitos de todos, y mis suegros me decían a través de lágrimas que estaban conmigo”, recuerda Paola. 

La muerte del joven médico (33 años) fue un momento significativo y lleno de emociones para el personal médico del país, al igual que para los colombianos que se conmovieron con su historia; se sabía muy bien que la pandemia apenas comenzaba y que Carlos Fabián no iba a ser el último en dar su vida por ayudar a los otros.

Carlos Fabián Nieto con su esposa y sus hijos.

El mural es apenas una de las maneras que los compañeros de Carlos Fabián encontraron para honrar su vida. Ellos, al igual que sus padres, no quieren que su historia, ni la de tantos otros médicos que murieron durante la pandemia, caigan en el olvido. Para el padre de este doctor, quien lleva su mismo nombre, la reflexión debe ir mucho más allá de los homenajes que buscan enaltecer la memoria. Él habla de dejar un legado tangible que consiga “aprender las lecciones y que no se repitan los mismos errores”.

Dentro de esas lecciones, don Carlos señala la importancia de robustecer el sistema de salud y de darle estabilidad laboral al talento humano; también quiere que los colombianos entendamos que simplemente no estábamos preparados. “Llevamos casi dos años en situaciones para las cuales no tuvimos preparación. Echamos mucha culpa, pero la verdad es que nadie estaba preparado para manejar esto”.

Sandra Rojas está de acuerdo con su esposo, pero agrega algo más: “Todas las carreras son importantes, pero los médicos se merecen un reconocimiento especial por todo lo que han hecho durante esta pandemia. Mi hijo podía haberse quedado en casa con su familia; aún así, salió sabiendo que podía perder la vida”. Este es un comentario que revela el increíble legado de servicio que han dejado los trabajadores médicos durante esta pandemia, ya que puede aplicarse a cualquiera de ellos.

Carlos Fabián Nieto con sus padres.

Las historias de sacrificio de este grupo profesional han sido unas de las narrativas más importantes de estos últimos dos años, y con buena razón. Aunque es cierto que durante la pandemia la muerte ha tocado la puerta de todos, son los trabajadores de la salud quienes se han llevado la peor parte. 

En términos laborales, la diferencia ha sido aún más grande. Mientras los profesionales de muchos sectores pudieron refugiarse en la seguridad del aislamiento y el trabajo en casa, los médicos tuvieron que salir todos los días a poner el pecho en condiciones que son prácticamente imposibles de comprender sin haberlas vivido.

Desde que en Colombia aterrizó la pandemia, a los médicos les tocó echarse el país al hombro: asumieron jornadas de 24 a 36 horas, tuvieron que comprar equipos de bioseguridad con plata propia, y en varios casos se vieron obligados a trabajar sin recibir sus salarios a tiempo. Todo esto, mientras enfrentaban la inestabilidad laboral provocada por la tercerización del trabajo, el desgaste mental que implica ver la muerte docenas de veces en un día, y el cansancio físico que invade el cuerpo al no poder quitarse el material protectivo durante el turno. 

Existen algunas cifras que permiten poner la situación en perspectiva. De acuerdo con el último boletín promulgado por el Instituto Nacional de Salud, publicado el 1 de enero de 2022, el personal de salud en Colombia ha sufrido 69.299 contagios y son 341 personas las que, como Carlos Fabián Nieto, dieron sus vidas en servicio de su vocación.

Y esto no es todo, distintas entidades como la Organización Panamericana de la Salud han advertido sobre los elevados riesgos de suicidio que enfrenta el personal médico a causa de las condiciones impuestas por el coronavirus. Incluso, desde antes de la pandemia, los médicos ya tenían la tasa de suicidio más alta en términos de grupos ocupacionales.

Enfermeras mostrando el resultado de usar elementos de protección durante largas jornadas.

No han sido pocas las manifestaciones de apoyo de una ciudadanía conmovida con las historias de los profesionales de la salud que salieron a enfrentar la pandemia. Portadas en todos los medios de comunicación, cacerolas sonando en las terrazas al caer las ocho de la noche, e incontables campañas en las redes sociales destinadas a visibilizar el problema. 

Sin embargo, como frecuentemente sucede, hay muchos dentro de la comunidad médica que no han visto estas demostraciones con buenos ojos. En términos generales, consideran que ese apoyo tan universalizado ha terminado siendo más retórico que real y que no resulta suficiente para saldar la deuda que la sociedad tiene con ellos.

Hasta el momento, el apoyo del Gobierno nacional a los trabajadores médicos ha consistido mayoritariamente en un reconocimiento económico general único, expedido por vía del Decreto 538 de 2020 y la Resolución 1774 de 2020. Dicha transferencia monetaria, sin duda, constituyó un apoyo importante para miles de trabajadores, pero también son muchos los que consideran que les dieron “pañitos de agua tibia” cuando la discusión de fondo debería centrarse en sacar adelante las reformas estructurales que por años llevan reclamando los trabajadores médicos. 

Ángel Salas, directivo sindical de la Anthoc (Asociación Nacional de Trabajadores y Servidores Públicos de la Salud y Seguridad Social Integral y Servicios Complementarios de Colombia) compartió la posición de su organización: “Tenemos que mirar las condiciones indignas y miserables con las que viven estos trabajadores, especialmente los auxiliares de enfermería. La mayoría no son trabajadores de planta y, por lo tanto, no gozan de los beneficios de un contrato laboral. En el pico de la pandemia muchos fueron contratados, pero apenas no los necesitaban, los dejaron ir”.

La familia de Carlos Fabián, en medio de su inmensa tragedia, tuvo algo de suerte al recibir  apoyo institucional y de su comunidad. La clínica que lo empleaba, por ejemplo, les ofreció ayuda psicológica, que llegó también acompañada de auxilios económicos de un grupo de médicos amigos. Sus hijos fueron “adoptados” por ese grupo de colegas y reciben regalos cada cierto tiempo. Pero eso, más que la regla, es la excepción. Como dice el padre de Carlos Fabián: “Hay muchos que están desamparados y que no tienen apoyo”. 

En el reconocimiento económico del Gobierno se validaron 187 perfiles ocupacionales para recibir los beneficios. Lastimosamente, dentro de estos perfiles no se incluyeron varios tipos de trabajadores de la salud como camilleros y personal de desinfección que, al igual que sus compañeros, sin duda se vieron expuestos al coronavirus mientras desempeñaban sus labores. 

Adicionalmente, las trabas burocráticas como no aparecer inscrito en el Registro Único del Talento Humano en Salud, también han impedido que muchos trabajadores reciban el apoyo del Gobierno. Y las fechas de cobertura dejaron a muchos por fuera. En el caso de Paola Cruz, esposa de Carlos Fabián, el reconocimiento económico le fue negado porque su esposo murió el 11 de abril y el decreto del Gobierno fue válido después del 12 de abril, un día más tarde.

El hijo menor de Carlos Fabián tenía tan solo un año cuando murió su padre. A tan temprana edad, no es posible entender lo que estaba sucediendo: “Yo no quiero a mi papá porque él dejó sola a mi mamá, y ahora ella se la pasa llorando”. Un día, Paola lo escuchó decir eso y fue ahí cuando supo que, aunque tenía una rabia inmensa con el mundo, no podía transmitirles ese dolor a sus hijos. “Ha sido un proceso de volver a encontrar mis emociones”, dijo Paola. “Hay momentos muy duros, el primer cumpleaños sin él, la Navidad… todo es por primera vez sin él”.

Sandra Rojas, la esposa

“Hay momentos muy duros, el primer cumpleaños sin él, la Navidad… todo es por primera vez sin él”.

 

Para Sandra Rojas, la mamá de Carlos Fabián, las cosas no parecen cambiar desde la muerte de su hijo. “Ha sido muy difícil. Dicen que el tiempo pasa y uno se fortalece, pero no, eso es mentira. Uno lo sigue extrañando igual. Un hijo es un hijo”. 

Poner el dolor en términos cuantitativos es imposible, así que a la pregunta de “¿cuál es la deuda que como sociedad tenemos con los trabajadores médicos?”, no hay respuesta fácil.  Pero es en historias como la de Carlos Fabián —y en el desconsuelo de sus familiares— donde tiene que estar la respuesta. Aunque también se puede hacer una pregunta hipotética: ¿Qué habría pasado si los trabajadores médicos se hubieran rehusado a poner en riesgo sus vidas? El prospecto es aterrador…  Al final del día, la absoluta firmeza con la que los trabajadores médicos respondieron el llamado hace que semejante hipótesis parezca un imposible, pero solo una sociedad desagradecida tomaría por sentado a quienes ella misma llama “héroes”.

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