16 Septiembre 2022

Centenario de Ava Gardner, ‘el animal más bello del mundo’

Hace 100 años nació Ava Gardner, “el animal más bello del mundo” según expresó Ernest Hemingway. Esta conmemoración da pie para revisar cómo se construyeron los 'sex symbols' de la edad dorada de Hollywood.

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Las películas de Ava Gardner serán poco mencionadas. Todo se basará en lo que vivió por fuera de la pantalla  y así, de cierta forma se mantendrá el mito.


Ahora aparecían actrices con características distintas. Incluso su capacidad de actuar no era una condición indispensable. El mejor ejemplo de ello es Marilyn Monroe. Pésima actriz. Sin embargo, nadie discute lo importante que ha sido para el cine y para la cultura popular. Rita Hayworth, en cambio, sí era una gran actriz y también, aunque de manera muy efímera, se convirtió en la diva sensual de principios de los años 40.
Con Ava Gardner, mujer de una particular belleza y cuerpo llamativo, que proyectaba un gran magnetismo y sensualidad, todo estaba dado para que se convirtiera en el mito sexual que se construyó a su alrededor. Sin ser una gran actriz, los medios de comunicación, por aquel entonces, básicamente, la prensa y la radio, la convirtieron en una estrella famosa y en todo un sex symbol. Lo de sexy y licenciosa venía de fábrica, a lo que había que agregarle alcoholismo, amantes famosos y escándalos a granel, material más que suficiente para lo que el código Hays no permitía mostrar en las películas. Entonces todo sucedió fuera de la pantalla: sexy, promiscua, adúltera, turbulenta, desenfrenada y en manos de la prensa sensacionalista.
Nada nuevo en la creación de divas y mujeres sexy en la historia de Hollywood, solo que ahora también entraba a jugar la vida privada. O mejor, su vida personal que de privada nada tenía ya que todo lo que decía y hacía se volvía de dominio público. Un mito sexual entregado al alcohol, a los amantes y al desenfreno en proporciones inimaginables, en una magnitud que ni el más veterano jefe de prensa y publicidad de estas empresas del cine hubiera podido suponer.

Ava Gardner en


Por ejemplo, en la época en que vivió en Madrid era vecina del exdictador Juan Domingo Perón, quien más de una vez se quejó ante la policía por las ruidosas fiestas que daba en su casa y que se prolongaban toda la noche. Durante esa estancia en España fue amante de varios toreros. Se la vio más de una vez completamente embriagada toreando carros en el Paseo de La Castellana, exclusivo sector residencial de la capital española, o llegar a su casa, ebria como siempre, en un camión de la basura. Fue allá mismo donde Frank Sinatra, por aquel momento su tercer esposo, viajó de Los Ángeles a Madrid para arrancarla de uno de sus tantos amantes con los que le era infiel.

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A la industria del cine le quedó muy claro que no se necesitaban dotes interpretativas como requisito para ser una actriz que se pudiera convertir en sex symbol. Sólo se requería una apariencia directa sensual y que lo transmitiese a primera vista en la pantalla grande.


Las respuestas a más de una pregunta de los periodistas todavía hoy se recuerdan y se hicieron famosas desde aquellos años.
¿Cómo una mujer como usted puede amar a un hombre como Sinatra que pesa cincuenta kilos?
–Porque siete son de carne, y cuarenta y tres de pene
…”
Cuando en 1957 se divorciaron, luego de seis años de salvaje relación, golpes, comisarías de policía y mucha, pero muchísima prensa, nunca se dejaron del todo. Cuando supo de la boda de Sinatra con Mia Farrow lo único que comentó fue: “Siempre supe que Frank acabaría en la cama con un muchachito…”.
Otra de sus célebres frases fue: "Quiero vivir hasta los 150 años, pero el día en que muera, que sea con un cigarrillo en una mano y un whisky en la otra". Un deseo que no se cumplió pues falleció en 1990 en Londres, a los 67 años de edad, a causa de una neumonía, pues fumaba desde los ocho años.
Así que lo que no se pudo presentar en el cine lo mostró, y en grandes dimensiones, la prensa que vivía pendiente de su vida. Una forma de suplir lo que no mostraron sus películas, aunque en ellas era notoria la inclinación a representar cierto tipo de papel donde resaltaba la mujer independiente y rebelde como en Mogambo (1953), en La condesa descalza (1954) y en especial en La noche de la iguana, donde representó a  una viuda alcohólica y adicta al sexo. Además, durante el rodaje y producción se hizo acompañar día y noche de dos jóvenes lugareños y exigió que aparecieran en la película. Era el exceso de su vida personal en uno de sus momentos más críticos y que la prensa llevó al límite de una Ava ya mayor y en plena decadencia.
A la industria del cine le quedó muy claro que no se necesitaban dotes interpretativas como requisito para ser una actriz que se pudiera convertir en sex symbol. Solo se requería una apariencia directa sensual y que lo transmitiese a primera vista en la pantalla grande. Todo estaba listo y las condiciones eran las precisas para que emergiera una Marilyn Monroe. Además, el código Hays finalmente cada vez más se pasaba por alto, lo que anunció su pérdida de poder y que pronto terminaría su fastidiosa vigencia.
En el centenario del nacimiento de Ava Gardner se recordarán sus frases, como la larga lista de sus amantes, muchos de ellos grandes y famosos actores con los que trabajó. También la negativa permanente que tuvo a las pretensiones del multimillonario Howard Hughes y el aparatoso y escandaloso matrimonio con Frank Sinatra, la “voz de América”. Sus películas serán muy poco mencionadas. Todo se basará en lo que vivió por fuera de la pantalla  y así, de cierta forma se mantendrá el mito sobre “el animal más más bello del mundo”, como la definió su amigo el escritor Ernest Hemingway.

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