Nadie mejor para rendir homenaje a Mafalda, al aproximarse los cincuenta años de su última aparición, que nuestra decimera Beatriz Ordóñez, rendida admiradora de la inquietante niñita. Joaquín Lavado (Quino) dio a luz a Mafalda en 1963 y decidió que la tira del 25 de junio de 1973 sería la última. Pero los muñecos que creó este argentino silencioso y bonachón (1932-2020) no cesan de vivir, de hacernos sonreír y de preocuparnos por su suerte. Y por la nuestra.
A Mafalda la admiramos
por su agudo pensamiento.
Su feroz razonamiento
es vida que respiramos;
es el miedo que burlamos,
en la consciencia del día;
es protesta y rebeldía
ante cualquier injusticia;
con su “inocente” malicia,
es pura filosofía.
Mafalda, qué les parece,
dice ante tantos despojos:
“Curioso, cierro los ojos
y el mundo desaparece”.
Por eso nos enfurece
que estén tan aficionados
a ir con los ojos tapados
los corruptos con torpeza,
para no ver la pobreza,
y robar desaforados.
Ay, Mafalda, qué relajo,
¿qué vamos a hacer contigo?
Al país, yo ya te digo
que le ruegues que sea majo
y que se vaya al carajo.
Porque es claro y bien sabido
que nunca lo han atendido
y no van a hacerlo ahora,
pues si la vida mejora
también lo dejan metido.
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