Edna Bonilla
3 Mayo 2024

Edna Bonilla

Pobreza, educación y ley estatutaria

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En días pasados conocimos las cifras de la pobreza multidimensional (IPM) en el país. Se observa una mejoría en el total nacional, en los centros urbanos y en la ruralidad. A nivel nacional la incidencia pasó de 12,9 % en 2022 a 12,1 % en 2023. En el país, la pobreza se viene reduciendo desde 2010, cuando era 29,7 %. En 2023, los mejores resultados se presentaron en Bogotá, Caldas, Valle del Cauca y San Andrés. En Vaupés, Guainía y Guaviare aumentó la pobreza. Persisten las brechas urbano-rurales y entre las regiones. Esta situación muestra la necesidad de articular las políticas nacionales con las territoriales y la priorización de la inversión en favor de la reducción de la pobreza, en particular en la ruralidad y las regiones más vulnerables.

Para medir la pobreza, el IPM recoge cinco dimensiones: i) condiciones educativas, ii) condiciones de niñez y juventud, iii) trabajo, iv) salud  y, v) condiciones físicas de la vivienda y servicios públicos. Cada dimensión tiene una ponderación del 20 % en el índice y contiene en total 15 variables. Las variables educativas se encuentran en las dos primeras dimensiones. El analfabetismo y el bajo logro educativo conforman la dimensión “condiciones educativas”. La inasistencia y el rezago escolar junto con dos variables más (barreras de acceso a servicios de cuidado y trabajo infantil) se incluyen en la dimensión “condiciones de la niñez y juventud¨. Es decir, 4 variables del total de 15 tienen que ver con la educación y su peso es importante en la medición final. De hecho, la tendencia decreciente de la serie entre 2010 – 2023, presenta una excepción en el 2020. Este año aumentó la pobreza, y con respecto al 2019 pasó del 17,5 % al 18,1 %. La variable determinante fue la inasistencia escolar, causada por la pandemia que mantuvo los colegios cerrados durante demasiado tiempo. En 2023 las carencias en analfabetismo y bajo logro educativo, ya comenzaron a disminuir, y ello ha impactado favorablemente el IPM. Inasistencia y rezago escolar se mantuvieron iguales. 

El análisis de la serie 2010-2023 muestra que las oportunidades en educación han contribuido favorablemente en la reducción de pobreza. Para lograr un mayor impacto se requiere la intervención, especialmente, en educación inicial, en el preescolar y en la educación básica (primaria y secundaria). Algunas de las estrategias que ayudan a la reducción de la pobreza en cada una de las variables podrían ser:

  • Reducción del analfabetismo: los territorios deben avanzar en estrategias de búsqueda activa de población desescolarizada, y en la implementación de estrategias educativas flexibles e innovadoras para niños en extra-edad, jóvenes y adultos. 
  • Reducción del bajo logro educativo: garantizar el acceso, la permanencia y la pertinencia del sistema educativo mejorando la calidad y reconociendo los rezagos que dejó la pandemia para implementar un plan de mejora, principalmente en lectura, escritura, matemáticas y ciencias. Adicionalmente el país debe ofrecer oportunidades a la juventud en materia de educación media y posmedia. 
  • Reducción de la inasistencia escolar: generar acciones concretas para reducir la deserción escolar generando cupos escolares de calidad desde la educación inicial y asegurando la alimentación escolar y los programas complementarios que garantizan que los niños y las niñas asistan efectivamente al colegio. Es importante, entonces, seguir avanzando en la construcción de infraestructura educativa en todas las regiones del país. También se debe ampliar el tiempo escolar y la jornada única. 
  • Reducción del rezago escolar: diseñar programas específicos para mejorar la calidad de la educación de tal manera que se reduzca la extra-edad y el embarazo adolescente, entre otras.  

A nivel mundial, en la última medición del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (2023), que revisa el IPM en 110 países, concluye que la reducción de la pobreza es un objetivo que, con decisión política, se puede lograr en relativamente corto tiempo. En el análisis de tendencia (periodo 2000-2022) se tomaron 81 países.  Uno de los principales hallazgos es que 25 países lograron reducir a la mitad los valores del IPM en un periodo de tiempo de 4 a 15 años. Entre ellos están: Camboya, China, el Congo, India, Indonesia, Marruecos, Serbia, y Vietnam. Todos han hecho inversiones y apuestas decididas en educación. 

Colombia pasa un momento interesante para dar un salto cualitativo en materia educativa ya que se está discutiendo la Ley Estatutaria de Educación. Sin embargo, se corre el riesgo de desaprovechar la oportunidad. Debería pensarse una educación de calidad, inclusiva, pertinente e innovadora que responda a los retos del presente y el futuro y no solamente como un instrumento para saldar deudas históricas, o cumplir con un plan de gobierno. La reducción de las carencias en las variables educativas que inciden en el IPM debería ser un elemento central de esa discusión. Y este es un tema que toca directamente con la calidad, pero, como otros asuntos de fondo, ese objetivo parece ausente. La ley debe ir acompañada de decisión política y presupuestal. Garantizar el acceso no suple necesidades de calidad y pertinencia.

Cualquier mejora en educación requiere recursos y una mirada de largo plazo que incluya el concepto de educación a lo largo de la vida. Para hablar de una verdadera reforma a la educación se requiere trabajar de manera coordinada y simultánea la ley estatutaria, la reforma del Sistema General de Participaciones y la ley de Educación Superior.

Las reformas deberían abordar, por lo menos, cinco aspectos: i) Mejoras en la calidad. Es necesario abordar la construcción de un currículo para el país que reconozca su diversidad territorial, étnica y cultural. Al hablar de calidad se debe innovar en formación y liderazgo docente. ii) Acceso, permanencia y pertinencia en la formación integral desde la educación inicial hasta la posmedia. La educación preescolar (tres grados) debe ser la prioridad en la asignación de los recursos y agenda educativa. Ahí se gestan las grandes brechas que difícilmente se cerrarán. iii) Transformación del concepto de educación superior. Es necesario pasar a un concepto de educación posmedia que ofrezca opciones a la juventud, acorde con sus intereses y realidades. Incentivar modalidades como bootcamps, certificaciones, técnicos y tecnólogos. iv) Fortalecimiento del sistema mixto. Se debe privilegiar siempre la educación pública y reconocer el aporte del sector privado. Las metas del gobierno, por ejemplo en educación superior, no se cumplirán por la obstinación de desconocer esta potencialidad. De manera equivocada el gobierno está privilegiando temas como el acceso, desarticulado de la pertinencia y permanencia; la construcción de sedes universitarias sin mayor rigor técnico y el impulso a la llamada democracia universitaria. v) Reestructuración de los mecanismos de distribución, administración y uso de los recursos. La inversión en educación debe aumentar. El sistema de financiación del sector actualmente es insuficiente, ya que no contempla todos los niveles planteados en la estatutaria, y no se han definido las reglas e incentivos de la concurrencia de recursos de las entidades territoriales con los recursos del gobierno nacional. 

Desafortunadamente, estos aspectos están ausentes, total o parcialmente, de la discusión de la reforma a la educación. No hay innovación ni mirada de futuro. La ley no será suficiente para garantizar el ejercicio pleno del derecho de la educación. Se está perdiendo la oportunidad. Y por el camino propuesto no se logrará la calidad, ni un avance significativo en la reducción de las carencias incluidas en el IPM. 

Posdata: Lamentablemente cada vez es más critica la situación en la Universidad Nacional. Insisto en mi llamado al cuidado de nuestra UN. Que los egos se depongan, se respete la autonomía universitaria. Y en el futuro, si así se considera conveniente, se haga un proceso serio de revisión de la designación de rector (a). Es urgente reconstruir la vida universitaria en el marco de la excelencia académica que ha hecho grande a la UN. 

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