“Bailar no es más que una vibración que se contagia”: Javier Martín, bailarín español
20 Noviembre 2023

“Bailar no es más que una vibración que se contagia”: Javier Martín, bailarín español

Javier Martín en 'Figuras del umbral'.

Crédito: Fotos: Leo López

NODO Cuerpos en movimiento reunió en el Teatro Nacional de las Artes Delia Zapata a grandes figuras de la danza en Colombia y el exterior. Uno de ellos es Javier Martín, bailarín y coreógrafo español, que presentó la obra ‘Figuras en el umbral’.

Por: Eduardo Arias

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Una de las obras que se presentaron en el festival NODO Cuerpos en movimiento, un evento dedicado a la danza contemporánea que se llevó a cabo en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata y que terminó hoy lunes es Figuras en el umbral, del coreógrafo español Javier Martín. Es una pieza compuesta de siete cuadros en los que el bailarín toma la forma de siete figuras diferentes, inspiradas en algunos personajes del acervo cultural de Galicia, la región de España donde nació y vive. Cada uno de estos personajes se caracteriza por sus vestuarios, los objetos que lo acompañan y las acciones que realiza. La obra reflexiona acerca de la cultura ancestral y cuestiona nuestra relación con la tecnología, los usos y los orígenes. Esta coproducción con el Centro Coreográfico Gallego se estrenó en noviembre de 2021 en el Teatro El Musical de Valencia.
Javier Martín es un coreógrafo y artista contemporáneo que nació en La Coruña, Galicia, España. Él crea e interpreta sus obras y cuenta con el apoyo de Octavio Mas, su iluminador. Martín comenzó su carrera en 2005 en el Teatro Galán de Compostela. Además de sus representaciones sobre el escenario, presenta ponencias y organiza encuentros en torno a la performatividad aplicada a entornos no específicamente artísticos. También dirige talleres sobre las artes del movimiento en su estudio y en otros espacios.
CAMBIO habló con Javier Martín acerca de Figuras del umbral.

Foto: Leo López.


CAMBIO: ¿Qué lo ha llevado a usted a reflexionar acerca de la importancia de los rituales ancestrales y trabajar sobre ellos?
Javier Marín:
Figuras del umbral indaga en lo arcaico, en las reflexiones que subyacen a nuestra cultura ancestral y que devuelven aprendizajes hacia el presente, cuestionando, por ejemplo, los modos en los que nos hemos relacionado con las diversas tecnologías, sus usos y orígenes. No es tanto un proyecto que represente o actualice determinados procesos rituales, sino que plantea una meditación acerca del inevitable fracaso de los mismos. Me interesa cómo a través de la repetición se encarnan o somatizan determinados contenidos, y cómo en tal repetición acontecen diferencias que son agente de cambio y toma de consciencia al mismo tiempo. Existen múltiples orígenes del arte, inmiscuirse con lo arcaico sirve para desarticular el cliché de la existencia de un principio y por tanto de la pulsión apocalíptica de estos tiempos que compartimos, en los que parece más sencillo imaginar el fin de lo humano que una alternativa al capitalismo neoliberal. Cada sociedad o cultura tiene su propia miopía. El apocalipsis es demasiado exigente, lo quiere todo; y por su propia naturaleza, no tiene futuro.


CAMBIO: ¿Es posible alejarse de alguna manera del vértigo actual impuesto por diversas tecnologías “sin morir en el intento”, parafraseando a Pedro Almodóvar?
J. M.:
En esta era aceleracionista los cuerpos están llenos de velocidad residual, una inercia repertorial que se inscribe en nuestra carne a través de gestos que orientan nuestro estar y toda una serie de comportamientos tácitos o inconscientes. La tecnología es un modo de elaborar el animal que somos. Es importante preguntarse qué están haciendo las llamadas nuevas tecnologías con nosotros. Y caer en la cuenta de que sus formas están disfóricas, es decir, que sólo se cuentan a sí mismas, perdiendo su potencia relacional. Ya no nos cuentan a nosotros, sino que son cauce de extracción de un nuevo recurso en estos días: la atención. Una atención pautada en acuerdo a una imagen del mundo totalizante que organiza a su través nuestro deseo, fuerza de trabajo… organiza afectos y relaciones a nuestro pesar. Es importante darse cuenta que el desarrollo de determinadas tecnologías ocurre en detrimento de otras. No es una situación neutra, sino que está preñada de juegos de poder, decisiones políticas, de modos de relación con el territorio y sus materiales y un largo etcétera; es decir, promueve una imagen del mundo en detrimento de otras. Me interesan aquellas personas y proyectos que están situando en el horizonte de la discusión y en nuestras prácticas la pertinencia de la diversidad también en las expresiones tecnológicas, y a tal efecto, componer el plural que somos.

Foto: Leo López.


CAMBIO: ¿Cómo puede la danza ayudarnos a salir de esa cultura del rendimiento, del cansancio, de lo efímero?
J. M.:
La danza es un modo de conocer, que participa, al igual que las ciencias o la filosofía, de la creación de lo real o por lo menos del acompañamiento de las expresiones de lo real. La danza, como tecnología de la conciencia, suma en la construcción de una atención de calidad a nuestros gestos, relaciones, pulsiones... Construye alteridad e imágenes nuevas en relación al cuerpo y sus epistemologías. Abre el juego. Bailar deja espacio a la articulación consciente de la subjetividad. Pero la inspiración no es expresarse a uno mismo, sino que es ser con el otro; y a su través, componer el plural que somos.


CAMBIO: Desde su perspectiva, ¿cómo recibe el público la danza contemporánea? 
J. M.:
Si es de calidad, estupendamente. Al igual que cualquier otro trabajo artístico que piense y active el presente. Bailar no es más que una vibración que se contagia.

 

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