¿Cómo así que ‘Otra historia de Colombia’?
1 Abril 2023

¿Cómo así que ‘Otra historia de Colombia’?

Felipe Arias Escobar y su libro.

Titular con interrogantes un manual de historia patria resulta un tanto desconcertante. Eso decidió Felipe Arias Escobar en su libro ‘¿Otra historia de Colombia?’, en el cual revela detalles poco conocidos y propone enfoques novedosos.

Por: Eduardo Arias

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Cuando Felipe Arias Escobar anunció en su cuenta de Twitter que acababa de aparecer su libro, un tuitero le preguntó qué tenía de nuevo con respecto al libro Colombia, una historia mínima de Jorge Orlando Melo y otros tantos manuales de historia de Colombia que se han publicado en los últimos años. La respuesta, en parte,  podría estar en la contraportada del libro, donde se lee: “¿Sabías, por ejemplo, que hubo españoles que estuvieron a favor de la independencia? ¿que la Conquista fue apoyada por comunidades indígenas? ¿que la primera huelga obrera en el país fue liderada por una mujer? ¿o que el gran nivel de resistencia de los ciclistas colombianos se debe a un proceso microevolutivo que data de miles de años atrás?”.

Es un libro que sigue una secuencia lineal dividida en doce capítulos que van desde los primeros pobladores del actual territorio de Colombia hasta los desafíos contemporáneos.

Arias, quien nació en 1983, es un entusiasta divulgador de la historia a través de diversos medios y las redes sociales. También conoce mucho de la historia de la música en Colombia (en particular del rock) y su trabajo en Señal Memoria lo ha acercado a un gran archivo de material audiovisual. 
CAMBIO. '¿Otra historia de Colombia?' El título es muy llamativo. Tiene como una doble lectura. Por un lado, podría ser un libro que cuenta la historia de otra manera. Por el otro, podría dar a entender que este es un libro más entre las decenas de manuales que ya se han publicado.
 

Felipe Arias Escobar. El título es ambiguo y por eso lo planteo entre signos de interrogación. Voy a hacer una confidencia del proceso editorial. El equipo de editoras de Penguin sentían que era una manera de cierto modo divergente de enseñar la historia de Colombia, distinta a como ellas la habían percibido o como ya la habían emprendido en el colegio. Yo no lo veía como una apuesta de ninguna manera divergente por lo que era era oportuno plantear hasta qué punto sí es una historia alternativa del país. Y también estaba ofrecerle al público el interrogante. “¿Cómo? ¿Otra historia de Colombia?”. Entonces está la pregunta abierta y dejar a juicio del lector hasta qué punto esta es una historia distinta.

CAMBIO. ¿Por qué alguien de la generación que dejó de recibir clases de historia en el colegio se interesó en la historia?

F. A. E. Toda generación tiene y merece hombres y mujeres que se interesen en la producción de conocimiento histórico. Yo vengo de un proceso de transición relacionado con el esfuerzo que se dio desde los años 80 y principios de los 90 por llevar el conocimiento académico a la enseñanza de la historia en los textos escolares, con todos los problemas que eso tuvo y que son ajenos al esfuerzo que hizo ese sector de la academia. Buena parte de los libros de texto que yo conocí y por los que me enamoré de cierta manera de la profesión fueron escritos por maestros del Departamento de Historia de la Universidad Javeriana como Augusto Montenegro, Juan Carlos Sisman, Rafael Díaz, personas que luego me dictaron clase en mi pregrado. Pienso que eso generó una relación de gratitud por un lado pero también la necesidad de darle continuidad a ese a ese proceso a partir de las exigencias de una Colombia del siglo XXI. Contar desde sus esfuerzos lo que han hecho no solamente las personas que mencioné sino generaciones de académicos y académicas que han buscado contar el pasado de nuestro país de una manera muy diversa.

CAMBIO. ¿Este es un libro pensado en públicos jóvenes que están en su etapa de aprendizaje y público general poco familiarizado con el tema o también reta a los especialistas?

F. A. E. Tengo una apuesta de que esta sea una lectura que llegue al ámbito escolar y al ámbito universitario. El aula es el primer espacio de acercamiento que tenemos todas las personas a la cultura del libro, a los procesos de producción de conocimiento. Si bien este es un libro para el público general, desde el esfuerzo de síntesis que se hace, desde la posibilidad de hacer recomendaciones de bibliografía y de fuentes en otros formatos para profundizar, es una síntesis de conocimientos que se han construido sobre nuestro pasado de la manera más diversa posible por esas mismas fuentes que yo recomiendo. Yo insisto que en la narración del libro aterricé esos procesos históricos a la realidad del colombiano del siglo XXI. O sea, que la historia es algo que está ocurriendo al frente de sus casas, en sus barrios, en sus regiones. La historia es algo que está entrando a nuestros cuerpos, es algo que nos comemos desde toda la herencia cultural de las sociedades agrarias, los procesos socioeconómicos que llevaron a la transición al capitalismo y la industrialización del país, los desafíos desde lo ambiental, desde lo social, que es algo que tiene que ver con nuestro diario vivir.
 

frase-destacada

"Hay un interés, hay un apasionamiento por la historia, bueno o malo, no importa, pero también hay una pobreza en el reconocimiento del valor de la disciplina, del hecho de que la historia es una narración que debe producir permanentemente cada generación".

CAMBIO. ¿Qué tanto afectó que en los colegios dejara de enseñarse la historia de Colombia y universal como materias autónomas?

F. A. E. El tema sobre la enseñanza de historia de los colegios es muy complicado. Hubo una muy buena intención que surgió a partir de los años 80 de las sociales integradas, que buscó la enseñanza de procesos socioeconómicos de nuestro país a partir de los muy provechosos conocimientos que podían ofrecer otras ciencias sociales y que desde los años 60 venían de un proceso de profesionalización en Colombia, como la antropología, la ciencia política, la geografía y por supuesto la historia. Pero esto se hizo sin un esfuerzo eficiente de de capacitación del profesorado. No me refiero a los procesos que pueden ocurrir en ciudades como Bogotá sino en regiones periféricas. Esto generó un divorcio muy grande entre el conocimiento de las ciencias sociales, que con muy buenas intenciones se ofrecía, y el conocimiento que finalmente se adquiría. Ahí nos encontramos con el abismo. Entonces la gente muchas veces siente que al no estar presente la palabra historia no se está enseñando historia. Ese es un debate desafortunadamente de nunca acabar porque venimos de generaciones que tuvieron esa formación deficiente y venimos de generaciones nuevas con las cuales seguimos manifestando el mismo problema.

CAMBIO. ¿En su opinión hoy no se ofrecen buenos contenidos a los estudiantes?

F. A. E. No. Desde hace mucho tiempo el Ministerio de Educación plantea contenidos buenísimos. De competencias en reconocimiento de la diversidad cultural del país, en resolución de conflictos, en identificación de las causas de una serie de problemas estructurales que tiene la sociedad colombiana. Pero por la manera como están estructurados estos contenidos es muy difícil que esa información llegue de manera efectiva al aula.

CAMBIO. ¿Qué provoca ese obstáculo, que información de calidad no llegue de manera efectiva a los estudiantes?

F. A. E. Es un problema que no solamente tiene que ver con políticas institucionales o con las capacidades y las dificultades que tiene un trabajador como el maestro. Muchas veces nos preguntamos eso. Pero no nos preguntamos de qué manera el ciudadano lleva ese contenido a sus casas, a su familia. El ciudadano promedio de una ciudad como Bogotá está permanentemente conectado a redes sociales, consume medios de comunicación, consume internet, consume contenidos donde hay una oferta amplísima y muy diversa y en crecimiento de contenidos históricos. ¿Por qué ese ciudadano no valora esos contenidos como un elemento para él mismo educarse en historia de Colombia o para llevarlo también a sus a sus familias? Esa es una pregunta importante y ese es un debate también que tenemos que dar.
 

frase-destacada

"La historia es algo que está ocurriendo al frente de sus casas, en sus barrios, en sus regiones. La historia es algo que está entrando a nuestros cuerpos, es algo que nos comemos desde toda la herencia cultural de las sociedades agrarias, los procesos socioeconómicos que llevaron a la transición al capitalismo y la industrialización del país, los desafíos desde lo ambiental, desde lo social, que es algo que tiene que ver con nuestro diario vivir".

CAMBIO. Usted es muy activo en redes sociales e intercambia muchas ideas y datos con quienes lo siguen. ¿Cómo ve usted el nivel de conocimiento de historia de Colombia del que podríamos denominar “el colombiano promedio”?

F. A. E. A la gente en general le interesa la historia. Eso no hay que dudarlo. Pero no existe esa misma valoración y ese mismo interés por los procesos de producción de conocimiento histórico. Muchas veces la gente cree que la historia es una cosa que se da silvestre, o sea, que la historia es algo que está flotando en el aire y tú simplemente lo bajas. No. El conocimiento histórico es algo que construimos colectivamente a través de esos procesos de lo que en los últimos años se ha venido a llamar memoria histórica. Pero también es el proceso que a través de unas metodologías muy estructuradas de recopilación de fuentes, de crítica de esa información a través de diferentes profesionales de ciencias sociales o de maestros que se encuentran en comunidades también haciendo esfuerzos que son muchas veces muy notables como historiadores aficionados de reconstruir procesos con el fin de darle diferentes usos a esa información.

CAMBIO. ¿Cuáles son esos usos?

F. A. E. Fortalecer procesos de identidad colectiva, servirnos de ese conocimiento para reflexionar alrededor de procesos en la resolución de conflictos, de identificación de la dinámica de nuestra sociedad desde el conocimiento pasado, del reconocimiento de la formación de una sociedad culturalmente diversa como la que tenemos. Todo eso desafortunadamente lo ignora el público en general y eso hace que muchas veces en estos procesos de producción de conocimiento prime a veces la información ligera. El que cree que está produciendo conocimiento histórico porque agarró una frase de internet sin contexto y la publicó en redes sociales. O porque agarran una foto que puede ser de un político del siglo XX o del XXI con el brazo estirado y con eso concluyen que tenía influencia de de nazis infiltrados en Colombia desde del siglo pasado. Eso hace también que quienes nos dedicamos a la divulgación de ese conocimiento histórico compitamos con individuos que pretenden divulgar la historia de una manera pobre, ligera, sin elementos estructurados de conocimiento.

CAMBIO. Es decir, ¿hay que dejarle la historia a los historiadores profesionales?

F. A. E. No estoy diciendo que ese proceso sea exclusivo de la academia. De nuevo reitero a historiadores aficionados que hacen un trabajo muy juicioso y muy honesto de trabajo de archivo, de recopilación de testimonios orales, de conciencia frente al peso que puede tener estas memorias en la identidad de los pueblos. Pero desafortunadamente esas cosas sucumben a veces ante la charlatanería o la misma pasión en la que la gente usa la historia para sus fanatismos contemporáneos.

CAMBIO. ¿A cuáles fanatismos contemporáneos se refiere?

F. A. E. Por ejemplo está el caso del derribamiento de estatuas. Es innegable el tema que en la memoria histórica y la identidad del pueblo pastuso había de Nariño y en general de los próceres de la independencia. Pero ese tipo de cosas se invierten por ejemplo en una comunidad como en Boyacá. Durante el paro nacional jóvenes inspirados en los los acontecimientos de Pasto iban desde Bogotá al Puente de Boyacá a intimidar y a insultar a a los guías de la comunidad que durante generaciones han hecho de ese espacio un lugar importante para ellos. El apasionamiento es tan grande en ese sentido que uno se encontraba con académicos defendiendo esa agresividad a partir de la suposición de que los procesos de producción del conocimiento histórico que se han hecho durante generaciones en esas comunidades no tenían en cuenta a los sectores populares. O esa visión profundamente simplista de la independencia de que es un simple acuerdo de élites. Ahí hay un interés, hay un apasionamiento por la historia, bueno o malo, no importa, pero también hay una pobreza en el reconocimiento del valor de la disciplina, del hecho de que la historia es una narración que debe producir permanentemente cada generación. Esto ha derivado desafortunadamente en algunos casos en una injusta estigmatización del historiador. Es como si a la gente le gustará la historia pero no los historiadores.

Felipe Arias Escobar. Foto de Karenn López - RTVC

CAMBIO. Usted se ha especializado también en la historia de temas ajenos a la política, los próceres, la economía y los movimientos sociales. Por ejemplo, usted ha trabajado en la historia de la música. Háblenos un poco de esa faceta suya y de la relevancia de esos estudios.

F. A. E. A veces la gente todavía maneja la imagen del historiador tomada del programa de televisión El pasado en presente. Yo he querido ante todo transmitir que somos trabajadores, con lo bueno y lo malo que eso implica para la vida de uno. La historia, como muchas otras profesiones, nos sirve para entender al mundo y para acercarnos a él. Eso me permitió cuando era más joven ser docente universitario en áreas más vinculadas a procesos creativos como la comunicación social, como el diseño industrial, pero contando procesos históricos que le sirvieran al al estudiante en su proceso formativo. Durante otro tiempo me dediqué más al periodismo musical, dándole también un enfoque histórico a reseñas, a comentarios discográficos en programas radiales que hicimos durante un tiempo con Red Bull que aquí se transmitían en Radiónica. Ese tipo de experiencias que tenemos muchos profesionales de ciencias sociales para fortuna nuestra nos permiten también tomar conciencia frente a la posibilidad de dejar libros como Otra historia de Colombia, que buscan narrar precisamente esa historia del país de una manera diversa. No hay que desdeñar de ninguna manera la historia institucional y la historia del poder, pero sí hay que cotejarla con procesos simultáneos influyentes y explicables a la luz de todo lo que está pasando en el país en una época determinada. No hay que dejar de hablar de Jorge Eliécer Gaitán y abordarlo críticamente, por supuesto. Pero todo ese proceso de Gaitán, de su vida y de su muerte, ocurrió al mismo tiempo en que se formaba una cultura de masas relacionada con la masificación del cine, de la radio, de espectáculos deportivos como el fútbol profesional, y años después con la aparición de la Feria de Cali, de la Feria de Manizales o de la Feria de las Flores, y también con el fortalecimiento de identidades regionales. Este es un ejemplo de muchos de esos aspectos que hemos querido transmitir en el libro. Esos conocimientos que uno ha adquirido sirven para mostrarle a la gente lo diversa y lo compleja que es la historia de Colombia.

CAMBIO. Usted trabaja en Señal Memoria, de RTVC, un lugar donde se preserva el patrimonio audiovisual del país. ¿Cómo ha enriquecido a la llamada “nueva historia” ese material (así como la memoria oral, la historia de la vida cotidiana) al que los historiadores antes le daban tan poca importancia por no estar en documentos oficiales?
 

F. A. E. Señal Memoria es un privilegio que también tiene que ver con ese proceso. Señal Memoria es una de las marcas de RTVC al lado de Radio Nacional, Señal Colombia, Radiónica, Canal Institucional y RTVC play. Tenemos una característica muy particular porque no somos en el sentido estricto un medio, no somos una emisora, no somos un canal, no somos una plataforma sino que somos una estrategia que ha buscado preservar y conservar todo el acervo que cuenta la historia de la radio y la televisión pública en Colombia. Una colección a la que se han empezado a sumar una serie de archivos tanto sonoros como audiovisuales privados que nos han permitido contar la historia de los medios en Colombia de una manera notablemente diversa. Somos posiblemente el archivo sonoro más grande del país y uno de los mejor equipados del mundo. En el caso del archivo audiovisual posee un acervo que narra la historia de la televisión en Colombia. Nos hemos vinculado también con otras áreas que buscan divulgarlo a través de la producción de contenidos históricos. Entonces, invitadísimas las personas que siguen a CAMBIO para que conozcan ese esfuerzo que hacemos. A criticarlo, por supuesto, porque es importantísimo que lo hagan en nuestro sitio web senalmemoria.co y buscando a Señal Memoria en todas las redes sociales. Quienes dicen que es muy difícil llevar la divulgación histórica a esos espacios no han conocido todo el esfuerzo que hemos hecho con Señal Memoria para divulgar, desde un contexto histórico, un montón de eventos, de efemérides, de procesos históricos de Colombia y de la relación del país con el mundo.

Apoya el periodismo que te gusta

Puedes cancelar en cualquier momento

¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí