Travesía por el río Atrato con Irene Vallejo
16 Abril 2024

Travesía por el río Atrato con Irene Vallejo

Las escritoras Irene Vallejo y Velia Vidal navegan por el río Atrato.

Crédito: Mateo Hernández

El río Atrato fue escenario de una visita de la escritora española Irene Vallejo como preámbulo a su participación en la Feria Internacional del Libro de 2024. Crónica de una viajera que acompañó a la escritora en su gira para promover los libros y la lectura en el Chocó.

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Por María del Rosario Laverde

Mientras Irene Vallejo y yo esperamos el avión que nos llevará de Bogotá a Quibdó, le cuento que nunca he estado allá y que tampoco sé con lo que me voy a encontrar. No dejo de subrayarle lo histórico y lo significativo de su visita. Allí nos reuniremos con varios miembros de la Corporación Motete –una organización cultural que se encarga de la promoción de lectura en varias ciudades del departamento del Chocó– entre ellos, su directora, Velia Vidal. Irene y yo, hasta ahora, solo tenemos en común la amistad con Velia, pero ella no sabe que, como millones de personas, hace tiempo le sigo los pasos.

Irene y yo nos conocimos hace unos minutos y ya estamos hablando sin parar, en unos pocos días ella será la estrella de la FILBo 2024 y será imposible tener una conversación como esta, me siento tan emocionada de vivir ese momento, y tan agradecida con Motete por invitarme a este viaje, que se me quiebra la voz al recordar una de las columnas de Irene que más me han conmovido, ella reacciona abrazándome.

En la tarde de nuestro primer día en Quibdó visitamos la biblioteca Arnoldo Palacios, autor chocoano a quien descubrí bastante tarde en mi vida y me dejó una profunda huella, un auditorio repleto de niños espera la visita de la escritora, los miembros de varios clubes de lectura, hijos de Motete, realizan una presentación con base en la lectura de los libros de Irene, también conversan acerca de la inspiración y le piden consejos de escritura a la autora, ella, a su vez, les devuelve la petición y toma nota de los consejos de los niños; el acto termina con la coronación de Irene con un motete, lo que la convierte en madrina vitalicia de la corporación.

Poco después, de visita en la Universidad Tecnológica del Chocó, asisto a una conversación entre Irene y la profesora Yijhán Rentería, el auditorio es gigante y no está muy lleno para mis estándares, para Quibdó es un acontecimiento, es la tercera vez en el día en que la escritora menciona a su madre como su promotora de lectura, como su inspiración, me conmueve de nuevo y me duele la garganta al pensarlo. Mi compañero de auditorio, Juan Martín Fierro, toma apuntes en una libreta pequeña para la crónica que escribirá para el periódico El Tiempo, su letra me recuerda a las hormigas que menciona Irene como formadoras de las palabras, yo no puedo tomar nota porque ni siquiera sé si voy a escribir, no puedo con tanta emoción.

La charla es una defensa férrea del libro como salvador de la humanidad y termina en una fila interminable de firmas que la escritora atiende con la misma dulzura y paciencia todo el tiempo.

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