En uno de los puntos más extremos de la geografía colombiana, bajo el manto de la selva eterna, se oculta un secreto: la flor de Inírida, también conocida como la flor eterna gracias a que al secarse conserva sus características. Liwi, un emprendimiento familiar de Guainía, ha encontrado la solución para cultivarla, cosecharla y enviarla al mundo.