Hoy hace cuarenta años que Gabriel García Márquez recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura. El pasado 3 de noviembre el presidente Gustavo Petro lanzó en Aracataca el modelo con el que pretende reformar el sistema de salud en Colombia.
¿Coincidencia? ¿Realismo mágico? ¿Pura utopía?
Armado tan solo de cincuenta versos (uno por cada bienio de soledad) nuestro profesor decimero, Pompilio Iriarte, enfrenta estos letales interrogantes.
Hoy hace cuarenta antaños
o cuarenta soledades
que en tiempo de navidades
el gran autor de Cien años
subió en Suecia los peldaños
de la gloria literaria.
¿Fue una ocurrencia arbitraria
o alborotos de matraca
lanzar en Aracataca
la reforma sanitaria?
Volvió a Macondo Melquiades
con sus inventos y, ahora,
el pueblo en la mala hora
de sus crudas soledades,
olvidará las bondades
de este gitano querido.
¿El presidente asistido
por Remedios La Rebaja
nos curará con ventaja
de la peste del olvido?
¿Colombia será potencia
mundial de la vida? ¡Cierto!
Llevaremos a buen puerto
la profética ocurrencia.
Muestra es de clarividencia
y de no hablar tanta caca,
anunciar sin alharaca
la hipérbole macondiana.
Tendrá la Colombia Humana
su sede en Aracataca.
Estamos hechos. Equipos
de médicos y dentistas,
proctólogos e internistas,
galenos de varios tipos,
¿nos quitarán hasta el hipo
y aliviarán nuestros males
sin corrupción y sin vales?
En la salud preventiva
tendrán parte muy activa
curanderos ancestrales.
Si bien Remedios la Bella,
elevándose del suelo,
sube en cuerpo y alma al cielo
en una sábana, y ella
brilla arriba cual estrella,
por un prodigio divino,
en razón de otro destino,
las EPS dan vueltas,
alocadas ruedas sueltas
como corcho en remolino.
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