La embolatada sede de la Universidad Nacional en Tumaco que tiene a los estudiantes recibiendo clases en un contenedor

En contenedores ven clases los 355 estudiantes de la Universidad Nacional en Tumaco, que llevan esperando más de seis años que se termine de construir la nueva sede allí.

28 Abril 2024

La embolatada sede de la Universidad Nacional en Tumaco que tiene a los estudiantes recibiendo clases en un contenedor

La sede para el municipio nariñense, prometida desde hace años a los estudiantes del Pacífico, se ha intentado construir en más de cuatro oportunidades. Se han gastado más de 48.000 millones de pesos y hay más recursos de cooperación internacional, pero por presunta negligencia en la universidad, la obra podría convertirse en un elefante blanco. Aunque solo hay contenedores, el nuevo rector se quiere posesionar allá.

Por: Paola Herrera

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La ‘sede’ de la Universidad Nacional de Tumaco es deplorable. El que debía ser un claustro de primer nivel quedó reducido a cuatro contenedores, que tienen acceso por unas minúsculas escaleras, y que a duras penas pueden albergar a los 355 estudiantes matriculados allí. 

A pesar de eso, los contenedores tienen estampados los logos de ‘Sede Tumaco UN’, como si se tratara de la infraestructura prometida por el Gobierno anterior y dejada de lado por la administración actual.

Dichas estructuras, que más que para universidades son para comercios u otros negocios, tienen en su interior unas pocas mesas de estudio que sirven para los jóvenes tumaqueños de carreras institucionales. También hay unas cuantas bibliotecas, lockers y cajoneras. Al fondo, unos libros guardados en archivadores se suman a la escena, que no parece ser de la universidad más importante de Colombia.

Como si eso fuera poco, anexa a los contenedores que ahora son salones, se encuentran una llave de paso y una placa de concreto, de la cual se erige un gimnasio al aire libre. Ese espacio de dispersión es similar a esos que tienen los parques públicos de las ciudades, pero ya está abandonado a su suerte y tiene equipos que ya parecen más usados por el óxido que por los estudiantes que ya no quieren estar ahí.

Ese complejo escenario se agrava con el estado de las obras en donde se iba a construir la verdadera sede del municipio nariñense, las cuales fueron abandonadas desde 2019 y ahora se las está comiendo la maleza. Los estudiantes de la Universidad Nacional sede Tumaco aún no reciben respuestas sobre el futuro del proyecto y lo único que esperan es que no se convierta en un elefante blanco, aunque está muy cerca de serlo. 

Una sede prometida 

“Hoy estamos poniendo la primera piedra de lo que será la sede de la Universidad Nacional de Colombia en Tumaco, un proyecto con el que estamos seguros traeremos más y mejores oportunidades para miles de jóvenes del Pacífico colombiano”.

Esas fueron las palabras de la ministra de Educación, Yaneth Giga Tovar, en 2018, cuando se anunció la puesta en marcha del proyecto y la firma del contrato para empezar a construir la Universidad Nacional en el municipio nariñense, con el objetivo de beneficiar a cerca de 300 estudiantes por año en una sede donde se ofrecerían 55 carreras profesionales.

El 10 de abril de 2018 la ministra de Educación, Yaneth Giha, anunció el inicio del proyecto para construir la sede de la Universidad Nacional en Tumaco. En este evento se puso

En medio de esta situación aparece además el nombre del nuevo rector de la Universidad Nacional, José Ismael Peña, quien tuvo a cargo la gerencia y la ordenación del gasto de las obras en Tumaco mientras fue vicerrector, entre 2021 y 2024.

Aunque Peña dice que no conoció el proyecto, al ser gerente del mismo desde Bogotá, tendría que haber participado en algunas de las decisiones que lo tienen frenado y que ahora ensombrecen su llegada al máximo cargo de la institución.

A pesar de esa situación y de ser uno de los responsables de que en esa sede todo haya salido mal, Peña dijo hace dos semanas en una entrevista con El Espectador que su posesión será allá. Tumaco es el lugar escogido por el designado rector para ponerse la banda, ya que en Bogotá los estudiantes siguen en paro protestando contra su elección. 

Se pagó por una obra que no sirvió 

La historia se remonta al año 2010 cuando el Ministerio de Educación le solicitó a la Universidad Nacional que se comprometiera a construir el campus de la sede en Tumaco, y el proyecto fue acogido por la convocatoria ORIO, de la Unidad del Fondo Holandés para el Desarrollo de Infraestructura Pública. 

A partir de ese momento hubo varios hitos que fueron determinantes para cumplir el sueño de los estudiantes en el Pacífico colombiano, que recibieron con emoción la noticia de esa nueva universidad. Fue así como en 2012 se adquirió un predio de 44,7 hectáreas en el kilómetro 30 en la vía Tumaco-Pasto, donde se construiría la sede; en 2014 se inauguró un edificio para el Instituto de Estudios del Pacífico (IEP); y en 2015 se recibió la primera cohorte de estudiantes.

La demanda de jóvenes empezó a aumentar considerablemente y como ya no cabían todos en el edificio del IEP, mientras se planeaba el contrato para la sede y el campus permanente, se dispuso la instalación de unos contenedores que aunque en ese momento se dijo que serían unas aulas provisionales, a la fecha todavía se están utilizando. 

La Universidad Nacional tuvo que pisar el acelerador para la estructuración del proyecto y, por eso, a finales de 2017, firmó el contrato para la construcción de la fase 1 de la nueva sede que incluía salones de clase, auditorio, laboratorios, biblioteca y hasta un restaurante.

El valor de ese proceso, entregado a la firma Miroal Ingeniería SAS, fue de 21.786 millones de pesos, financiados un 29 por ciento por Países Bajos y un 71 por ciento restante por la Universidad Nacional. La directora de la sede para la época, Amanda Lucía Mora, dijo en una entrevista con La FM, en 2022, que la plata que entregó el Gobierno holandés se utilizó para contratos conexos como interventoría, carpintería madera, carpintería metálica, urbanismo y exteriores, equipos mecánicos, señalización, dotación mobiliaria. 

Aunque en abril de 2018 se realizó el evento en el que la ministra Yaneth Giha anunció con bombos y platillos el inicio de las obras y puso la primera piedra de la sede, solo unos meses después la misma Universidad Nacional contrató al consultor Jorge Polanco Flórez para que revisara los diseños y diagnosticara los planos de la edificación.

Los resultados no fueron buenos. Según el consultor, la obra no contaba con las normas de sismo resistencia y tenía errores, debilidades e inconsistencias. Por eso se recomendó elaborar nuevos planos estructurales y, a partir de la nueva información, en diciembre de ese mismo año, se detuvo el proyecto que estaba en serios problemas

Según una investigación publicada en 2022 por el diario El Colombiano, esa situación se habría generado por un contrato anterior que la Universidad Nacional firmó con la empresa Ingeniería Civil y Presas SAS para que hiciera los diseños y elaborara los planos de la estructura. 

Con esa documentación se adjudicó el contrato a Miroal Ingeniería que fue la encargada de empezar a construir. Cuando el consultor advirtió que los planos de Ingeniería Civil y Presas no servían, la Universidad Nacional hizo una nueva contratación, pero ahora con otra firma (Gedic Ingeniería), para que ajustara los estudios y corrigiera los errores del primer diseño. 

Sin embargo, en julio de 2019, según El Colombiano, la universidad le pidió al constructor que siguiera adelante con las obras, utilizando los planos originales, es decir, los que no servían. Cuando llegó diciembre y aunque el proyecto alcanzó un 11 por ciento de ejecución, se ordenó detener todo y demoler lo que hasta ahora se había construido. 

Fue por eso que la Contraloría General de la República abrió un proceso por un presunto detrimento patrimonial por más de 2.300 millones de pesos. La entidad de control advirtió que para ese entonces la Universidad Nacional perdió la plata de los diseños y planos, el contrato del rediseño, los recursos de las obras que se alcanzaron a hacer, el costo de la demolición y las interventorías correspondientes a cada proceso contractual. 

Miroal Ingeniería volvió a empezar y ejecutó hasta el 23 de septiembre de 2021, fecha en que se les vencía el plazo del contrato. En ese momento empezó un rifirrafe entre el contratista y la universidad, por la liquidación del proceso, ya que la construcción solo alcanzó un avance de 21,16 por ciento, lo que significa que la empresa incumplió. Desde entonces, las obras están abandonadas. 

Así quedó la construcción de la sede en Tumaco cuando se acabó el contrato con Miroal Ingeniería. 

Otro intento que fracasó 

Después del episodio con el contrato que no funcionó, en 2022 la Universidad Nacional designó a la vicerrectoría de Bogotá, a cargo del recién nombrado rector José Ismael Peña, para que gerenciara el proyecto. Sin embargo, los intentos por adelantar una nueva contratación fueron dilatados y, posteriormente, fracasaron, evidenciando, según fuentes de la institución, lo que podría calificarse como una falta de interés de la rectora Dolly Montoya de seguir con el proceso. 

Cuando llegó 2023, los recursos destinados al primer contrato, que estaban congelados por la falta de ejecución, fueron liberados para poder adelantar una nueva licitación. En ese momento ya también se habían hecho gestiones para obtener más plata, con el fin de financiar la fase dos del proyecto con la que se aumentaría el número de salones, se harían más laboratorios y hasta un museo. 

Fue la Gobernación de Nariño la que aprobó destinar 30.000 millones de pesos del Sistema General de Regalías a la nueva parte del proyecto, pese a que la primera ni siquiera estaba avanzando y, por el contrario, lo que quedó de ese primer proceso, ahora es solo un lugar que fue cubierto por la manigua.

Con los dineros de la primera y segunda fase arrancó el nuevo proceso licitatorio para darle continuidad a la construcción de la infraestructura de la sede. La rectora Dolly Montoya anunció que en marzo de 2023 se abriría la convocatoria para adjudicar entre junio y julio de ese mismo año, e incluso dijo que, en octubre, empezarían las obras nuevas. 

No obstante, eso tampoco se cumplió. Solo hasta octubre de 2023, fecha en la que supuestamente iniciaría la construcción, se hizo la invitación a las empresas para que participaran en el proceso. Como si eso fuera poco, el 20 de diciembre de esa vigencia, la licitación fue declarada desierta porque nadie se presentó. 

Una nueva contratación: ¿A dedo? 

Teniendo en cuenta el nuevo panorama, el Comité de Contratación de la Universidad Nacional en 2024 decidió entregar el proceso de forma directa. Para poder materializar esa idea les enviaron invitación a tres empresas que podrían encargarse de las obras y terminar por fin con la enredada sede, pero solo a una de ellas le gustó la propuesta y manifestó interés.

Se trata de la firma Serco Construcciones e Infraestructura de Manizales, Caldas, que según pudo establecer CAMBIO, fue constituida apenas hace cinco meses con un capital de solo 2.000 millones de pesos y sin experiencia en el tipo de obras que debe ejecutar. 

El temor de la comunidad educativa es que se siga dilatando la construcción de la sede y que el cooperante internacional, es decir Países Bajos, se aparte de la iniciativa que han apoyado con 12 millones de euros, es decir, cerca de 40.000 millones de pesos. 

La fecha límite que el Gobierno holandés puso para hacer los aportes es el 31 de mayo de 2024. A pesar de eso, el proyecto ni siquiera se ha contratado, y de ahí vendría la prisa por entregarlo a la empresa Serco, que recibiría otros 49.000 millones de pesos para terminar ambas fases del campus. 

Llama la atención que a las otras empresas invitadas no les haya parecido atractiva la propuesta. CAMBIO conoció que una de las razones sería que el contrato no es financieramente viable y no dejaría margen de rentabilidad. 

Los recursos invertidos 

Cuando se anunció en 2018 la puesta en marcha del proyecto para la construcción de la sede Tumaco de la Universidad Nacional de Colombia, se dijo que tendría un valor aproximado de 157.000 millones de pesos incluyendo las fases 1 y  2. 

Aunque seis años después las obras están frenadas, CAMBIO revisó las apropiaciones que se han girado para ese propósito durante los últimos años y encontró que, desde 2016, el proyecto ha tenido gastos por más de 48.000 millones de pesos, que a la fecha no se ven. 

La Universidad Nacional, bajo la dirección de Dolly Montoya, ha gastado miles de millones de pesos, pero no ha logrado cumplir con el compromiso que estableció con el Ministerio de Educación. La plata, según fuentes consultadas por CAMBIO, no se sabe dónde está o qué han hecho con ella. Lo más grave es que los recursos entregados para las obras en su primera etapa prácticamente los tiraron a la basura porque lo construido ya no sirve, se pudrió y hay un riesgo muy alto de que se convierta en un elefante blanco.

Con relación a la plata que se ha seguido entregando por Países Bajos, año tras año, a manera de donación para el proyecto, la exdirectora de la sede, Amanda Mora, aseguró en su momento que “los recursos no ejecutados se encuentran custodiados por la universidad y el cooperante internacional en una cuenta bancaria creada para tal fin”.

Justamente cuando Dolly Montoya llegó a la rectoría de la Universidad Nacional, nombró como directora de la sede de Tumaco a Amanda Lucía Mora, quien estuvo durante cinco años allá, hasta 2023. En noviembre del año pasado y a pesar de todos los problemas con el contrato en el municipio nariñense, Mora fue premiada con el cargo de secretaria general de la rectora en Bogotá.

CAMBIO le preguntó a la rectora Dolly Montoya sobre la situación de la sede de la Universidad Nacional en Tumaco y aseguró que, en los procesos de contratación, no se han presentado empresas que quieran construir allá por los problemas de orden público en la región y por falta de pólizas de seguros para cubrir los contratos.

Confirmó, eso sí, que por eso se decidió cambiar de modalidad, a contratación directa, y que ya están en la recta final, acompañados siempre por el cooperante, los Países Bajos. "Los estudiantes conocen las dificultades pero prestan oídos sordos", agregó la rectora.

Cambio también intentó comunicarse con John Selvaraj, profesor de la sede Tumaco y actual director del proyecto, pero al cierre de esta edición no hemos obtenido respuesta. 
 

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