La puja por las próximas presidencias del Senado y la Cámara que interesa al Gobierno

El 20 de julio del año pasado fue un día agridulce para el Gobierno. Aunque hubo una victoria con la elección de Andrés Calle como presidente de la Cámara, el sorpresivo triunfo de Iván Name en el Senado fue la primera derrota política del Ejecutivo en la presente legislatura.

Las presidencias del Senado y la Cámara no solo son dignidades, también tienen un rol relevante en el trámite legislativo. Ambos cargos permiten definir el orden del día de las plenarias, los días y horarios de sesión y asignar el orden de intervenciones a los congresistas. 

El poder de las presidencias quedó retratado hace unos días cuando Iván Name decidió levantar la sesión de la plenaria del Senado. Name protestó por los pronunciamientos del presidente Petro en contra de algunos senadores que votaron a favor de hundir la reforma a la salud. La decisión del presidente del Congreso entorpeció el camino de la reforma pensional.

Aunque todavía faltan tres meses para que inicie la nueva legislatura, la puja por las presidencias de ambas corporaciones ya comenzó. El Gobierno intentará impulsar candidaturas aliadas, especialmente en el Senado, que se convirtió en el peaje de sus iniciativas. Por su parte, los sectores independientes y de oposición buscarán tender puentes con algunos aspirantes para pescar algo de influencia en las mesas directivas.

Senado: tan lejos y tan cerca

El Senado de la República se convirtió en la talanquera para las reformas del Gobierno Petro. La reforma a la salud se hundió en esa corporación y la reforma pensional tuvo que ser modificada para que no se archivara.

La composición del Senado le exige al Gobierno una mayor disposición a negociar y a ceder. Cuando lo hizo obtuvo resultados, como en el caso de la pensional. Cuando no, las derrotas fueron estrepitosas, como en la elección de Name y la reforma a la salud. 

Con la lección aprendida, el Gobierno tendrá que respaldar una candidatura moderada, e incluso hacerlo desde las sombras si es necesario. Lo importante es tener una estrategia definida y elaborada con anticipación. El año pasado nunca hubo claridad si el Ejecutivo le apostaba a Inti Asprilla o si su opción real era Angélica Lozano. Hasta el último minuto se mantuvo la confusión y la falta de coordinación entre las bancadas de la coalición de Gobierno pasó factura.

Según los acuerdos de 2022, la presidencia del Senado en este tercer año le corresponde al Partido Conservador. El primer opcionado para reemplazar a Iván Name es Efraín Cepeda, el experimentado cacique político del Atlántico. 

Cepeda supo contener un intento de golpe en su partido en febrero pasado. Ese episodio reveló la división que hay en la bancada goda y la autoridad que aún conserva el senador. 

El presidente de los conservadores tendría el apoyo de los partidos de oposición y de la mayoría de sus copartidarios, aunque todavía no está definida su aspiración. “Cepeda lo está pensando. Tiene la opción de lanzarse o apoyar a algún colega de su confianza”, le dijo a CAMBIO un congresista conservador. Ese plan b podría ser Nicolás Echeverry, senador antioqueño.

Por otro lado, el candidato del Gobierno sería Carlos Andrés Trujillo, senador y expresidente de los conservadores que le ha dado la mano al Ejecutivo desde hace un año y medio. Aunque Trujillo tendría el respaldo del Pacto Histórico y la mayoría de la coalición oficial, su nombre no convence en sectores independientes y de oposición. Tampoco en su propio partido. Además, su cercanía con Olmedo López, el exdirector de la UNGRD, ha hecho el ruido suficiente para poner en duda la viabilidad de su aspiración. 

Además de la presidencia del Senado, en julio también se escogerá al próximo secretario general de la Cámara. Hoy en día ese cargo lo desempeña el guajiro Jaime Luis Lacouture, cercano a Trujillo y también a Olmedo López. En la facción más afín a Cepeda se barajan nombres como el de Orlando Guerra, excongresista del Putumayo, para hacer fórmula para la Secretaría de la Cámara.

Cámara de Representantes: al verde vivo

Luego de las presidencias de David Racero (2022-2023) y de Andrés Calle (2023-2024), el turno en la próxima legislatura le corresponde al Partido Alianza Verde. La colectividad está en uno de sus momentos más convulsos por la división interna que ya sobrepasó la diversidad.

En los verdes hay mínimo dos facciones: una cercana al Gobierno y otra que prefiere la independencia. Tan profundo es el cisma que el próximo congreso de ese partido podría definir la continuidad o no del Partido Verde en la coalición, e incluso su continuidad como partido único. Sobre la mesa está la idea de la creación de otro movimiento disidente con personería jurídica propia.

El turbulento presente de los verdes se refleja en los aspirantes que hay hasta el momento para presidir la Cámara entre 2024 y 2025. Katherine Miranda, la representante bogotana que ha marcado distancia con el Gobierno, es la aspirante que hasta el momento lidera el lista de opcionados.

Miranda estaba cantada como opcionada para presidente desde 2022, época en la que los verdes y Petro mantenían una relación armónica. Sin embargo, hoy en día la representante ya no es garantía de trabajo en equipo para la Casa de Nariño. Eso sí, ambas partes han abierto el diálogo para saber con certeza el panorama para la próxima legislatura. 

Ese fue uno de los temas de conversación de la reunión que hubo entre Miranda y Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de Presidencia, el pasado 22 de febrero. La congresista ofreció garantías para el debate desde la independencia y pidió un encuentro con el presidente Petro. Hasta el momento, Miranda tendría los votos de los partidos de oposición, los independientes y al menos diez liberales. 

A pesar del ambiente conciliador, el Gobierno le ha dado guiños al ala petrista del Partido Verde. Por ejemplo, al gabinete llegaron los exconcejales Luis Carlos Leal y Diego Cancino, defensores del presidente Petro en las toldas verdes. Por ello, no se descarta que desde la Casa de Nariño la orden sea impulsar una candidatura más afín a sus intereses.

Aquí aparece el nombre del representante Duvalier Sánchez. El congresista vallecaucano parece una opción que ofrece mejores canales de diálogo con el Gobierno y menos riesgo de rebeldía. Sin embargo, tendría el reto de conseguir votos por fuera de la coalición. Sánchez ya le informó a su partido la intención de ser presidente de la Cámara.

“Haré campaña alegre, innovadora y pedagógica. Hay mucho por mejorar en la casa de la democracia y si mis compañeros están de acuerdo en brindarme el honor y la confianza, estaré a la altura de garantizar los debates que conduzcan a lograr las reformas que el país reclama”, dijo el congresista.

Y como tercera opción aparecen dos representantes del que resultaría un solo aspirante. Jaime Raúl Salamanca y Wilmer Castellanos también pondrían a rodar sus nombres para llegar a ser presidentes. Ambos son muy cercanos a Carlos Amaya, el gobernador de Boyacá que fue copresidente verde hasta hace unos meses.

Aunque Amaya apoyó a Rodolfo Hernández en el 2022, en su faceta como gobernador ha mantenido un diálogo fluido con el Gobierno nacional. Tanto así, que sus colegas lo escogieron a principios de 2024 como presidente de la Federación Nacional de Departamentos. Un aspirante cercano a Amaya podría ser un punto intermedio interesante tanto para el presidente Petro como para el sector independiente del partido.

Los verdes se reunirán en junio para intentar llegar al 20 de julio con un candidato único, como no pasó el año pasado cuando les correspondió presidir el Senado.