¿Cómo afecta la educación a la salud mental?

Crédito: Freepik

¿Cómo afecta la educación a la salud mental?

El psiquiatra José Posada, en artículo exclusivo para CAMBIO, establece que existen evidencias sobre que la educación es determinante en la salud mental de las personas.

Por: José A. Posada Villa

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En la prestigiosa revista médica The Lancet se afirma que la evidencia de que la educación es determinante en la salud se encuentra entre las más destacadas. La educación es el determinante social modificable más importante de la salud

En estos momentos que se debate la necesaria reforma de la educación, la promoción de la salud mental surge como un tema de reflexión importante. Aquí se analiza la asociación entre educación y salud mental, teniendo en cuenta su relación con el estatus socioeconómico y otros factores como la edad, el género y las complejidades de la política pública involucrada en aliviar los problemas y trastornos mentales de las generaciones futuras.

Todo indica que la educación tiene una fuerte relación positiva con la salud mental de la población y muchos estudios sugieren su gran impacto independiente del nivel educativo alcanzado.

Aunque este escrito se centra específicamente en los beneficios de la educación para la salud mental, lo hacemos con pleno conocimiento de que, a la inversa, también la salud mental afecta el logro de un adecuado nivel de educación en nuestros niños, niñas y jóvenes.

Estas afirmaciones son válidas en ambos géneros. Se encuentra poca diferencia en los niveles de salud mental reportados por hombres y mujeres con el mismo nivel educativo. Todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) muestran esta misma relación positiva.  

Las instituciones educativas son de gran importancia para la salud mental y el bienestar de los niños, niñas y jóvenes, como espacios para el desarrollo emocional y social y una tabla de salvación para quienes provienen de hogares vulnerables. Desde una perspectiva política, Colombia necesita mejorar la cobertura y cambiar las prioridades del sistema educativo como una manera de mejorar la salud mental de la población.

Las personas con un mayor nivel de escolaridad tienen más opciones y, por tanto, más control sobre sus vidas, más ingresos económicos y mayor seguridad. Es importante resaltar que Investigaciones basadas en décadas de experiencia en los países en desarrollo han identificado el nivel educativo de las madres, como un importante predictor de los resultados de salud mental en sus hijos

Hay evidencias sobre que un menor nivel educativo se asocia con una falta de recursos psicosociales tales como sensación de control, resiliencia, capacidad de retrasar la gratificación, acceso a actividades culturales y exposición a un mayor número de factores estresantes en la vida diaria como lo mencionan Neimeyer, H. et al. en 2020, y estos factores negativos se han correlacionado fuertemente con la aparición de problemas mentales.

Al establecer la relación entre la educación y la salud mental se han utilizado dos modelos diferentes para evaluarla:

Uno es el modelo de selección, que explica el gradiente social diferencial por la tendencia descendente individual después de que se produce la aparición de problemas de salud mental y otro es el modelo de causalidad en el que se supone que el nivel educativo contribuye a la aparición de problemas en la salud mental. Existe un consenso cada vez mayor en apoyo del modelo de causalidad en la literatura especializada

También se ha evidenciado que el género y la edad son factores sociodemográficos importantes en estudios que analizan el nivel de educación concomitante con el estatus socioeconómico en asociación con resultados negativos en salud mental. Las mujeres tienen mayor riesgo que los hombres (9,9 por ciento frente a 4,2 por ciento; Maske, et al. 2016). Por otra parte, las personas mayores con un alto nivel de escolaridad, junto con una actitud positiva hacia el ocio, disfrutan de más bienestar general, una mejor vida social y una mejor función cognitiva, así como una mejor percepción de los cambios relacionados con la edad.

Por supuesto, toda regla tiene su excepción: también las investigaciones han demostrado que para algunos niños, niñas y jóvenes permanecer escolarizados puede tener efectos nocivos para la salud mental. Los investigadores estudiaron el problema después de que las reformas educativas en Gran Bretaña a principios de la década de 1970 recomendaron, por ley, elevar la edad mínima de permanencia obligatoria en las escuelas.

En el documento técnico “Educación: un marco para la expansión” que se presentó al Parlamento del Reino Unido en 1972, los investigadores revelaron que la educación obligatoria incrementaba el riesgo de depresión y otros problemas mentales en la edad adulta como resultado de obligar a los alumnos con bajo rendimiento académico a permanecer en un entorno escolar en el que no lograban un progreso similar al de sus pares. 

Si bien medidas tan obvias de la calidad de la educación como los puntajes de competencia y la comprensión de matemáticas, lectura, ciencias y otros contenidos básicos, otras dimensiones de la educación también son claramente importantes en el contexto ecológico tales como el desarrollo de la personalidad, el pensamiento crítico y la resolución de problema, solo por citar algunos ejemplos de aspectos que se deben tener en cuenta en las reformas.

En conclusión, los niveles más altos de educación se han asociado con una mejor salud mental y si bien las relaciones causales a veces no son fáciles de establecer y el fenómeno es generalmente multifactorial, se ha demostrado que el nivel educativo es uno de los indicadores más claros de futuros logros en la vida como el empleo, ingresos, estatus social y habilidades sociales, que a su vez son fuertes predictores de la salud mental positiva y, por ende, de bienestar de la población. Y, por supuesto, en la reforma educativa que se viene tramitando, son un aspecto muy importante a tener en cuenta como un inmenso aporte a la salud mental de los colombianos del futuro, 

* MD Psiquiatra. Observatorio de Salud Mental Positiva del ICSN – Clínica Montserrat Hospital Universitario

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