20 Agosto 2022

Puerto Candelaria, el Macondo de la música

Por esas cosas que solo se ven en Macondo, el grupo musical Puerto Candelaria celebra sus 20 años de existencia en el año en que cumple 22. Cosas de la pandemia. Esta agrupación alternativa de Medellín es uno de los principales exponentes de la música colombiana en el exterior.

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Puerto Candelaria con la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

Por Eduardo Arias

Fotos: Kike Barrera

Hace 22 años nació en Medellín Puerto Candelaria, un proyecto musical que se ha basado en la exploración y mezcla de diversos universos sonoros, entre ellos cumbia, rock, ska, chucu chucu, música del mundo, jazz a lo colombiano y cumbia underground.
Por efectos de la pandemia la celebración de sus 20 años de vida artística tuvo que aplazarse, motivo por el cual ha sido en este año que se han dedicado a realizar los conciertos y giras de celebración que resultó imposible llevar a cabo en 2020. El pasado 6 y 7 de agosto presentaron en Bogotá el concierto Puerto Candelaria Sinfónico, con la Orquesta Filarmónica de Bogotá, A su paso por la ciudad Juancho Valencia, Eduardo González y Catalina Calle conversaron con CAMBIO acerca de la agrupación, una charla polifónica que dio como resultado una semblanza del grupo en las palabras de tres de sus integrantes.
Puerto Candelaria es uno de los máximos representantes de la nueva música colombiana en el mundo, ya que se han presentado centenares de veces en festivales, mercados culturales y muestras artísticas en Europa, Asia y el continente americano. Más que un grupo musical, es un proyecto cultural que le presta mucha atención a las artes gráficas y que, cuando se sube al escenario, saca a relucir, con mucho humor, su talento para el baile y el teatro. A las audiencias no les queda fácil definir a Puerto Candelaria porque en su propuesta, además de las disciplinas atrás citadas, también confluyen la literatura y el cine.
Graban bajo su propio sello, Merlín Producciones, con el que han lanzado nueve álbumes, entre ellos Yo me llamo cumbia (2019), que ganó un premio Grammy latino.
El grupo lo conforman Juancho Valencia El sargento Remolacha, piano, producción y dirección musical; Eduardo González El caballero del bajo, bajo y voz; Catalina Calle Catt, voz; Didier Martínez Diggy Pajarito, percusión; Harlinson Lozano El Sultán, saxofón; Lucas Tobón Crazy Luks, saxofón; Juan Esteban Rua Rua, Trombón, y Klennder Rosales Profesor Platz, trombón.
El muy llamativo nombre de la banda se refiere a un lugar imaginario 150 kilómetros a la izquierda de Macondo. Ellos lo definen como el Macondo de los sonidos. El nombre tiene su razón de ser. Puerto es ese lugar donde donde llegan las influencias que se mezclan y Candelaria es una virgen canaria, una joven virgen mestiza de la isla de Tenerife. Un sinfín de lugares de Colombia llevan ese nombre, entre ellos Medellín, que se la conoce como la Villa de la Candelaria. Pero ninguno se llama Puerto Candelaria, salvo ese lugar con 20 años de historia. La palabra Candelaria, sonora, hermosa, para ellos representa a Colombia. Si hubieran nacido en México se llamarían Puerto Guadalupe. O Puerto Rosario, si fueran argentinos.
El grupo nació como como un encuentro de amigos que en ese momento eran estudiantes de música. Estaban en el final de su adolescencia y se hacían una pregunta muy importante: ¿Qué es la música colombiana, qué significaba la música colombiana, qué significaba ser colombiano?

Juancho Valencia.


Con esas premisas empezaron a aprender los ritmos, ya que hace dos décadas en los conservatorios de música de las universidades no se podían tocar esos temas. La información había que buscarla. De ese modo, Puerto Candelaria nació como un centro de estudio. De cómo aprender la música colombiana pero además de cómo mezclarla, cómo llevarla a la realidad de unos jóvenes que venían del rock, del punk, de la salsa, de la música tropical, de vertientes muy diferentes.
Valencia y González, además, recibieron formación en música clásica, al comienzo de manera obligada porque no tenían otra opción. Eduardo González, en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia. Al salir del colegio quería estudiar música popular, jazz, música colombiana y no encontró el lugar para hacerlo. Pero sí un sitio donde se estudia una música occidental con una historia de más de 2.000 años de música, y se enamoró también de esa música. Obtuvo el título de maestro en contrabajo y se desempeñó en orquestas como la Filarmónica de Medellín, la Sinfónica de Colombia y en la sinfónica de la universidad EAFIT. Al mismo tiempo tenía la formación de la calle. La otra universidad que le ha dado maestría, postgrado, y postdoctorado ha sido Puerto Candelaria. A Valencia le pasó algo similar. Él estudió composición clásica en EAFIT y tas un inicio a regañadientes le abrió el corazón a esa música que ya forma parte de él. Esos aprendizajes les permitieron adquirir una perspectiva mucho más amplia.

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Puerto Candelaria nació como un centro de estudio. De cómo aprender la música colombiana pero además de cómo mezclarla, cómo llevarla a la realidad de unos jóvenes que venían del rock, del punk, de la salsa, de la música tropical, de vertientes muy diferentes.


Catalina, por su parte, llegó al grupo varios años después y viene del contexto de la comunicación audiovisual, aunque siempre fue amante de la música y de todas las artes en general. Estudió Comunicación Audiovisual. Su ideal era contar historias a través del cine pero gracias al universo la música ahora puede contar historias a través de las imágenes, el sonido y las palabras.

Catalina Calle.


Esa filosofía del diálogo y los acercamientos les impiden renegar de cualquier género musical. Por eso no están en contra del reguetón. Para ellos la música es inocente. El problema suyo no es con el reggaeton, el problema suyo es con lo que el reguetón representa.
Esos diálogos permanentes les permiten hacer versiones de Mozart a las que se les agrega el porro. O la música fúnebre de la Semana Santa de los pueblos de Colombia con el Réquiem de Mozart. Cuando ellos cruzan esas fronteras lo hacen con mucho respeto y mucho conocimiento de los dos lados. Tienen una versión del chucuchu tropical Rica para bailar integrada al segundo movimiento de la Séptima Sinfonía de Beethoven. Esa ha sido su fortaleza, pero también lo consideran un problema porque no entienden de límites y se dan cuenta que esos límites no deben romperse en la música sino en las personas. Hay que romper prejuicios en las personas. Esa versatilidad explica por qué Puerto Candelaria es el único grupo que ha tocado en Jazz al Parque, Colombia al Parque y Rock al Parque.
Acaban de llegar de la gira 20 años que realizaron en cinco países de Europa y ya suman más de 150 conciertos fuera de Colombia. Puerto Candelaria es una de las bandas alternativas colombianas que más está girando por el mundo. En esas giras ellos no dicen que esta es la Colombia real sino otra perspectiva más. En 2019 se presentaron en Estambul ante 2.000 personas. Esa misma noche Maluma reventó el estadio de esa ciudad. Para ellos esa es la magia de Colombia, un país muy rico en climas, en biodiversidad y en música.

Eduardo González.


Ya han hecho unos acercamientos con la música clásica, de la que ya tienen un repertorio y unos arreglos. A Juancho Valencia la gente lo reconoce como un gran compositor, pero no saben que también es un gran arreglista. Llevar la música de Puerto Candelaria a un formato de 100 músicos, donde la filigrana del contrapunto, la armonía y ,la orquesta tiene que relucir no es tarea fácil. Esas exploraciones de música popular con orquestas los han cruzado toda la vida. Ellos consideran que forma parte de su esencia como grupo, ya que nunca se han negado a esas conversaciones y a esos tejidos sonoros. Llevan mucho tiempo haciéndolo. De hecho Valencia, como productor y como creador, fue el primer colombiano en ganar un premio Latin Grammy en música clásica. Es algo que él dice muy poco, pero lo toma como una manera de construir patria, de subir la música clásica al nivel de Pacho Galán.

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