Néstor Lorenzo: el defensor que cubrió el llanto de Maradona
23 Junio 2024

Néstor Lorenzo: el defensor que cubrió el llanto de Maradona

Crédito: Fotoilustración Yamith Mariño Díaz

Esta es la historia de un hombre callado, trabajador y obediente que se ganó el respeto de Bilardo y el cariño de Maradona y Messi. Un joven que vivió de colectivo en colectivo para llegar a los entrenamientos de Argentinos Juniors. El mismo que enfrentó al papá de James y hoy dirige en la selección Colombia a su hijo. La historia del profe Lorenzo.

Por: Germán Izquierdo

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Diego Armando Maradona caminó para recibir la medalla de finalista como si marchara hacia la horca. A su lado, el técnico de Argentina, Carlos Salvador Bilardo, lo escoltaba con la atención de un padre tras el hijo que está aprendiendo a caminar. En cuanto los directivos de la FIFA, encabezados por Joao Havelange, le pusieron la medalla de plata, Maradona no aguantó más y rompió a llorar bajo el cielo nocturno de Roma, a merced de los lentes de los fotógrafos de prensa. El segundo en recibir la medalla fue Néstor Lorenzo: el del 13 en la espalda, el del pelo castaño crespo, el de la sangre en los labios. Cuando recibió su medalla, se acomodó junto al desconsolado capitán de la selección argentina. Enseguida, Bilardo le dio a Lorenzo una orden que este cumplió a cabalidad. El defensor dio un paso adelante, dos más a la izquierda, y con sus 1.85 mts. de altura cubrió a Maradona para que el mundo no lo viera llorar.

Apenas dos horas antes, Lorenzo cantaba a todo pulmón el himno de Argentina. Pero ahora, la suerte estaba echada. El árbitro Edgardo Codesal había pitado un penal inexistente de Sensini contra Voëller que Andreas Brehme anotó desde los doce pasos, ante el inútil esfuerzo del arquero Goycoechea. Lorenzo, por su parte, dejó el alma en la cancha hasta el minuto 47.02 del segundo tiempo, cuando sonó el pitazo final y el estadio Olímpico de Roma se convirtió en un cielo estrellado de flashes. Para Lorenzo, aquel pitazo también sería el fin de un ciclo. Tenía 24 años y aquel partido, una final del mundo, sería el último que jugaría con la selección Argentina. El mundial de Italia 90, entonces, fue un sueño cumplido y al mismo tiempo uno truncado: la temprana culminación de un carrera que terminó en Roma y empezó en Buenos Aires, en la cancha del club Argentinos Juniors y en un barrio cuyo nombre le hace justicia a la fraterna cercanía de sus habitantes: La Paternal. 

El historiador del club, Javier Roimiser, cuenta que se trata de un barrio fundado alrededor de una estación de tren que se fue expandiendo, cerca del cementerio de La Chacarita. “La mayoría de los hinchas de Argentinos viven cerca de la cancha –cuenta Roimiser–. La famosa frase es ‘nos conocemos todos’, porque sabemos quién va a cada sector y nos vemos en todos los partidos. Y Argentinos tiene la particularidad de que los hinchas llegan sobre la hora, 15 minutos antes de empezar el juego”.

Crédito: Javier Roimiser

Néstor Lorenzo se formó en ese club, el mismo al que llaman ‘el Bicho’, allí donde jugó Diego Armando Maradona hasta 1983. Su gran compañero de esos años de formación, el defensor Carlos Mayor, recuerda los largos recorridos que tenía que hacer Lorenzo para llegar a entrenar, los ires y venires en colectivos desde el barrio Soldati, en las afueras de Buenos Aires.  “Antes no era como ahora. En ese entonces los juveniles ganaban muy poco dinero. Eran otros tiempos”, dice Mayor. Por entonces, llegar a jugar era mucho más difícil que ahora. “Eran años en los que la alineación titular se sabía de memoria. No había rotaciones. Jugaban los de siempre”, cuenta Fabian Domenech, el histórico capitán de Argentinos de los años ochenta. 

El asistente técnico de Bilardo, Roberto Mariani, uno de quienes seleccionó a Lorenzo en las divisiones inferiores de la selección Argentina, dice que “superó bastantes obstáculos porque era de una condición más humilde que los demás jugadores”. Tal era su sacrificio, que hacía el doble o hasta el triple de trabajo que los demás: “aparte de entrenar y jugar en Argentinos –dice Mariani–, venía a todos los entrenamientos de la selección juvenil, y además, cuando se hizo un pre selección de juveniles, también iba a entrenar con la selección mayor. Era muy puntual, muy correcto y muy trabajador”. 

En 1985, Lorenzo formaba parte de una histórica plantilla de Argentinos Juniors, más como un observador que como un protagonista. Ese equipo es uno de los mejores de la historia de la liga Argentina: Vidallé, Holguín, Videla, Domenech, Pepe Castro, Borghi, Hereros, Pasculli, entre otros, formaron una conjunto que ganó la Copa Libertadores del 85 al que no le queda grande el manido adjetivo de inolvidable. “Los chicos ganan partidos y los hombres ganan torneos. Ese era un equipo de hombres”, dice el Pepe Castro, el legendario alero de Argentinos que era un rayo que corría por el costado derecho y con cuyo nombre bautizaron parte de la platea del estadio.  

En aquel año, José Pekerman manejaba las divisiones inferiores de Argentinos Juniors. Allí conoció a Lorenzo, quien años después sería su escudero en el banco de las selecciones de Argentina y Colombia. Algunos pensarían que Lorenzo, por ser pupilo de Pekerman, es una suerte de copia de su maestro. No es así. Pepe Castro, cuenta que Lorenzo y Pekerman, al menos por esos años, tenían personalidades muy distintas. “Pekerman era más endeble, más inseguro, más dubitativo. La personalidad de Lorenzo, desde chico, era la de un joven respetuoso de los mayores que en los entrenamientos no te regalaba nada. Era, como dice Simeone, un jugador de dientes apretados”

En la misma cancha contra el papá de James Rodríguez

En 1985, Néstor Lorenzo fue convocado a la selección juvenil de Argentina para jugar el torneo suramericano Juventud de América, que daba tres cupos al mundial de la Unión Soviética. Uno de sus compañeros en esa selección fue el volante central de Racing Hugo Lamadrid, quien recuerda a Lorenzo como un jugador muy organizado, “de los pocos que hablaba y ordenaba en la cancha en una época en la que eso no se acostumbraba –dice Lamadrid, y después de un silencio, cuenta: ¿Y sabes? Era un tipo muy responsable. Nosotros no éramos tan responsables: nos quejábamos para no entrenar, para no correr. Él nunca se quejaba… Tengo esa imagen: que parecía mayor que los demás”.

Otro compañero en la juvenil de Argentina fue el defensa Marcelo Astegiano, el mismo que, jugando con Racing, le anotó un gol a Atlético Nacional en la Copa Libertadores de 1989.  Sobre Lorenzo, Astegiano dice: “Era un buen jugador. Sobre todo, era un jugador muy regular. Nunca te iba a jugar un partido de nueve puntos, pero tampoco de cuatro. Siempre de seis o siete. Siempre”.

En el torneo juvenil, que se jugó en Paraguay, Argentina jugó contra una selección de Colombia histórica, la del técnico Luis Alfonso Marroquín, en la que jugaban, entre otros, Tréllez, Wilmer Cabrera, René Higuita, Orlando ‘el Pony’ Maturana y uno no tan conocido: Wilson James Rodríguez, el papá de James Rodríguez. Por entonces, en la cabeza de Lorenzo no estaba ser técnico y apenas sí sabía que Colombia era un país lejano al otro extremo de Sudamérica. 

Cuando los históricos de Argentinos salieron del club, Néstor Lorenzo tuvo la oportunidad de integrar al equipo titular. En su primer partido oficial, Argentinos le ganó 2-1 a Independiente con goles del panameño Dely Valdés. Allí se afianzó por su orden táctico, su fortaleza y su juego aéreo. Jugó 68 partidos con la camiseta del ‘bicho’. En una entrevista de la época publicada por la revista El Gráfico, el entonces técnico de Argentina, Carlos Bilardo, afirmó que tendría en cuenta tres juveniles para la selección de mayores: Astegiano, Carlos Mayor y Néstor Lorenzo

El único de los tres que jugó el mundial de 1990 fue Lorenzo. Aunque en el álbum de Panini no alcanzó a figurar, el defensor integró el grupo de 22 jugadores que jugaron en Italia comandados por Diego Armando Maradona. “Diego –dice Mariani– adoraba a Lorenzo porque era un chico que se adaptaba mucho a las condiciones”. 

Lorenzo jugó en el debut contra Camerún, unos minutos contra la Unión Soviética y la final contra Alemania. Ese fue el paso fugaz del defensor en partidos oficiales con la selección argentina

La carrera del defensor después del mundial se resume en un año en el Bari de Italia, un discreto paso por el Swindon Town de la segunda división inglesa y 5 años más en los que jugó en San Lorenzo, Boca, Ferrocarril Oeste, Quilmes. Joven, a los 32 años, Lorenzo se retiró del fútbol

Fue una “promesa que no se concretó”, diría años más tarde el periodista Adrian Maladesky.  Pero colgar los guayos no supuso terminar con su relación con el fútbol. Como lo cuenta su excompañero Astegiano a las 11 p.m., después de una larga jornada de trabajo con un club argentino: “No podés dejar el fútbol, por más que pasen los años. Te absorbe para siempre”.

Así fue para Néstor Lorenzo. Tras su retiro, Pekerman lo buscó para que lo ayudara a dirigir con él el más exitoso proceso de divisiones inferiores en la historia de Argentina. De allí, juntos pasaron al banco de la Selección de mayores de Argentina. Lorenzo estaba en el banco en Alemania 2006, junto a Messi, en aquel partido en que ‘la Pulga’ jugó su primer partido en un mundial. Luego, cuando Colombia bajo el mando de Pekerman llegó a cuartos de final de Brasil 2014, se convirtió en el entrenador de una defensa comandada por Mario Alberto Yepes. Allí transmitió todo ese orden, esa disciplina a toda prueba, y esa grandeza de quien llega a una final del mundo contra todas las críticas

Crédito: Colprensa

Hoy, como técnico de la Selección Colombia, Néstor Lorenzo completa 22 partido sin perder. Le ha devuelto a fe a la hinchada, que espera verlo llegar muy lejos en la Copa América de este año. Atrás, muy atrás, ha quedado el joven que se paraba en la autopista a esperar el colectivo que lo llevara a la Paternal, que lo llevara a la gloria. Hoy busca otro sueño con esa selección que enfrentó en 1985; ahora, hecho un profe cuyo armario está lleno de sacos de paño negro y camisas vino: una combinación que usa en todos los partidos, aun en medio de los climas más calurosos

En 1990, cuando la Selección Argentino regresó a Buenos Aires, la gente llenó las calles de Buenos Aires, como quien recibe a un campeón. El periodista Patricio Insúa, por entonces un niño de diez años, no olvida las imágenes de aquel recibimiento multitudinario. Allí, entre todos los jugadores, Néstor Lorenzo saludaba al pueblo argentino. Después de todo, no había necesitado levantar un trofeo para tocar la gloria: un regalo del fútbol.

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